A ti, pequeño pez; agüita salada. A lo mejor nunca te dije. A lo mejor no supe mirarte a los ojos con la dulzura propia de un buen padre y con la misma haberte tomado las manos una noche en las que las tenías frías; pececillo, vieja aurora, anhelo mío con cuánto empeño he fracasado; me he empeñado tanto que he triunfado y ahora me veo en lo alto del mundo sintiendo en el aire el infierno. Perdóname. No supe. Caminé como si el camino me fuera a regalar florecitas, sencillas margaritas, la flor de la manzanilla o unas amables violetas. No sé si sabes que fui muy dichoso y aún hoy, en algunos momentos, siento que todo lo vivido fue bien aprovechado, que esta escasez final es un regalo que no sé valorar. También en la valoración de los presentes he fracasado. Impostor el fracaso. Impostor su opuesto. ¡Qué cierto! Tanto como el dolor que siento cuando cambia el tiempo y mi cadera me dice que hasta ahí ha llegado. Naricita de azúcar, no voy a narrarte desdichas ni quiero, de veras te lo digo, que este fracaso te suene a derrota porque es un fracaso de hoy, es una sensación de pesar que tiene como tiempo la tempestad y como futuro la calma. Porque al final he de morir y todo quedará quieto como tu alma en mi pecho, como tu voz en mi oído, como tu ser en mi ser, como tu aliento en mi canto.
Ahora debo volver a mirar las películas que me gustan; los versos que me aprendí quiero volverlos a leer y también cantar, cantar alto, cantar fuerte, rota la voz si quieres, pero con el alma toda puesta en ella; debo cantar loas a la percepción; debo cantar escalas que suban hasta ese ángel que quedó un escalón por debajo de dios para que lo juzgue por mí y lo condene por no haber inventado volver atrás y crear de nuevo una tarde en la que no viniste pero que en esta nueva creación si vienes y hablamos y tú me cuentas y yo te cuento y nos animamos en nuestras desdichas y nos alegramos con nuestros hallazgos y miramos juntos lo que la otra vez no miramos y sé de ti y sabes de mí y te gusta nuestra casa y acaricias como solías a nuestro perro que te mira arrobado como la primera vez que te vio.
Buenas noches. Fuera llueve. Tengo roto el corazón.
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Ensayo poético
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/06/2025 a las 00:10 |