Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Noticia recogida de un artículo escrito por Pedro Olalla.

Parresia: en la antigua democracia ateniense, virtud para atreverse a usar la palabra en el ágora para decir la verdad.

El término está tomado del griego παρρησία (παν = todo + ρησις / ρημα = locución / discurso) que significa literalmente "decirlo todo" y, por extensión, "hablar libremente", "hablar atrevidamente" o "atrevimiento". Implica no sólo la libertad de expresión sino la obligación de hablar con la verdad para el bien común, incluso frente al peligro individual.


Hace unos días, el eurodiputado de los Verdes Daniel Cohn Bendit habló con inusual parresia ante el Parlamento Europeo: «Es evidente que durante cuatro meses hemos estado mareando la perdiz. Es evidente que nos hemos equivocado. Es evidente que, con esos titubeos, hemos estado dando pábulo a los mercados y a la especulación. Por lo menos, los miembros del Consejo responsables deberían decirlo, deberían decir “es culpa nuestra”. La Sra. Merkel, el Sr. Sarkozy, no sé en realidad qué papel juegan… Lo que le estamos pidiendo al gobierno de Papandreou es algo casi imposible de lograr. Yo le pido a Ecofin y a los presidentes de los gobiernos que piensen si ellos mismos son capaces de hacer en sus países reformas como las que le estamos pidiendo a Grecia. ¿Cuánto tiempo haría falta para reformar el sistema de pensiones en Francia? ¿Cuánto tiempo necesitaría Alemania para arreglar sus pensiones? ¡Y le estamos pidiendo a Papandreou que lo cambie todo en tres meses! Están siendo Uds. totalmente irracionales, y prueba de ello es lo que ahora está pasando en Grecia. No le estamos dando a Papandreou ni a Grecia el tiempo necesario para encontrar una solución consensuada. No existe en Grecia una identificación con el Estado. Existe tan sólo el “cada cual a lo suyo”. Y eso es lamentable. La culpa es de todos: décadas de corrupción de la clase política en Grecia. ¿No deberíamos tratar de convencerles con prácticas y no sólo con decretos? ¡El consenso hace falta crearlo! Y ya verán Uds. lo que va a pasar en España cuando empiecen los problemas. Ya verán en Portugal. Quiero decir con esto que debemos inspirar una actitud de responsabilidad, y no pedir lo imposible. Creo recordar que alguien dijo hace tiempo “¡Quiero que me devuelvan mi dinero!” Y ahora queremos ganar dinero a costa de los griegos. ¡Porque de eso se trata! A nosotros nos prestan al 1,5% o al 3% y nosotros le prestamos a Grecia al 3,5% o al 6%. ¡Estamos haciendo negocio a costa de los griegos y eso es inadmisible!»
»Por otro lado, Europa también puede tomar iniciativas. Guy Verhostaff tiene razón cuando habla de un Fondo Monetario Europeo, de un fondo de inversión y solidaridad. Para llevar a cabo un préstamo europeo habría que modificar los tratados. ¡Pues adelante, camaradas, a modificar los tratados! ¡En nuestra mano está tomar iniciativas! Si el Consejo es incapaz de hacerlo, hagámoslo nosotros, desde este Parlamento. Creemos de una vez un Fondo Monetario Europeo que pueda poner freno a la especulación. Además, le pido al Consejo que le diga al FMI que la Oficina Internacional del Empleo debe tomar cartas en el asunto de lo que está pasando en Grecia. ¡Se trata de personas, no debe decidir sólo el Dinero! ¡Son las instituciones europeas e internacionales del empleo las que deben poner freno al delirio de los financieros!»
»Y finalmente, existe también otra manera de prestar ayuda a los presupuestos de Grecia: tomar de una vez la iniciativa, como Unión Europea que somos, de fomentar el desarme en la región. Una iniciativa política para el desarme entre Grecia y Turquía. Una iniciativa política para que las fuerzas armadas turcas se retiren del norte de Chipre. ¡Si en el fondo somos unos hipócritas! En los últimos meses, Francia le ha vendido seis fragatas a Grecia por 2.500 millones de euros. Helicópteros por 400 millones. Rafale de combate por 100 millones cada uno. Mis “espías” no han sabido decirme si fueron 10, 20 ó 30… Y Alemania le ha vendido a Grecia otros 6 submarinos por otros 1.000 millones. ¡Más transparencia! ¡Si somos unos absolutos hipócritas! ¡Les prestamos dinero para que nos compren armas! Si somos de verdad responsables, garanticemos entre todos la integridad territorial de Grecia. Creo que aplicar estos recortes es más eficaz que recortar sueldos de menos de mil euros. Yo le pido a la Comisión un poco de justicia.»
Ágora (ruinas)
Ágora (ruinas)

Invitados

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/05/2010 a las 10:13 | Comentarios {2}


