Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Clerc: Persona ilustrada o sabia
Clerc: En la llamada Edad Media, estudiante.
Deriv.: Clérigo, Clerecía.



No vas a meditar nada, le dijo la maestra al clerc.
Así transcurre la mañana.
Todos están callados.
Fuera, alguna vez, se escucha una ráfaga de viento.
Pueden girar los cuellos (los que puedan, hay cuellos que no giran, cuellos que se quedaron atrofiados por enfermedades sin sentido, enfermedades que llegan a los cuerpos como llegan a las sociedades formas miserables de dolor; enfermedades que engañan a sistemas y los ponen en alerta cuando no hay peligro ninguno ni tan siquiera riesgo de él; lo mismo que la enfermedad de la codicia, lo mismo que los grandes empresarios y sus negocios basados en el expolio del más débil. Desde siempre ha sido así, desde que se pensó una forma de historiar, una filosofía de la Historia; incluso se idearon filosofías de la Historia que inauguraron la sumisión del pensamiento al poderoso de turno; eso de la Historia, eso de las causas y los efectos, ese misterio que anima toda la civilización occidental que es el descubrimiento del origen del movimiento. De ahí, quizá, el encuentro entre la atrofia de un cuello y la hipertrofia de un sistema social como es el capitalismo –un sistema religioso al fin y al cabo- que necesita –como toda religión- sus víctimas, sus sacrificios, sus próceres y sus mártires).
Así transcurre la mañana.
Uno de los alumnos piensa, mientras araña con desgana la tapa del pupitre, que no puede invocarla. No dirá el qué. Sólo que no puede. No puede hacer que aparezca. No puede hacer que sonría. No puede, sabe que no puede, echar el tiempo atrás; tiene, en su conciencia de civilización, la certeza de que el tiempo no es reversible, de que el tiempo tiene un flecha de sentido y ese sentimiento o percepción marca para siempre la vida de todos los que la sienten así. ¿Es así? se quiere preguntar, retóricamente, el alumno que divaga mientras araña con desgana la tapa del pupitre. ¿Es así el tiempo? ¿Es necesariamente así la jerarquía social? ¿Es necesario que ante las narices de todos, por medio de los medios de comunicación, tengamos que asistir al derroche de los poderosos? ¿Tenemos que ver, es más, tenemos que admitir que como elemento de protocolo en el reino de Marruecos, los súbditos de Mohammed VI tengan que besar su mano fingiendo un temor reverencial? ¿Tenemos que admitir que en España haya un protocolo que se llama, popularmente, el besamanos en el que se tiene que inclinar uno ante el rey y hacer –sólo las mujeres- una graciosa reverencia a la reina? ¿Quiénes hostias son esas personas para que nadie tenga que humillarse ante ellos aunque sea tan sólo protocolariamente, aunque sea una forma de recuerdo de lo que sí aconteció un día cuando los reinados eran absolutos? ¿Por qué nos tenemos que asustar ante uno al que se le adjudica el título de Presidente? ¿Cuándo por fin las barricadas servirán para expulsar a los comerciantes del templo? Así piensa uno de los alumnos mientras por las ventanas de la clerecía el tiempo pasa y la luz anuncia que la llegada del invierno no ha de andar muy lejos.
¿Qué es de la maestra?
¿Quién es esa mujer que se sienta ante una mesa -elevada del suelo por medio de un estrado- frente a toda la clase de clercs? ¿Quién fue el artesano que colocó el pizarrón detrás de la maestra? ¿Lo construyó él? ¿El material de la pizarra es el mismo que el de la piedra que se utiliza para cubrir los tejados de los pueblos negros de La Alcarria?
¿Quién es esa mujer a la que se le ha otorgado –por medio, imaginamos, de un organismo estatal- el título de maestra? ¿Maestra? ¿Qué están aprendiendo los clercs a esa hora de la mañana?
Los refugios ya están preparados -lee una clerc, situada tres pupitres por delante del clerc que arañaba con desgana la tapa del suyo-, el miedo a la invasión se refleja en los rostros de la población adulta, la población infantil muestra en general caras de curiosidad mientras que la senil muestra más bien un gesto de hartura. La clerc conoce la palabra impronta. Es más, la clerc sabe que mediante esas lecturas le están generando memorias de saber. Es más, la clerc sabe que ese saber no es absoluto. Es más, la clerc guarda en su seno un secreto: ha llegado el momento de acabar con todo esto.
 

Narrativa

Tags : La Clerc Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/08/2022 a las 13:41 | Comentarios {0}








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