Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

¡Sí, cruel! Aún con las nubes corriendo por la cima de las montañas, sometidas a la presión de la persecución, dignas de ser cazadas, a campo abierto, entre dos ciudades en las que el hormigón hace las veces de la madera y las bocinas son los cantos de las aves que no pueden volar. ¡Sí, cruel! Sabemos que nuestras vidas apenas significan. No queremos significar nada. No queremos abstracciones. Queremos el presente. No mirar atrás. No urdir huellas. Sabemos que no tenéis por qué querernos. Lo sabemos. Lo juramos. Lo sabemos. Aceptad también que nos duela y nos apriete el corazón y nos haga llagas donde termina el alma y empieza el perdón. Huiremos. Desapareceremos. Llegará el invierno de nuestra aventura y nos quedaremos callados, a las puertas, temerosas porque caben en unas mismas entidades emociones opuestas porque cabe la culpa y la pureza, porque a veces se juntan la destreza y la fealdad o suena en lo alto de un promontorio la voz del señor de las moscas con fondo de misa de Haendel. ¡Sí, cruel entonces! ¡Y amadas! Sabemos que la ciudad nos protege. Alguien, en la jornada, nos dio una  dirección, un lugar donde podremos pasar la noche protegidas si es que llegamos a la noche si es que vuestra crueldad  no nos aplasta y somos incapaces de arrastrarnos o carecemos de músculos succionadores o carecemos de dignidad. ¡Cruel! ¡Cruel! ¡Cruel! Naricita de juguete, pedacito de globo, sonrisa nueva, antiguo amor, tan dentro, tan nuestra, tan savia, tan enraizada. ¡Cruel sí y amada! Venga el mes entonces. Ataque. Cerque. Someta por hambre y sed. Asedie hasta dejarnos desamparadas, desnudas en el centro del campo abierto entre dos ciudades. ¡Cruel, sí! Prenda añorada, parpadeo de fuego, más lejos de allí; allí, el último confín, de donde los rayos infrarrojos nunca vuelven.
 

Narrativa

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/11/2023 a las 16:19 | Comentarios {0}



Fue la constelación. Un apache en lo alto de loma. La visión de una imagen que provenía de la niñez. Fue al quedarse sin palabras (fuera caía una lluvia densa, la lluvia que cala las casas, la lluvia que suena a amenaza, la que desborda ríos, la que anega vaguadas, la que ante nada se detiene). Fue al contemplar durante horas el paso de la luz por una ventana. Fue el azar tuerto (sí, un azar que se levantara un poco la venda de sus divinales ojos y jugara un poco con la vida). Fue caer sin saber muy bien dónde se cae. Fue aturdimiento, mucho aturdimiento y muy constante; un estado físico que mantiene suspendidas las decisiones y que (quizás a ti, quizás a mí) hace creer que la duda no podrá dejar de socavar la esperanza. Fue una borrachera en silencio. El animal se encontraba en otra estancia. Todo estaba lejos. No llegaba a hacer frío pero podría hacerlo en cualquier momento. Fue la añoranza de lo que nunca fue (ni podrá ser nunca en el mundo fenoménico). Fue sentirse vieja en el vertedero que hay a las afueras de un pueblo al que las montañas amenazan con sus moles. Fue cuando pensó en el peso de las moles. Fue cuando pensó en sus ojos y el sonido que se producía en su corazón cuando la veía acercarse. Fue el asombro. Fue Shakespeare, una vez y siempre. Una vez y siempre Shakespeare. Fue sentir sus versos como verdades. Fue entender que hubo alguien que entendió en toda su dimensión la condición humana. Fue una lectura. Fue un saltamontes firmemente adherido a un muro. Fue el atardecer en las alturas, el oro viejo de un sol de otoño cuando noviembre se acerca y las brumas alcanzan la perfección. Fue nostalgia. Fue aviso. Fue ráfaga. Fue acurrucarse porque ha llegado la noche, una noche más, una noche en la que puede ser consciente de que es la noche. Fue la sopa con fideos. Fue el queso parmesano. Fue cerrar los ojos y no rezar. Fue no creer en Dios. Fue asistir atónito al vendaval. Fue maquillarse. Fue aniquilarse. Fue precipitarse. La aurora no había llegado. Los petirrojos no estaban en los árboles. El poste seguía caído. Las nubes barrían el aire. Fue el buitre en la roca. Fue el cormorán en su costa. Fue el faro en uno de los confines del mundo. Fue la pena. Fue la nena que se hundió en la mar. Fue un anillo. Fue un postigo. Fue el polvo que levanta las ruedas del carro. Fue la siesta en la era. Fueron los pasos por las galerías del museo. Fueron sus manos de cera. Fueron sus ojos plateados. Fueron las ganas de amar.
 

Ensayo poético

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/10/2023 a las 18:44 | Comentarios {0}



Desde las manos se lo decía [...] El mundo entero o medio mundo [...] A veces, muy pocas, reía con sus chistes malos; uno decía, en las salas de espera de los oftalmólogos se lee muy poco [...] también el inicio de un cuento, Esta tarde hemos enterrado a mi suegra en el jardín, quizás aquí, previamente se podría poner una nota aclaratoria que dijera, Basado en un hecho real [...] Así lo haría, con las manos todo, una expresión matizada, una expresión experta [...] es lo que significa, es una melodía, también el ritmo distinto [...] lo dejará descansar hasta mañana [...] hacer con él [...] la noche había llegado al camino [...] renunciar es un verbo conflictivo [...] era la música, un acento y si lo quisiera un silencio de lugar remoto, gran desierto, altura sideral, vacío absoluto, universo en una pequeña habitación de una casa de aldea. La oscuridad de las noches de las montañas. La ausencia casi absoluta de sirenas. El no gentío. El trajín de las pequeñas cosas [...] eso que ocurre en la calles de las grandes ciudades y que no supone ni anécdota: un tropiezo, un estornudo, un aroma, un lapsus, un olvido, un escalón, la repentina iluminación de un escaparate [...] ¿esas cosas?
 
