Sólo una vez exclamó
hasta entonces estuvo sometida a la mirada que vaga
entre paredes muy oscuras
como de otro tiempo
puede que intentara descubrir pinturas (aún más oscuras que las paredes)
también podría sugerirse
la apropiación de los sucesos que ocurrían tras los cristales de una de las tres ventanas
Dicen quienes saben de conductas
que no escuchaba la sarta de lugares comunes
que tampoco hizo mohín ni ademán alguno
El tiempo caía
se deshilvanaba
como dicen o como parece ser que ella escuchó
decir a alguno de los relatores
estableciendo además una relación con Teseo
y quizá con el laberinto, con Minotauro y Ariadna
Ella se mantuvo en todo momento correcta
como antiguamente habían de comportarse las niñas buenas
Quien la observó puso como pero
que los labios no estaban perfectamente cerrados sino que
-como si respirara tenuemente por la boca- los mantuvo entreabiertos
lo cual a algún pelmazo le pudo suponer una revelación
Los brazos descansaban sobre su regazo
Las piernas se desdibujaban por la tenuidad de las luces que iluminaban
la sala reservada para el evento en el viejo café
Sólo entonces
-alguien minucioso acotó, Justo habían pasado treinta y seis minutos-
ella se levantó y gritando con un gesto totalmente relajado expresó su disconformidad
con estas palabras que quedaron recogidas en una agenda por un insensato,
¡Hijos de Satanás!
¡Cuánta redundancia!
¡Cuánta! ¡Cuánta!
Y allí se quedó, calladita, con los brazos sobre el regazo
mirando la vida que se desarrollaba más allá de aquella sala
en la glorieta de una ciudad de clima continental
en el mes de enero
sin entusiasmo alguno (la ciudad, la sala, las paredes oscuras, no ella)
Siguió respirando
la boca entreabierta
la piernas sumergidas en la profundidad de una tonalidad aciaga
Retumbaron en sus oídos tambores lejanos
de cuando el sonido del tambor significaba algo
Luego se la llevaron
Aplaudió, educada
Se la llevaron tomada por los antebrazos
El cementerio no quedaba demasiado lejos
hasta entonces estuvo sometida a la mirada que vaga
entre paredes muy oscuras
como de otro tiempo
puede que intentara descubrir pinturas (aún más oscuras que las paredes)
también podría sugerirse
la apropiación de los sucesos que ocurrían tras los cristales de una de las tres ventanas
Dicen quienes saben de conductas
que no escuchaba la sarta de lugares comunes
que tampoco hizo mohín ni ademán alguno
El tiempo caía
se deshilvanaba
como dicen o como parece ser que ella escuchó
decir a alguno de los relatores
estableciendo además una relación con Teseo
y quizá con el laberinto, con Minotauro y Ariadna
Ella se mantuvo en todo momento correcta
como antiguamente habían de comportarse las niñas buenas
Quien la observó puso como pero
que los labios no estaban perfectamente cerrados sino que
-como si respirara tenuemente por la boca- los mantuvo entreabiertos
lo cual a algún pelmazo le pudo suponer una revelación
Los brazos descansaban sobre su regazo
Las piernas se desdibujaban por la tenuidad de las luces que iluminaban
la sala reservada para el evento en el viejo café
Sólo entonces
-alguien minucioso acotó, Justo habían pasado treinta y seis minutos-
ella se levantó y gritando con un gesto totalmente relajado expresó su disconformidad
con estas palabras que quedaron recogidas en una agenda por un insensato,
¡Hijos de Satanás!
¡Cuánta redundancia!
¡Cuánta! ¡Cuánta!
Y allí se quedó, calladita, con los brazos sobre el regazo
mirando la vida que se desarrollaba más allá de aquella sala
en la glorieta de una ciudad de clima continental
en el mes de enero
sin entusiasmo alguno (la ciudad, la sala, las paredes oscuras, no ella)
Siguió respirando
la boca entreabierta
la piernas sumergidas en la profundidad de una tonalidad aciaga
Retumbaron en sus oídos tambores lejanos
de cuando el sonido del tambor significaba algo
Luego se la llevaron
Aplaudió, educada
Se la llevaron tomada por los antebrazos
El cementerio no quedaba demasiado lejos
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Ensayo
Tags : Atrofias Escrito por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/01/2019 a las 19:43 |