Cuando vengo a tu respiración la risa me avisa de su procedencia
¿Sabías que la risa proviene del llanto?
He reconstruido un espacio/tiempo entre tú y yo (eso que llamamos recuerdo es reconstrucción. Si juntáramos tu recuerdo y el mío surgiría una nueva tarde de febrero de 2014). Era la hora de la siesta y yo mostraba un rubor en mis mejillas que a ti te indicaban claramente mi deseo...
Desde la inmensa Siberia he caminado para llegar hasta ti
En los fríos intensos, vivaqueando a duras penas sentía la llamada de tu boca y la lasitud de tu gesto;
fueron ellos los que me dieron fuerzas para sobrevivir
porque imaginaba un recuerdo que aún no se había dado (de ahí la idea de reconstrucción; se puede recordar una situación que nunca se dio; lo hacen los escritores a lo largo del día, cada uno a sus horas y así yo ya recuerdo cuando nos vimos el mes que viene y tú me contabas el corte que te hiciste en la mano izquierda al pincharte con el extremo de un espeto; estábais en la playa y la luz ya había menguado; acercaste la mano a la brasa y un hecho casual -tu hijo pequeño se había encontrado un cangrejo ermitaño- despistó tu vista de la brasa, perdiste la orientación por un momento y para no caer te agarraste al espeto con tan mala fortuma que te hincaste el extremo puntiguado. Nada grave en todo caso. Un ligero contratiempo en una tarde de verano
Sé que atravesé Moscú y por una cuestión de aparcerías me desvié hasta San Petersburgo; recalé más adelante en Copenhagen y allí -en los jardines de Rosenborg (que estaban nevados, grises los cielos, como un estudio en blanco y negro de un pintor impresionista)- recordé que a más no tardar te llevaba de la mano y te abrazaba tanto que nevaba una vez más
Cuando vuelvo a tu respiración
sé que una noche dormías bocabajo (en mi cama. Estabas en mi cama, querida mía. Dormida)
Cuando vuelvo me quedo sin aire
y aunque me ahogo ya recuerdo el año próximo
¿Sabías que la risa proviene del llanto?
He reconstruido un espacio/tiempo entre tú y yo (eso que llamamos recuerdo es reconstrucción. Si juntáramos tu recuerdo y el mío surgiría una nueva tarde de febrero de 2014). Era la hora de la siesta y yo mostraba un rubor en mis mejillas que a ti te indicaban claramente mi deseo...
Desde la inmensa Siberia he caminado para llegar hasta ti
En los fríos intensos, vivaqueando a duras penas sentía la llamada de tu boca y la lasitud de tu gesto;
fueron ellos los que me dieron fuerzas para sobrevivir
porque imaginaba un recuerdo que aún no se había dado (de ahí la idea de reconstrucción; se puede recordar una situación que nunca se dio; lo hacen los escritores a lo largo del día, cada uno a sus horas y así yo ya recuerdo cuando nos vimos el mes que viene y tú me contabas el corte que te hiciste en la mano izquierda al pincharte con el extremo de un espeto; estábais en la playa y la luz ya había menguado; acercaste la mano a la brasa y un hecho casual -tu hijo pequeño se había encontrado un cangrejo ermitaño- despistó tu vista de la brasa, perdiste la orientación por un momento y para no caer te agarraste al espeto con tan mala fortuma que te hincaste el extremo puntiguado. Nada grave en todo caso. Un ligero contratiempo en una tarde de verano
Sé que atravesé Moscú y por una cuestión de aparcerías me desvié hasta San Petersburgo; recalé más adelante en Copenhagen y allí -en los jardines de Rosenborg (que estaban nevados, grises los cielos, como un estudio en blanco y negro de un pintor impresionista)- recordé que a más no tardar te llevaba de la mano y te abrazaba tanto que nevaba una vez más
Cuando vuelvo a tu respiración
sé que una noche dormías bocabajo (en mi cama. Estabas en mi cama, querida mía. Dormida)
Cuando vuelvo me quedo sin aire
y aunque me ahogo ya recuerdo el año próximo
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Narrativa
Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/08/2015 a las 12:45 | {0}