Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
...con sencillez deambulo entre Lacan y el Corpus Hipocrático como si entre ambos existiera el nexo que pudiera, lánguidamente, conducirme a la placidez... saber dejar de saber (tengo ahora el prurito -escribo prurito por mis manos que andan heridas desde hace un mes y medio. Yo me empeño en curármelas con remedios naturales. Porque sé (creo saber) que tiene que ver con el hígado, lo limpio, o mejor, limpio sus alrededores, el llamado medio interno a base de diente de león, tomillo y estigma de maíz. Pero las manos no acaban de sanar y duelen o pican o escuecen. Ante tal sensibilidad se es tan consciente de lo mucho que las utilizamos que apenas puedo imaginar cómo lo debió de pasar un antiguo amigo que tuvo las manos escayoladas durante más de dos meses- de alejarme de este discurso que he iniciado y vagar por venerables historias que se perdieron en la Biblia de los Setenta) en esta mañana de octubre cuando las primeras lluvias han llegado y lo primero que he imaginado es cómo debe estar el camino, la tierra mojada, los fresnos.
Ahora volveré, me digo. En la espera, me digo. La transferencia me espera. Como si buscara la última duda para abandonarme, ya para siempre, mecido por Fedro o Heidegger antes de ensayarme en la delicuescencia (escribo esta palabra porque me ha sonado tan líquida que no me he podido resistir) de Derrida. Como diría quien no existe, Cosas así.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/10/2016 a las 11:31 | Comentarios {0}


Al principio era el hueso. Sobre la roca quedaba por siglos. Sólo los grandes vendavales o las tormentas horrísonas lograban arrancarle del pétreo lecho (pero el afecto surgía en leche cósmica, iba bañando el pedregal que era el mundo, llegaba hasta el hueso que reposaba en su lecho. Quizá fuera el lecho una montaña. Afirma el narrador que el llanto es rémora de las grandes piedras primordiales). Sobre la roca el hueso. Derramándose en la roca la leche cósmica del afecto. Continúa el narrador diciendo si el cielo se conmovió con el hueso y atisbó que la postura del misionero en el acto sexual entre la hembra y el macho fuera símbolo del encuentro -el primero- entre Tierra y Cielo. Pero el hueso siempre sobre la roca porque la materia fue antes que el sueño. Lo que luego hiciera el sueño con la materia es cosa que deviene infinita desde que el hombre apareció y al olvidar la memoria aprendió la escritura y al aprender la escritura creó la ley. Está la joven que tiene un cáncer de médula. Está el niño que se siente culpable de la desgracia de sus padres. Está el viejo que se siente responsable de todos los horrores. Está la mujer de mediana edad a punto del naufragio. Todos ellos vinieron después del hueso sobre la roca cuando las tempestades que duraban dos años abatían las costas de Pangea y provocaban los terribles descuartizamientos que hoy llamamos continentes. Hubo un tiempo de dioses felices. Hubo un tiempo de soma para todos. El afecto era leche cósmica. El hueso se mantenía firme sobre la roca. Hubo un tiempo en el que Lilith fue desterrada del Paraíso. Mujer junto a Adán. Su igual. La que en el destierro paría cien hijos al día fruto de sus encuentros con los demonios que luego eran muertos por tres ángeles vengadores. Yahwé siempre fue dios rencoroso (el rencor es ira envejecida. Yahwé siempre fue dios viejo), pronto a la ira, inclemente en la venganza. Ahora todo está mucho más calmado. Ahora ya no se ven huesos sobre las rocas. En los inicios -quiso fijar para siempre el narrador- en lo que él llama Jardín Nuevo los pájaros iniciaron sus trinos tanteando en un aire aún demasiado espeso; los peces decidieron la inutilidad del pabellón auditivo y se dejaron refrescar por la invención del agua (y también de la sal); los animales de tierra se enorgullecieron de su estirpe y se diseminaron saltando a tiempo en las fallas dolorosísimas que se iban produciendo por las continuas tormentas sobre la Tierra Única del Origen de Todo. Quizá la joven con cáncer se salve y consiga olvidar el veneno que le inyectaban directamente en el corazón. O el niño culpable acepte su derrota. O el viejo abra los ojos de una puta vez a su soberbia. O la mujer de mediana edad se agarre a un tablón y patee con todas sus fuerzas hacia el primer horizonte que se encuentre. Porque en algún lugar sigue el hueso sobre la roca y el afecto como leche cósmica se derrama.

Narrativa

Tags : Sobre las creencias Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/10/2016 a las 23:54 | Comentarios {0}


No es tiempo para cambios. Relájate. Estáte tranquilo.


No era el infierno. Fue un paseo por las nubes. Perteneciente a la Serie fotográfica Espasmos de Olmo Z. realizada en fecha desconocida.
No era el infierno. Fue un paseo por las nubes. Perteneciente a la Serie fotográfica Espasmos de Olmo Z. realizada en fecha desconocida.
El arte es el cajón de sastre de la imaginación humana (para desarrollar)
La infancia. ¡La infancia! ¡La infancia! (para desarrollar)
Eros. Filia. Ágape (para desarrollar cada concepto por separado)
Abrirse el corazón (para desarrollar)
Cantar en el camino (no hace falta desarrollar)
Intermezzo 1
Los colores de la tarde siempre
como la sangre siempre

Emoción pequeña y profunda que sacude los sacos lacrimales como si fuera un boxeador entrenando en el gimnasio (para desarrollar)
Ese germen en todas las construcciones sobre la especie humana -religión- que tiene como principio el castigo de la misma, su destrucción (no hace falta desarrollar. ¿O sí?)
Intermezzo 2
Ahora acaricio el último espejo
No suena la nieve
La nieve nunca suena
Mi espuma

Los prismas como desconsoladores de la luz (para desarrollar)
Seguir la pista. Mirar la huella. Oler el rastro. Hay algo en el aire. Un socavón entre unas nubes (iba más allá de lo profundo. Asustaba más que abismo. Reconocía, muy allá {imagen podría ser cuando desde el hondísimo pozo llega el eco del sonido del guijarro que rompió por fin el agua} el grito, el grito), ¡Oh, tú necio! ¿Cuántas veces querrás gritar? (no estaría mal poder desarrollarlo)
Era un tarde; en el salón las maderas del suelo y de los muebles acogían. También la alfombra espesa. También los libros en las estanterías. También unas reproducciones de las geometrías de Cezanne. La butaca. El sofa -tras él el ventanal con cristales dobles que amortiguan el sonido de la ciudad hasta convertirlo en lejano mar, tormenta que se aleja, fin del peligro-. (para desarrollar)
Intermezzo 3
Para humedecerte
buscaré el barro
(¡piedra lisa semejante al río!)

Hay que irse (para desarrollar)

Ensayo

Tags : Sobre las creencias Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/10/2016 a las 22:06 | Comentarios {0}


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