Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Llevo varios días con una frase en la cabeza: Amo Normandie. Y tras escucharla me dice la cabeza, la misma que ha pensado la frase anterior, la misma que la volverá a pensar en un rato, Tú no conoces Normandie, apenas sabes nada de Normandie. Y es cierto tanto como que la amo. Yo he estado en Normandie. He viajado en tren y atravesé Normandie. He pasado unos días en Caen, la reconstruida Caen, y muchos años antes, muchos, muchos años antes, escribí una versión teatral de la novela de Joseph Roth La leyenda del Santo Bebedor en la que aparece como protagonista y protectora del borracho Santa Teresita de Lisieux. Mi amiga Caroline Lahougue, normanda y una de las primeras mujeres a las que amé, me señaló la basílica de Lisieux cuando viajábamos en tren de Paris a Caen (esa historia está recogida en un cuento -dividido en 8 capítulos- que puedes leer en este mismo blog llamado El Viaje -basta que cliquees sobre el nombre para que te lleve a él-). ¡Claro que quiero a La Normandie por Caroline pero también la quiero por Flaubert, por Monet, por Proust o por Prévert y su casa de Omonville-La- Petite! Amo Normandie por su belleza y su dureza, la imaginaria, la que yo he soñado, por la verdura de sus bosques, por sus brumas matinales cuando el otoño acorta la luz y la humedad se adueña de todos; amo Normandie porque desde su suelo, ¡Oh, Omaha!, desde su dolor, desde su previa destrucción, se pudo vencer a las hordas de la Wehrmacht; amo Normandie por el heroísmo del Dia D, aquel 6 de junio de 1944,  que aún hoy debería resonar en los oídos de aquellos que han olvidado lo que aquel sacrificio, aquel esfuerzo, aquel sufrimiento perseguía; amo Normandie porque hay grupos de normandos que siguen luchando por la libertad y el derecho de los desheredados de la tierra y no sólo luchan con el ineficaz lamento o el discurso escrito sino que luchan en primera fila, hombro con hombro, junto a los migrantes a los que les dan no sólo alimento y cobijo sino también defensa ante la ley; amo Normandie, la que yo imagino, sí, pero que, no sé por qué extraño orden del mundo, creo que no debe de ser muy distinta de la real.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/08/2023 a las 18:19 | Comentarios {0}



Vas por la carretera, camino de un hipermercado donde sueles hacer las grandes compras. No te quedan rastros de la vida dormida de la noche. Has desayunado frente a la gran ventana. Tienes el ánimo siempre dispuesto al enfado. El páncreas te dicen. El alma te dices. En todo caso, nada te ha pasado esta mañana, quizá la pereza normal de tener que recorrer cuarenta kilómetros para meterte en un establecimiento que no te gusta y con la inquietud, muy leve es cierto, de que la perra no esté demasiado tiempo en el garaje subterráneo (por los gases de los tubos de escape, te dices). No te has maquillado. Vas vestida con unos shorts rosas, camiseta amarilla y zapatillas deportivas blancas. Ir, comprar, volver, comer y a por la tarde, piensas mientras vas por la carretera y a medida que te alejas de tu casa, vas sintiendo cierto bienestar hasta que de improviso, como un cuchillo que atravesara la carrocería del coche, sientes la punzada de la impiedad, la que esquivas un día y otro, la sientes y una vez que se te ha clavado en el vientre ya no te suelta; es el dolor de una punzada en el centro del alma, donde más duele, donde no hay escapatoria, encerrada en el coche, camino de un hipermercado con la perra en el asiento de atrás que no debe de entender nada cuando te pones a llorar y te enfureces y quisieras que la vida fuera de otro modo, que no se hubiera producido ese dolor, que ahora está incrustado en el centro de tu alma y que, por experiencia, sabes que no te va a soltar en unos cuantos días. Vivir era esto, te dices y sigues con lo que tienes que hacer y lo haces y aguantas la punzada, la impiedad, ¡Oh, Sócrates!
 

Cuento

Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/08/2023 a las 19:04 | Comentarios {0}



La noche de la luna llena,
la estela mortuoria,
un eco de cantos de ángeles que llegan hasta los aledaños del tercer círculo del infierno,
las frases breves de los hombres sabios,
la insatisfacción y la lectura,
algo que se amargó con el tiempo,
dejar que el sueño se olvide,
la mano que no mece nada,
la santa sin milagros,
el dios envejecido por demasiada ira y demasiados aires,
el daimon juguetón del que nunca escribió nada y siempre anduvo preguntando,
la noche y su orgía,
la voz del amigo apenas alcanza para satisfacer una inspiración y aún así es tanto,
hacerse viejo y ser igual de necio,
saber morir muerto de miedo,
caminar un día más y agradecerlo,
desentendido de lo que quizá ocurra,
cocinar con gusto la ensalada fría,
animar al aire a que traiga buenas nuevas,
la sal de la vida en las salinas,
los desiertos altos en los que el frío mata,
el carácter, eso sería, el carácter, la llama si se quiere, el hálito si nos ponemos cursis, la esencia si olorosos,
ya llega agosto,
será por eso,
cuando el inicio del miedo,
una supuesta compresa en una piscina privada,
la broma en la mirada,
y llegar tan lejos como permita el día,
y beber mucho, que el medio interno se mantenga limpio
y las cloacas de nuestro estado no supuren mercurio,
deja que todo avance mientras se detiene,
la aurora, será la aurora, ese instante en que despiertas y quisieras por el bien del mundo seguir dormido,
¿Y tú? ¿Recordarás cómo empezó todo?
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/08/2023 a las 18:29 | Comentarios {0}



