Visítala

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/01/2017 a las 13:14

No hay disturbio que altere el sonido de la campaña ni guadaña capaz de cortar el tallo de esa planta.
La ira se ha vuelto blanda y el cielo está tan azul que da frío.
Has salido sin tu gorra y sin los guantes; has mirado el sol de enero; has recorrido las calles como siempre; has comprado el pan al panadero campechano; has felicitado el año a un árabe sabiendo que para él el año nuevo aún no ha llegado y él, cortésmente, te ha agradecido tu deseo; has vuelto a tu casa y has iniciado la jornada.
No hay disturbio en la distancia; desear es un verbo demasiado fácil (que conlleva una acción costosa); acallar la ansiedad una labor que puede llevar toda una vida y ni aún con una vida a veces basta; desistir no es renunciar exactamente como el silencio siendo música es también su ausencia.
Ahora, cuando termines de divagar una vez más, irás a la cocina y fregarás los platos (¡cómo te gusta el fregadero vacío!); pasarás la bayeta por la encimera; te dirás que mañana limpiarás los fogones; mirarás por encima los tiradores de los armarios; verás lo que has de comprar en el supermecado y te harás la infusión que mantiene limpios los filtros de tu cuerpo.
No hay disturbio en el tiempo.
La canción sacude nostalgias. La habitación de un hotel es fría si tu mente no fantasea en ella. Como también lo es tu espalda si nunca deseaste -verbo fácil, acción costosa- conocerla como conoces tu vientre o tu pecho.
El viento del norte. La pluma cargada con tinta verde. Los restos del fumar. Una música de tango deconstruido. La lejanía. Visítala como se visita a un amigo al que le han amputado el pie. Animoso y triste. Visítala pero que sea una visita rápida. Incluso te diría que la visites y te vayas enseguida y deja que la campana se asuste; deja que el viento del Este anuncie el nuevo día.
Venga, y ahora a la cocina, a dejar el fregadero vacío como un amar dormido.
Ensayo | Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/01/2017 a las 13:14 | {0}