Puestos a prohibir
Tres son las prohibiciones que ahora me vienen a la cabeza de este gobierno social-demócrata que me alejan de él: la prohibición de fumar en lugares públicos, la prohibición (que quieren aprobar) de que los bollos y otras chucherías contengan regalos y una última que he leído hoy que consiste en prohibir los anuncios de contacto sexual en los periódicos.
Creen que prohibiendo lograrán impedir lo que para ellos son lacras sociales. La sensación que me producen estas prohibiciones es que están dirigidas no a quien promueve la inmoralidad (no digo yo que sea inmoral, lo dice este gobierno tan moralista) sino a quien por costumbre utiliza unas cosas u otras.
Sólo a beneficio de inventario pienso: una de las dos armas más poderosas de consumo consiste en crear una analogía entre el producto a vender (un coche, por ejemplo) y una mujer joven. Si te compras el coche, te viene a decir el anuncio, follas con ésa (no me atrevo a escribir "te la follas" aunque sea ése el verdadero mensaje: con ese pedazo de coche, machote, te follas a quien sea). El sexo sigue siendo un tabú tan intenso, tan extendido; el sexo contiene un deseo tan latente y evidente de tantas frustraciones humanas que me resulta difícil entender cómo a nadie se le puede ocurrir que por decreto una forma de encuentro sexual se erradique.
¿Por qué el comercio sexual es tan depravado? Aventuro una respuesta: porque no está plenamente regulado, legalizado y valorado como un trabajo bueno para la salud de una comunidad. Una comunidad que no folla o folla poco o folla mal es una comunidad con mala follá, que se dice. Una manera de evitar el abuso sería que la propia sociedad fuera superando sus prejuicios en vez de crear unos nuevos. Una sociedad donde mujeres y hombres entendieran la sexualidad como un lugar hermoso, peligroso, excitante, delicado, callado o estridente; una sociedad en la que el encuentro sexual fuera tan natural que pudiera realizarse a la vista de todos (si así se quiere), donde los ardores fueran celebrados con largos encuentros ecuménicos en amplias avenidas; una sociedad desinhibida tendría un efecto curioso: no necesitaría (tanto) los anuncios de contactos... ¡Prohíbalos usted, señora ministra, y asistirá a un aumento de la depravación!
Ocurre lo mismo con los regalos en las chucherías: ¿qué motiva la obesidad en los niños, su mala alimentación? Desde luego no la chuchería. La chuchería es un efecto. Es olvidarnos de que el ser humano es cómodo, indolente y codicioso. Pero sobre todo cómodo. Una sociedad mecanizada, que evita el esfuerzo físico. Una sociedad de horarios imposibles y normas de conducta robóticas ¿cómo no va a poder disfrutar de la levísima recompensa de un avioncito dentro de un huevo Kinder? ¿Y quién puede obligar a nadie a cansarse, a sentir hambre si no se educa su cuerpo ( sólo se educa una parte de él: la cabeza, que por cierto sólo es su octava parte y es la que menos movimiento muscular tiene)?
Y en cuanto al fumar: ¿cuánto de interés crematístico tiene este afán por defender a nuestros pulmones del humo del tabaco? Porque si realmente el interés fuera honesto entonces la extensión de la protección contra humos habría de ser inmensa. Unos ejemplos: ¿cuánto humo de tubos de escape inhala un niño en su cochecito durante el trayecto que le lleva desde su casa hasta el parque? ¿A cuántos cigarrillos corresponde esa inhalación? ¿Cuánto agrede la nube de smog que tantas veces se coloca sobre nuestros cuerpos en los largos y fríos días de los inviernos con sus calefacciones encendidas a todo meter? ¿Y el humo de las refinerías? ¿Y el humo de las papeleras? ¿Y el humo de los vertederos? ¿Y los gases de los aires acondicionados y su calor -que es una forma de humo sobre todo en verano- que expulsan a las calles?
Tengo la impresión de que siempre que se prohibió, se jodió y no desapareció lo prohibido.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 13/05/2010 a las 13:12 | Comentarios {0}


Marcha bien. Visión fugaz de un tiempo pasado. Sin saber por qué (sin venir a cuento, hermosa expresión que también podría querer significar: sin merecerse un cuento, es decir: sin avenirse a convertirse en cuento). Nostalgia. Se dice. Nostalgia que es un cuchillo y corta la respiración a la altura del diafragma e inunda el espacio del cerebro que, en el día de hoy, debía de haber estado calmado y listo para trabajar.
Se mantiene este estado hasta la caída de la tarde y pienso que en mis mundos el ocaso vespertino tiene algo de relajante, algo de medicinal y me veo, por fin, sonriendo mientras hago con Violeta unos problemas de geometría que en mi infancia suponían un quebradero para mi cabeza y hoy han supuesto un verdadero goce al ver que, por fin, tras tantos años, los entendía y sabía aplicar la fórmula (bueno, vale, he fallado en uno pero porque he leído mal, ¿eh?).
Le digo a P. que quizá pronto me vaya de su casa. Le alegra por mí. Me alegra por él. Ya está llegando el tiempo.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/05/2010 a las 18:52 | Comentarios {0}


