Palíndromo: frase que leída de izquierda a derecha o de derecha a izquierda dice lo mismo
Raza y azar
Veamos las fotos (que muestran elementos de los que no queda rastro. En colores extraños más cercanos al oro que a la sepia, llenas de gentes muertas, edificios muertos, postes eléctricos muertos, ríos muertos, puentes colgantes descolgados) en su calidad de fantasmas.
Una foto es un fantasma. Un momento quieto. Un insulto a la física. Porque nada es inmutable.
La fotografía contiene algo de sagrado, algo de alejado, algo de ubicuo.
Fotos de antiguas amantes, de viejos amigos, de hijos pequeños (que ya son grandes), de pueblos que ya no existen aunque se mantengan sus nombres (no existe Benidorm del año 1964 cuando era un pequeño pueblo de pescadores con un par de edificios algo elevados).
La fotografía en su intento de fijar un presente lo que hace en realidad es fijar un pasado.
Madrid antiguo
Una foto es un fantasma. Un momento quieto. Un insulto a la física. Porque nada es inmutable.
La fotografía contiene algo de sagrado, algo de alejado, algo de ubicuo.
Fotos de antiguas amantes, de viejos amigos, de hijos pequeños (que ya son grandes), de pueblos que ya no existen aunque se mantengan sus nombres (no existe Benidorm del año 1964 cuando era un pequeño pueblo de pescadores con un par de edificios algo elevados).
La fotografía en su intento de fijar un presente lo que hace en realidad es fijar un pasado.
Madrid antiguo
Bradomín Arcansol dedujo, tras ver caer la lluvia durante veinte días, que nunca como ese año engordarían los caracoles.
La secuencia se detuvo cuando ella dijo, Somos en nuestra quimera doliente y querida, dos hojas que el viento juntó en el otoño.
Bradomín no fue marqués.
La siguiente secuencia se inició así, ¡Nada más que eso somos!
Los caracoles, en efecto, fueron hermosos. En una taberna de Tirso de Molina se hicieron festejos.
Una pancarta lucía a una extremeña en bolas.
Otra pancarta alardeaba de bastones con mira telescópica.
Los cuernos rodaban por las mesas.
La secuencia se detuvo cuando ella dijo, Somos en nuestra quimera doliente y querida, dos hojas que el viento juntó en el otoño.
Bradomín no fue marqués.
La siguiente secuencia se inició así, ¡Nada más que eso somos!
Los caracoles, en efecto, fueron hermosos. En una taberna de Tirso de Molina se hicieron festejos.
Una pancarta lucía a una extremeña en bolas.
Otra pancarta alardeaba de bastones con mira telescópica.
Los cuernos rodaban por las mesas.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/04/2010 a las 11:59 | {1}