Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Carta que estoy enviando a todos los diputados del Congreso.


Señor Diputado:
He tomado la decisión que está usted leyendo, es decir le voy a escribir a usted. ¿Cómo se encuentra? ¿Desayunó bien esta mañana? Si tiene hijos, ¿los ha dejado en el colegio? ¿Ellos han desayunado? Y su pareja ¿qué tal? O su soledad, ¿le agrada? Son preguntas muy sencillas. Son preguntas de toda la vida. Preguntas de personas que saben que ese día volverán a casa, abrirán la nevera, picotearán algo… esas cosas.
Porque esa vida usted la vive, entonces al vivir usted esa vida no puedo llegar a creer eso que me dicen de que los políticos se encuentran alejados de la vida diaria del común de los mortales porque usted señor diputado es un simple y llano mortal y por lo tanto esa excusa de una especie de limbo social en el que ustedes viven no tiene sentido alguno. Apartada por lo tanto esta posible explicación del aparente descuido del sentir de los ciudadanos y suponiendo, por ahondar, en que obligación suya es saber de nuestra vida más que el común de los mortales, me atrevo a preguntar, ¿qué les lleva a comportarse de esta manera? ¿cómo atacan a quienes les dan de comer? Porque es el ciudadano el que le permite desayunar por las mañanas, llevar a sus hijos al colegio, picotear algo de la nevera. Porque usted, señor diputado, cobra un sueldo que sale de nuestros sueldos, ¿lo entiende usted?
Y ¿por qué digo atacar? Porque es el verbo más correcto. Mire, a mi me gusta mucho el diccionario de Autoridades, y en una de sus acepciones comenta que atacar es embestir al otro –le recomiendo que lea las otras acepciones. Metafóricamente con el asunto que estoy tratando no tienen desperdicio-. Ustedes están embistiendo nuestra forma de vida. Normalmente cuando se produce una embestida, la parte atacada puede recular, pero hay una ley física que avisa que la fuerza con la que se empuja genera una fuerza opuesta igual. Y dirá usted: si esto fuera así las fuerzas siempre estarían en equilibrio. Permítame recordarle la variable de dos fuerzas enfrentadas: la resistencia.
Usted lo habrá oído. Usted sabe que el sistema en el que vivimos ha estado sustentado en dos pilares básicos: el político y el económico. Dos pilares enfrentados. Dos pilares en lucha. ¿Se da usted cuenta de que la resistencia económica ha sido mayor que la política? ¿Se da usted cuenta de que el poder económico les está haciendo recular? ¿No es usted consciente de que el mayor aliado que podría usted encontrar para recuperar el poder perdido somos nosotros? O ¿se ha pasado usted al bando vencedor (de momento)? ¿No ha pensado que, en última instancia, si las cosas siguen haciendo aumentar el poder económico, se va a quedar usted sin trabajo?
Recapacite. Y recuerde que si es cierto que la insatisfacción genera consumo –según estudios realizados en el año 1925-, la desesperación conlleva alzamientos y ustedes con su actitud están provocando la desesperación en cientos de miles de ciudadanos. Imagine: hoy no tiene desayuno. Los niños no van a ir a la escuela. Su vida se pudre en la desesperación de no poder darle lo mínimo a los suyos ni a sí mismo. Y alrededor unos pocos pasean su vida en la abundancia. ¿No le suena? ¿Leyó historia? ¿Es lo que busca?
Reaccione señor diputado por nosotros y para usted.
Suyo afectísimo:
Fernando García-Loygorri Gazapo

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/09/2012 a las 18:35 | Comentarios {0}


Nadie sabe nada
Esperar debería ser un verbo intransitivo. O tan sólo reflexivo
Si amas no cejes
Mantén en ti el gozo que sentiste
Y siente ahora la congoja (sin derivarla del gozo)
Si viste sus ojos, viste sus ojos
Si intuiste su talle, intuiste su talle
Si soñaste mañana, ese sueño siempre ha sido
Ahora no turbes la tarde
Que avance
Es única

Ensayo

Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/09/2012 a las 16:56 | Comentarios {1}


Alegato entusiasta de Isaac Alexander por la manifestación del 15-S en vísperas de su encuentro con dos mujeres