Extracto del libro El Fuego secreto de los filósofos. Patrick Harpur


... Mediante la imaginación, pues, podemos imaginar la forma del árbol, la "arboridad" de un árbol, lo que hace que nuestra re-creación del árbol sea más real incluso que el árbol natural. El árbol no es ya un árbol literal, pero tampoco es meramente metafórico, como si se pintara la dríade del árbol en lugar del árbol. El cuadro, en otras palabras, cumple -como todas las obras de arte- los criterios de lo daimónico. Es literal y metafórico (o, más bien, una creación que hace redundante la distinción). Es a la vez universal, su "arboridad", y particular, un roble. Existe entre el artista y el mundo, en una representación que reúne a ambos; y, como tal, es personal y subjetivo (según la percepción del artista) e impersonal y objetivo (según la imagen arquetípica del árbol). La obra de arte nos instruye en esa doble visión que, según decía Blake, se requiere para verla.

Invitados

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/05/2010 a las 09:07 | Comentarios {0}


Dimitri Daniloff
Dimitri Daniloff
Era un día de mayo por la mañana. El cielo se había mantenido despejado. La ciudad, desnortada, se zambullía en la celebración de una batalla vieja (como todas las batallas). Él se levantó con cierto nerviosismo y su primer pensamiento fue, Hoy lo haré. Se sentía a sus treinta años recién cumplidos como un adolescente que va a ir al instituto y se va a encontrar en la clase con la chica que le gusta y a la que aún no se ha atrevido a declararle su deseo (declarar el amor es una cuestión posterior). Se duchó. Se afeitó (aunque era barbilampiño y consideraba que le quedaba mejor esa media barba que su tez completamente rasurada pero pensó que si ella decía que sí, sería mejor besarla sin raspaduras como si aquello fuera una declaración de principios o una metáfora de sus intenciones: suaves, sin filos), se cambió de ropa y fue a su trabajo con la esperanza de un sí; esa esperanza la había alimentado durante los dos últimos meses cuando él y ella habían iniciado una relación basada en cierto deseo de confesarse el uno al otro, en cierta desnudez de los sentimientos, los pensamientos y los miedos, en una soledad compartida, en unas experiencias semejantes. El temor de él había sido que quizá tanta intimidad (o asomo de intimidad) podría conducir a un estancamiento, a una amistad sin derecho a goce (por decirlo así) y esa amenaza había ido adueñándose de él, poniéndole tenso cuando se encontraba con ella, desconcentrándole y por lo tanto (pensaba él mientras paseaba por las calles y una banda de música hería los oídos de los paseantes como si la música fuera balas) convirtiendo en impostada su actitud.
Cuando terminó su trabajo y se vio con ella serían las siete de la tarde. Llovía un poco y ellos se sentaron al fondo de un café. El encuentro se inició como siempre: se contaron su semana, los pequeños asuntos mundanos, los proyectos, las inquietudes y entonces, sin venir a cuento, tras una pausa de ella, él le dijo que le gustaba como mujer, que desde hacía unos días cada vez que la veía sentía el deseo de tocarla, de besarla, de conocerla más (bíblicamente, dijo, como si aquella broma pudiera relajar la tensión que se había impuesto de repente entre ellos) y terminó con un, Bueno, ya te lo he dicho.
Ella le miró como si aquello fuera lo último que hubiera esperado escuchar en su vida (se quitó las gafas ¿para limpiarse los oídos? y se las volvió a poner), su actitud se retrayó y con una gran tranquilidad le contestó, ¡Oh, no, no, no te puedes imaginar lo complicada que soy! Es mucho mejor que sigamos así, de verdad, hazme caso. Además yo aún estoy colgada de, bueno, ya sabes, alguna vez te he hablado de él. Además ya sabes ese refrán que dice que donde pones la olla no pongas la... ¿Lo conoces?, ¿no?
Él recordó que, en efecto, su relación se había iniciado por una cuestión profesional y no le contestó a la pregunta retórica que ella le había hecho, ni le dijo que la referencia a dicho refrán le parecía una ordinariez supina. Sencillamente dijo, Bien, entonces sigamos con nuestro trabajo.
Cuando se separaron, trastocadas las formas y los fondos por una mera cuestión de empatía, él se sintió ligero. Caminó hacia su casa con una sonrisa entre los labios. Se olió el cuerpo que había sudado al hacer su declaración y se estiró en mitad de la calle mientras pensaba en el Matrimonio entre el Cielo y el Infierno de William Blake. Sin saber por qué pensaba en ese libro alegórico. Sin saber por qué lo releyó por la noche, ya en la cama, desnudo entre las sábanas sin echar de menos, por primera vez en dos semanas, el cuerpo de ella que nunca había visto.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/05/2010 a las 09:54 | Comentarios {0}


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