Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Desnudo salió a la calle para gritar: Se me quebró la vida como el color se quiebra. Las fuerzas del orden lo detuvieron, lo cubrieron y se lo llevaron a una comisaría. Allí el poeta se negó a dar su nombre, su dirección o cosa ninguna por la que se le pudiera identificar. El comisario decidió meterlo en una celda para ver si volvía a la cordura en unas horas y si así no fuera enviarlo a un centro psiquiátrico. No había ninguna vacía. Lo encerraron con un joven de aspecto gitano, orgulloso y desafiante como sólo la juventud puede serlo. El poeta se sentó en un banco corrido y agachó la cabeza. Era un poeta mayor, frisaría los cincuenta años; tenía el pelo cano, las manos trémulas y unos ojos oscuros que miraban más allá de las tinieblas. El joven se sentó a su lado y le ofreció de fumar. El poeta aceptó el convite. El joven llamó a un guarda para le diera fuego. El guarda acudió y le prendió el cigarrillo y luego él se lo prendió al poeta. Tras dar un par de caladas le preguntó: ¿Quiebros de amor? El poeta levantó la cabeza admirado y le preguntó a su vez: ¿Quiebros has dicho? El joven asintió. El poeta volvió a agachar la cabeza y musitó: Sí, sí, quiebros de amor. El joven gitano le pasó el brazo por los hombros. Lo atrajo hacia así. Lo protegió como si fuera un buen padre y terminó de fumar su cigarrillo. El poeta también lo terminó y como si hubiera encontrado un lugar donde reposar su mal, se quedó dormido en su regazo. 
 

Cuento

Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/04/2023 a las 19:27 | Comentarios {0}








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