Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Análisis objetivo/subjetivo de una interpretación.


Niño geopolítico obervando el naciniento del hombre nuevo de Salvador Dalí. 1943
Niño geopolítico obervando el naciniento del hombre nuevo de Salvador Dalí. 1943

Podemos aceptar que la realidad es inefable. No podemos con nuestros medios humanos conocer la realidad. Todo lo que un ser humano percibe es interpretación y por lo tanto la Verdad, como se dice posmodernamente, se ha vuelto líquida. Es cierto que vivimos una época líquida.
La vida sólo se puede explicar desde un espacio tiempo y esas coordenadas nos llevan, necesariamente, a la noción y percepción de la causalidad. En el espacio/tiempo la causalidad toma carta de naturaleza. Parece la vida. La única vida posible. Sólo que hay creencias, intuiciones, certezas que también nos dicen que la causalidad es mera apariencia y no sólo desde campos metafísicos o religiosos sino también desde la ciencia más pura y actual: la física cuántica, por ejemplo, que desdice la realidad en cuanto se le aplica el microscopio. La verdad entonces se vuelve un territorio cuasi mágico, cuasi cuántico; la verdad debería ser ese lugar en el que el observador y lo observado, al influirse mutuamente mediante el acto de la observación, generara una explicación objetivo/subjetiva de un hecho dado. Sólo que observar no es mirar. No puede ser mirarlo todo. Por lo menos en mi caso y si lo reduzco a mi caso no es porque crea que sea posible que haya seres humanos capaces de mirarlo todo, de observarlo todo, sino por que me parece que soy un buen sujeto de observación. Un ejemplo de mi incapacidad para abarcarlo todo: los pasos canadienses; hasta que no vi cómo unas personas abrían una puerta que se encontraba a un lado del paso, no vi esa puerta; de hecho mi perro y yo atravesábamos el paso con el máximo cuidado posible; es más cuando ayer iba con mi hija por el camino de los pasos canadienses, le dije que en uno de ellos seguro que no había puerta, seguro; cuando llegamos a ese paso Violeta me señaló no una sino dos puertas. Es cierto que yo no conocía la mecánica de los pasos canadienses y también lo es que aún no he aprendido a mirar este espacio nuevo, el espacio de las montañas y los ganados; Violeta tampoco conoce el espacio y ella sí supo ver las puertas desde el primer momento (yo le había indicado previamente mi descubrimiento en el primero de los pasos). ¿Habría visto las puertas si no se lo hubiera dicho? Este ejemplo es una analogía con lo que no soy capaz de ver a la hora de establecer un marco de verdad en la vida que he vivido; a la hora de establecer un marco de verdad con respecto a las relaciones que han buscado destrozarme -sacrificarme- muy probablemente no con el afán de destrozarme en sí sino como medio para no sacrificarse/quedar destrozados ellos (ellos: la familia, los padres, los hermanos). A la figura del chivo expiatorio me refiero. Me refiero también a lo que supone el sufrir ese papel. Me refiero también a que los que te someten a semejante papel no sean capaces de reconocerlo para a partir de ahí generar una catarsis que quizá pueda sanar. Me refiero a que es un estado que se vive en silencio. Me refiero a que es muy complejo describirlo sin caer en un exceso de victimismo y más cuando los que te sometían a ese estado no cesaban de repetírtelo. Insisto (porque lo he escrito ya más de una vez y cien veces): se crean sinapsis neuronales, circuitos de culpa y vergüenza. Escribir sobre esa verdad es muy delicado, el equilibrio entre el observador y lo observado cuando parte de lo observado forma parte del ser del observador (mecánica cuántica de las emociones); también al observar una hierba silvestre, ésta entra a formar parte del observador, ahí se encuentra el quid de la cuestión.
Este va a ser mi afán. No sé hasta dónde voy a ser capaz de llegar. Recuerdo a A., el hermano de una mujer a la que conozco hace muchos años, que publicó en la red una análisis freudiano de su vivencia familiar. He de reconocer que a mí, que conocía bastante bien a su familia  y sus relaciones, me dio pudor la desnudez con que establecía las causalidades en su análisis. No sé si al ejercer mi idea de la verdad, seré capaz de trascender el pudor. Por si acaso hoy, primer día de mi sexagésimo primer año de vida, escribo cauto.
 

Ensayo

Tags : Sobre la verdad Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/11/2021 a las 20:00 | Comentarios {0}








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