Una escena de teatro Kabuki. Japón ca. 1865
Una escena de teatro Kabuki. Japón ca. 1865

Ensayo

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 13/10/2023 a las 20:09 | Comentarios {0}


Fragmentos


La urraca sobre la horca de Pieter Brueghel El Viejo. 1568
La urraca sobre la horca de Pieter Brueghel El Viejo. 1568

Las aceitunas fueron confiscadas, eso es todo lo que sabemos. ¿Nos serán devueltas? ¿Navegan rumbo a un puerto del Atlántico Norte? [...] ¿era eso? o ¿es un mensaje cifrado? [...] venga, no tengas miedo, la noche ya está cerca [...] si no vuelven benditas sean [...] la tristeza ya está hecha [...] no te detengas, no describas, esconde la mano, escóndete [...] la noche fuera de luna nueva [...] esos bichos que aparecen se quedan arriba, ¿acechan los cielos? ¿son súcubos? ¡Qué débil es la gravedad! Vigila cuando caiga la noche [...] se calza, se mira en el espejo [...] así no se consigue respeto, con la esclerótica inflamada y nebulosas y desequilibrios [...] no pienses en las que zarparon, contempla lo que va a ocurrir [...] acepta tus decisiones [...] no rezongues y no porque te estemos mirando sino porque la cultura está dando uno de sus giros dramáticos [...] no ha sido la aurora la señora, ha sido más bien un señor llamado Amanecer y ahora mira, observa desde lo alto o hasta donde tú llegues en qué queda todo y no te quejes, no te quejes nunca, todo es una suma y en ese acto memorístico no hay juicios de valor... deberías como buen samaritano desprenderte de ellos y hablar, conseguir llegar a escribir sin prejuicios de ti mismo, la forma de tus uñas, la cadencia de tu paso, tu cegueras, tus animaladas, tus salidas de tono, el mostrar que no aguantas más [...] una marea en estos últimos años cuando ves cómo se acerca la Parca -y con ella la peur-, se va haciendo grande, casi gime y la ves en instantes supremos como hace una semana en la que disfrazada de Land Rover casi acaba con tus días en una carretera de la nación; sería un instante, te partiría ese cuello tan rígido que tienes, muestra inequívoca te dices de tu rigidez mental (antes la mente fue llamada espíritu y aún antes alma se la llamó) [...] la prosodia es otra [...] hoy por vez primera una vaca te ha asustado, te hemos visto pegar un brinco y tu corazón saltaba en el pecho como una gacela herida [...] vuelve por donde has venido, asume la no queja, tienes suerte, cabronazo, que no se te olvide, que nadie te lo quiete, ni tú mismo cuando aparece tu alma de niño y como tal vuelves a ser un tanto mendaz [...]
 

Ensayo

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/10/2023 a las 18:06 | Comentarios {0}


Fragmentos


Pietro Berretini da Crotona Tabulae Anatomicae XVI
Pietro Berretini da Crotona Tabulae Anatomicae XVI

No lo conseguirás
Ahora tan sólo esperas que la muerte sea nada [...] sobre todo no juicio [...] también nadie [...]
El hecho: caminas con el perro por una calle; el perro hace sus necesidades; te planteas, es cierto, si recoger una de sus deposiciones -; sueles recogerlas; que tú hayas visto eres el único que lo hace. Sale un hombre de su casa y de malas maneras te afea el hecho de que utilices su calle como meadero y cagadero; tienes una bolsa en la mano; le respondes que lo ibas a recoger; el hombre insiste, te vio el otro día dejando una bolsa bajo un matorral; es cierto, lo hiciste; también es cierto que no hay una sola papelera en toda esa zona; le dices que ya está bien; el hombre sigue con la voz alta y de repente estallas, le gritas que no te siga hablando en ese tono; él no ceja y saca su móvil y parece que te hace fotografías, tú le insistes en que ni se le ocurra fotografiarte, que le denuncias, él sigue y contesta que muy bien, que lo denuncies; entonces te acercas a él, levantas el bastón, lo amenazas; él, muy seguro de sí, te anima a que le atices; desde la casa se escucha la voz de su mujer que repite, cansinamente, el nombre de su marido; tú te das cuenta de lo que estás a punto de hacer; bajas el bastón; te alejas; reflexionas, te apesadumbras; no soportas que te griten; llegas a tu casa; dejas al perro; vuelves en busca del hombre que ahora está comentando con una vecina lo ocurrido; desde lejos le dices que vienes a disculparte; lo haces, le ofreces la mano, te la acepta; habláis con calma; no te interesa y escuchas; vuelves a tu casa decepcionado contigo; podrías argüir motivos para tu ira pero no te confortaría y está bien que así sea; sólo sientes que has vuelto a cometer uno de los dos únicos pecados: la impaciencia. Y eso, para ti, es imperdonable. Por eso esperas que en la muerte no haya juicios, ni calles sin papeleras, ni perros con ganas de hacer pis, ni personas que se planteen lo que sí tienen que hacer, ni vecinos dispuestos a gritar, ni cánceres dolorosos, ni enésimas guerras israelí-palestinas (Goliat contra David), ni deseos sexuales, ni seres como tú; es más, en la muerte esperas que no haya personas [...] nada ni nadie [...]
 

Ensayo

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/10/2023 a las 15:52 | Comentarios {0}


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