Está el cabrero. Si me asesinan en el camino sabed que ha sido el cabrero. Buscad al cabrero, el de pies de cabrón (pezuñas hendidas. Sin cuernos). Porque ya me estoy ahogando. Porque ya me estoy volviendo orate. Será la sequedad del bosque. Lo amarillento fúnebre de la hierba -la que era verde en primavera. Fuerte contra el viento. Flexible ante la luna-. Será ese polvo que se eleva inclemente y me aprieta las fosas nasales. También los ridículos retorcimientos de las raíces arbóreas. Porque siento miedo cuando camino en la soledad de los campos, yo que tanto amé aquellas soledades y tanto alabé la frescura en las horas últimas de la luz. Ahora presiento mi muerte atravesado mi hígado por la navaja del cabrero. Sé que es el enviado de la Tiniebla y siento el natural reparo en abandonar este mundo, el único que conozco, el único que puedo amar u odiar. Que seguiré andando, lo sé. Que retomaré un día y otro el camino, lo sé. Que hay algo en estos primeros días de septiembre que me está matando, lo sé. Que la ironía consiste en querer saberlo todo y saber al mismo tiempo que es imposible, lo sé. Cuando vuelvo sano y salvo del camino (la luz oscurece pronto. Los olores son este estío asqueroso de la meseta española, en esta España que en verano huele a mierda). Al salir al puente que no es un puente y que por pura pereza intelectual llamo puente, siento el alivio del que ha logrado zafarse de la muerte a manos del navajazo del cabrero. ¿Me dolerá? me pregunto ¿Cuánto duele un navajazo en el hígado? ¿Cuánto dura la agonía? ¿Qué será del perro? ¿Se quedará a mi lado aullando mi muerte o el cabrero, vengativo, le rebañará el cuello para que nuestras sangres se mezclen por fin en el polvo del camino y se ennegrezcan al encontrarse hierro y aire? ¿Servirá nuestro asesinato en la sierra del Guadarrama para que un narrador cante en romance moderno
Romance de
La muerte del cojo y su perro negro
La muerte del cojo y su perro negro
-el título como muy bien pueden contar los puristas es un endecasílabo- y nazca una leyenda en ese camino que en última instancia muere en San Lorenzo del Escorial?
¡Qué funestos pensamientos!
¡Qué retablo bucólico!
¡Qué funestos pensamientos!
¡Qué retablo bucólico!
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Narrativa
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/09/2016 a las 11:18 | {0}