Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Hoy

Iba por el camino. Lo he pensado. Son largos los caminos y los pensamientos se hacen largos. He considerado. He llegado hasta una cima. Montañas al fondo. Desde allí, como si de repente la encontrara, he saludado a Caroline. Bonjour, Caroline! El mundo devastado no existe tan arriba, donde hay tanto silencio y tanta vida. El mundo devastado siempre es el infierno y hasta ese otro tipo de infierno que es el Hades en lo profundo está, hay que descender para llegar hasta él. Por eso quizá Petrarca en el Mont Ventoux intuyó el Renacimiento. Desde las cimas...

Hay que andarse con cuidado en estos tiempos. Lo dice el aire que respiramos. Lo dice esa calma tensa, esa mar de fondo que parece cercar todas las costas; todo en cualquier punto del planeta... como si un gran avispero hubiera sido destapado y de él, desde las profundidades de cualquier idea de infierno, salieran a borbotones, a miles, a millones, avispas y más avispas y más avispas.

El día es hermoso y terrible. Cada vez profundizo más en la comprensión real de la idea de que el tiempo no existe como dimensión sino como destino. Lo que lo científico, como forma de interpretación del mundo en todo mensurable, llama tiempo es para otras formas racionales de interpretación del mundo -Goethe, su Fausto- la idea de destino. Escribo: araño la posibilidad de alcanzar una interpretación verosímil de este axioma de Spengler.

Hay muchas guerras.. ¡Qué bueno sería un poco de silencio y vida!.. una cima...
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/04/2022 a las 20:20 | Comentarios {0}



No espantarse con las nieves perpetuas.
Mirar sólo este día de frente.
De nada sirve, se dice. Y calla durante un largo espacio. De forma abrupta (como se da de bruces uno con un abismo en noche de luna nueva) gritará, ¡De nada sirve!
Son los modos de las palabras (¿es lo mismo tiempo y destino? ¿es la noción de tiempo la idea espacial del destino?). En ellas enjaulados. Camina recto. Con el ánimo destrozado. Siempre el paso de los años provoca lo mismo en los estetas. No hay que huir. Moverse quizá sí. No huir. Así es que se lanza por un camino con retorno... y siempre vuelve (siempre gira)
Piensa si alguna tarde no volverá. Se quedará en lo alto de la cima cuando la ola de frío sea intensa y morir consista en aguantar la ventisca (si no se aguanta ya no se muere -producirse- sino que se es ya muerto -producto-). El producto es movimiento muerto.
Cae la nieve. Llega hasta su rostro furiosa. Se enfrentan la nieve y él. Ambos se desharán antes de saberse vencedor o perdedor (en la lógica de los seres humanos sólo existe esa dualidad. Aún no hemos llegado a más. Te mentirá quien aseguré que sí, que hemos sido capaces de atravesar terceras y cuartas y ene vías).
Podría no ser sábado por la tarde. No ser sexo masculino. Podría haberse cortado las uñas. Podría haber atravesado la ventisca y haber surgido en un mundo nuevo, quizá más tropical. Nada de eso se atrevió a hacer... siempre, siempre acaba en ese giro y gira y vuelve...
 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/04/2022 a las 17:26 | Comentarios {0}


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