...al río amado.
     No viene el ciervo esta tarde ni el cerdo se detiene a la puertas de la casuca, la que está abandonada a mitad del camino entre la oscuridad y la nada...
...al río amado.
     Los ojos de mi hija se han vuelto azules.
     Los ojos de mi hija despiden unos destellos negros que tienen la particularidad de generar olvido y nausea.
...al río amado.
     No es un sueño. No es el hombre que llega a la universidad con fama de filosóficamente depresivo. Es una guirnalda que se ha colgado entre dos postes de luz. Es un informe hecho con desgana por una funcionaria de toda la vida. Es una ciudad inclemente. Es una tormenta que se mantiene activa por los siglos de los siglos. Es la constante inconstante. La vuelta al viejo problema de la ironía.
...al río amado.
     Buscaba mirar a las cigüeñas como la primera vez. Incluso quería sentir de nuevo la sorpresa que le produjo entender el gesto en las cabezas de las vacas. Buscaba las manos en sus manos. Buscaba un soplo de verano. Rememorar una contemplación de algo bello junto a otro ser humano.
...al río amado voy y nado.
     Esos ojos que se volvieron azules me llevan a la muerte de un gato y al nacimiento de una hoja y siento entonces unas ridículas ganas de llorar.
...volver al río amado, derivar flotando sobre él, Ofelia aún viva sin ramillete de flores silvestres entre sus manos.
     Así ir llegando. Hasta la última inspiración y detenerse.
...al río amado... al río amado... al río amado...
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/07/2023 a las 13:54 | Comentarios {0}



¿Iré a algún sitio subido a la litera?
¿Es la litera de un tren o de un barco?
¿Estoy soñando? (Porque ahora recuerdo las enseñanzas de aquellos que creen que el sueño todo lo unifica y la vigilia todo lo disgrega) (Porque las dimensiones son tan extrañas y puede que paralelamente se estén produciendo otros aconteceres).
¿Viajo en una litera rumbo a otro país? Por la ventanilla veo la velocidad de los paisajes (un día lo escribí, soy referencia de mí mismo) y el destello de una lluvia fina y densa. Tengo hambre. Las luces son mortecinas. Estoy en un tren de otro tiempo. Ya soy de otro tiempo. Ya no viajo. Bajo de mi litera. Debe de ser la madrugada. No tengo reloj. No existen los teléfonos móviles. Pasillo de tren. ¿Pasillo de barco? Lo recorro. Hacia el vagón restaurante voy. La noche. La lluvia. La velocidad de los paisajes. El olor de un cuerpo de mujer. A ser un buen amante se aprende con los años. Nadie nace sabido y menos en el juego erótico. ¡Cómo de hermosa es la humedad! No sabía entonces -de ese entonces del que ahora ensueño, porque he decidido que el que está subido en la litera es un yo joven- que los antiguos griegos estimaban que el semen es la espuma de la sangre. Si lo hubiera sabido me habría agitado más y le habría aconsejado a mi amante que se agitara ella también, que nos agitáramos como si fuéramos putas botellas de champán y el orgasmo fuera el descorchamiento (¿por eso nos resulta tan alegre descorchar el champán?), la alegría desbordándose por nuestros órganos reproductores que deja exhaustos los cuerpos y una lánguida gana de seguir vivo. Camino por ese pasillo de ese tren (o barco). Es verano y llueve una lluvia densa y fina. Tengo comprada una litera, la de arriba, la que está más cerca del techo, lo que me produce cierta sensación de ataúd. Todavía es el tiempo en el que las ventanillas se pueden bajar. Bajo una. Aspiro el aire de la noche húmeda. Me acerco al vagón restaurante. Llego. Entro. Ella, mi amante, está allí. Es bella como la juventud. Lleva puesta mi camisa de seda. Su cabello despeinado me recuerda nuestro amar. Me sonríe. Se enciende un cigarrillo. Viajamos a ninguna parte pero creemos que nuestro viaje tiene destino. Y eso, sí, eso siempre es bueno.
 

Cuento

Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/07/2023 a las 13:38 | Comentarios {0}


1 ... « 12 13 14 15 16 17 18 » ... 447






Búsqueda

RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile