Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Inspiraré el viento suroeste y las campanas sonarán hasta las doce de la noche [...] libertad que tiene su reverso [...] no, no me dejes hacerlo, tápame la boca o hazlo con los ojos; haz que me quede quieto, que me vuelva pulpa de algún fruto sin resto de acidez. La tarde se estaba haciendo y tú paseabas por el jardín. Yo sabía que algo te atormentaba. Te había visto tantas veces en ese estado. ¿Me viste tú? ¿Rehuiste mi mirada?[...] íbamos cayendo sobre ella, íbamos aceptando la noción de cantidad, no sé si fue justo entonces cuando surgió en mi pensar la noción de palabra; sí sé que poco después supe que hasta que se pronunciara la primera habrían de pasar miles de años, mis oídos no la oirían, mi mente las presintió [...] verde y mota de rojo y algo de ocre y gris [...]  dijo que volvería. Recuerdo su mirada, en realidad la mirada de su ojo izquierdo (cómo miró el derecho no lo puedo saber. A fuer de ser sincero ni siquiera podría afirmar que mirara), en la que parecía concentrarse la idea de fe, de confianza, de "confé" (si pudiera decirse así, si existiera esa palabra que es más tajante, más seca) [...] la luna llena rompió el velo de la nube [...] poco más hace, un canuto aunque reste lectores, la suma de una deuda, la inspiración de ese segundo grato, la conciencia de bienestar que relaciona de inmediato con un atardecer en Cap de Creus [...]
 

Ensayo poético

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/11/2023 a las 17:03 | Comentarios {0}



[...] navegamos dentro de la membrana [...] hay un suelto, un matiz en esa palabra que pronuncié en febrero cuando asomaba de nuevo la primavera [...] navegamos, pulsamos, miramos a los ojos (no son necesarios los otros ojos para mirarlos; la mera predisposición, la voluntad bastan), sin arrepentimiento. Hay algo que sabemos y es que a no todos importamos. Es bueno saberlo. Quizás entonces el espíritu del deporte. Aceptar la derrota. Aceptar la victoria [...] parece que la intención entre los aborígenes australianos es que los mayores acompañan a sus cachorros en el camino a la madurez, no los guían; no es, por lo tanto una jerarquía vertical, [...] aceptemos la derrota dentro de la membrana [...] ¿queda en el universo la intención? ¿y si la materia oscura estuviera formada por la masa de los pensamientos siendo que cada pensamiento tuviera una masa y fuera el pensar una característica universal? ¿cuántos pensamientos habrá habido en todo el espacio-tiempo  y en cuantas dimensiones desconozcamos? ¿cuántas formas de pensar habrá? ¿tienen la misma masa un pensamiento elaborado y una banalidad? ¿tiene más masa la banalidad? ¿podemos afirmar que la rodilla no piensa? [...] así te abrazaría... si hubiéramos llegado a ese grado de intimidad... si yo supiera, si tú hubieras querido... las cosas fáciles... llegas, te preparo un café, te haces un cigarrillo, nos sentamos en la cocina, cae la tarde, es otoño, estás animada, preparas un viaje, todo saldrá bien, ya verás y sonreímos...  [...] te gustaría el lugar donde vivimos. La membrana sigue elástica y firme. La estasis queda lejos.
 

Ensayo poético

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/11/2023 a las 00:23 | Comentarios {0}



Fue la constelación. Un apache en lo alto de loma. La visión de una imagen que provenía de la niñez. Fue al quedarse sin palabras (fuera caía una lluvia densa, la lluvia que cala las casas, la lluvia que suena a amenaza, la que desborda ríos, la que anega vaguadas, la que ante nada se detiene). Fue al contemplar durante horas el paso de la luz por una ventana. Fue el azar tuerto (sí, un azar que se levantara un poco la venda de sus divinales ojos y jugara un poco con la vida). Fue caer sin saber muy bien dónde se cae. Fue aturdimiento, mucho aturdimiento y muy constante; un estado físico que mantiene suspendidas las decisiones y que (quizás a ti, quizás a mí) hace creer que la duda no podrá dejar de socavar la esperanza. Fue una borrachera en silencio. El animal se encontraba en otra estancia. Todo estaba lejos. No llegaba a hacer frío pero podría hacerlo en cualquier momento. Fue la añoranza de lo que nunca fue (ni podrá ser nunca en el mundo fenoménico). Fue sentirse vieja en el vertedero que hay a las afueras de un pueblo al que las montañas amenazan con sus moles. Fue cuando pensó en el peso de las moles. Fue cuando pensó en sus ojos y el sonido que se producía en su corazón cuando la veía acercarse. Fue el asombro. Fue Shakespeare, una vez y siempre. Una vez y siempre Shakespeare. Fue sentir sus versos como verdades. Fue entender que hubo alguien que entendió en toda su dimensión la condición humana. Fue una lectura. Fue un saltamontes firmemente adherido a un muro. Fue el atardecer en las alturas, el oro viejo de un sol de otoño cuando noviembre se acerca y las brumas alcanzan la perfección. Fue nostalgia. Fue aviso. Fue ráfaga. Fue acurrucarse porque ha llegado la noche, una noche más, una noche en la que puede ser consciente de que es la noche. Fue la sopa con fideos. Fue el queso parmesano. Fue cerrar los ojos y no rezar. Fue no creer en Dios. Fue asistir atónito al vendaval. Fue maquillarse. Fue aniquilarse. Fue precipitarse. La aurora no había llegado. Los petirrojos no estaban en los árboles. El poste seguía caído. Las nubes barrían el aire. Fue el buitre en la roca. Fue el cormorán en su costa. Fue el faro en uno de los confines del mundo. Fue la pena. Fue la nena que se hundió en la mar. Fue un anillo. Fue un postigo. Fue el polvo que levanta las ruedas del carro. Fue la siesta en la era. Fueron los pasos por las galerías del museo. Fueron sus manos de cera. Fueron sus ojos plateados. Fueron las ganas de amar.
 

Ensayo poético

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/10/2023 a las 18:44 | Comentarios {0}


Primer texto escrito en la nueva casa -a la que mis amigos llaman "la casita de caramelo"- al sexto día de llegar


¿Rosa tirando a rojo? Fotografía de Olmo Z. Agosto 2014
¿Rosa tirando a rojo? Fotografía de Olmo Z. Agosto 2014

¿Es aquella niebla rosa? o ¿Lo rosa es niebla? ¿Es útil la contemplación de la libación de una mariposa? Escucha la música en la tarde. Un poco cool, sí, como de chill out en la playa de Trafalgar. Yo estuve en el faro de Trafalgar pero no pude revivir la batalla. Algún pecio he visto. He nadado por el Atlántico y he sentido cómo la corriente quería arrastrarme con ella hasta Tánger y allí vestirme con una chilaba, oscurecerme la piel, otorgarme el don de lenguas y hacerme caminar como moro por la calle de la Roca de Dradeb hacia mi casa cuya llave llevo en el bolsillo; una casa donde me espera una mujer que no podría dejar de llamarse Fátima y una caterva de chiquillos, más de ocho y menos de trece, que me reciben con los brazos abiertos y ganas de comer; sé el nombre de todos, sé la oraciones a Al-lāh, sé comportarme en la mesa y hacer que se comporten, sé dejarme hacer el amor por Fátima, sé quedarme dormido cuando sale la luna y sé, sé, sí, soñar en árabe con mitos y simbologías árabes; sé levantarme a la mañana siguiente y volver por donde he venido y nadar de nuevo en el Atlántico cuya corriente me devuelve a la costa española y al llegar me he vuelto claro, etc... ¿Es aquella niebla rosa? ¿Son los recuerdos algo? ¿Somos corrientes? ¿Naves al pairo somos?
 

Ensayo poético

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/09/2023 a las 17:19 | Comentarios {0}



En su descargo dirá que sintió que la ruptura fue sobrevenida. No fue algo, dirá, que él sintiera como inevitable -podría haber ocurrido lo contrario o una situación intermedia o más cerca de la ruptura absoluta o más acá del encuentro constante-. Eso siente.

La enfermedad como resultado del dolor emocional. La enfermedad como camino. A veces le viene esa posibilidad: que el dolor de su ausencia le provoque un mal definitivo. También la muerte es camino. Sólo que no quisiera sentir que la vereda nueva, la vereda sin conciencia, se abre por los extraños camino de la ausencia.

Alguna mañana mira las montañas e intenta calcular el peso de cada una de ellas. ¡Cuántos miles de toneladas ha de pesar una montaña de roca calcárea! Esos pesos que sin embargo no logran aplastar la corteza de la tierra. ¿Y la tierra? ¿Aplastan las montañas la tierra?

La tardes de verano son un limbo y ahí -lugar de brumas, lugar de siluetas que nunca se resuelven en cuerpos definidos, lugar de sudores calientes y de sudores fríos, lugar de soledades, lugar de masturbaciones, lugar de duermevelas, lugar de esperas sin fin, lugar de añoranzas, lugar de quietud y parálisis, lugar de pecados originales, lugar infantil, lugar lechoso, lugar sin límites- ahí surge, quieta e inquieta, la extrañeza.

Las noches en cambio son tiempos de evasión. Nada recuerda a nada. Todo se puede dejar para mañana. La cama es el lugar del recogimiento. El sueño el gran unificador. Así el día, la tarde, la noche, el día, la tarde, la noche, el día, la tarde, la noche, serenada del tiempo, espera de la nueva vereda, deseo de saber.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/08/2023 a las 11:06 | Comentarios {0}


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