No iré. No pondré excusas más o menos plausibles. MIentras los ciudadanos muestran su indignación, yo me dedicaré al sentimiento pequeño burgués del encuentro con dos mujeres. ¡Queridos, disculpadme, y a por ellos! Mi voz habría sido una más, mis consignas las vuestras aunque añadiría un par de lemas del estilo: ¡España nación sin gentilicio hasta el siglo XII! o ¡Maldita sea la hora de la casta cristiana! o ¡Cataluña a la font del gat! y más, yo añadiría: ¡Vascos derivad! ¡Gallegos desmembradiños! ¡Andaluces sed árabes! Y que España se llame por fin lo que es: Castilla León (aunque lo de León se podía quitar. Demasiado largo el nombre del país. O dejarlo en sigla: C.L. Por ejemplo: El primer ministro de C.L. ha declarado nulos los silos de Tordesillas). A los murcianos país propio. Y al condado de Treviño. Navarra que sea por fin francesa y con La Rioja, pues yo qué sé que lo decidan jugando al mus en una bodega. Con Aragón no me decanto. Y Canarias que orce y desaparezca en las regiones mágicas de la Atlántida.
Mañana gritad (yo gritaré en mi baño mientras me acicalo; gritaré alto; gritaré versos de Gabriel Celaya y de León Felipe y de Blas de Otero porque la poesía es un arma cargada de futuro), gritad alto mientras las autoridades se asemejan cada vez más a carroña y mentira; gritad mientras el miedo se infiltra por las televisiones; gritad lo evidente; gritad lo vergonzoso; disculpadme si os sugiero lo que tenéis que gritar. Nada más lejos de mi intención. Gritad temas surrealistas. Enarbolad la bandera Dadá. No por nada sino por una general sensación de que si hubiera voluntad política esta crisis se arreglaba en tres días. Gritad -yo lo haré mientras conduzco al lugar del encuentro: una calita muy hermosa donde desemboca un río, de tal forma que uno se puede bañar en dulce o en salado; y en la calita un chiringuito con una camarera que pone el alma en lanzadera y la alegría en su punto de acidez; y en el chiringuito una mesas de madera de boj y la arena muy blanca; y la calita orientada a occidente y así, al caer la tarde, el incendio del horizonte volverá insolentes nuestras pretensiones; y en el chiringuito meditaremos las últimas consecuencias de los canallas; y en la calita tomaremos el último baño de la tarde; y en el mar sentiremos que en ese mismo instante empieza todo- la ausencia de verdad, la pantomima; gritad por los muertos de hambre; gritad por los muertos suicidados; gritad por mí (si me hacéis el favor) porque hoy no será mañana; gritad hasta enronquecer; montad a hombros a vuestros hijos; que haya algo de fiesta en vuestras reivindicaciones; salid en la prensa y en los noticiarios: yo no seré noticia. Con la noche y sus estrellas, a un lado la mujer rubia y al otro la mujer morena, me emocionaré pensando en una frase que leí esta mañana y conjeturaré sobre la conveniencia de manifestarse cada uno ante sí mismo.

Miscelánea

Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/09/2012 a las 19:13 | Comentarios {2}


¡Era aquello!
¡Era la última! o ¡la penúltima! No se quedó allí. Ni dio tumbos. Se quedó mirando a. La lluvia no. Y más aún.
¡Furcias!
¡Cabrones!
Se despeñaba llega a las alcantarillas el rumor del reguero de la mierda y sus habitantes la melodía turbia de una seducción idiota y barcos y melenas y la
Meneó la cola
Aireó los pechos
Mostró el perineo limpio patena para hostias sagrada forma de la corrupción
Dijo que en la risa
y que muchos
Al final
Y poco
El suspiro le llevó a la meditación sobre si sorber los sesos o dejarlos ir hasta el estado de putrílago
Morse
Refrenó el
Calló la guitarra
Enjalbegó con guisopos de piel de cordero
Lobo e
Mediodía
Francisco de Goya. Viejos
Francisco de Goya. Viejos

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 13/09/2012 a las 18:05 | Comentarios {0}


Michel de Montaigne. Libro Tercero. Capítulo II. Editado por Cátedra. Traducción Almudena Montojo



(...)
Nosotros, mi libro y yo, vamos de acuerdo y con la misma marcha. En otros casos puédese elogiar la obra y criticar al obrero, por separado; en éste no: si se ataca al uno, se ataca al otro. Quien juzgue sin conocerlo se hará más daño a sí mismo que a mí; quien lo haya conocido me habrá satisfecho del todo. Seré feliz más allá de mi mérito con sólo conseguir de la aprobación pública que piensen las gentes de entendimiento que yo habría sido capaz de sacar provecho a la ciencia si la hubiese tenido y que merecía que la memoria me hubiese ayudado más.
Justifiquemos aquí eso que suelo decir, que raramente me arrepiento y que mi conciencia se contenta consigo misma, no como la conciencia de un ángel o de un caballo, sino como la conciencia de un hombre; añadiendo siempre esta coletilla, coletilla no de cortesía sino de natural y esencial sumisión: que hablo preguntando e ignorando, remitiéndome siempre para la decisión, pura y simplemente, a las creencias comunes y legítimas. No enseño, cuento.

Invitados

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/09/2012 a las 19:44 | Comentarios {0}


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