La generación y la muerte (alimentación, reproducción y excreción). Duodécima cita del mes de mayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/05/2013 a las 10:23

El mundo como voluntad y representación. Arthur Schopenhauer. Libro 4º. Del mundo como voluntad. Segunda consideración. Afirmación y negación de la voluntad de vivir una vez alcanzado el autoconocimiento. Traducción Rafael José Díaz Fernández y Mª Montserrat Armas Concepción. Editorial Akal.



§ 54
pag. 303
[...] Que la generación y la muerte han de considerarse como algo perteneciente a la vida y esencial a este fenómeno de la voluntad, se desprende también del hecho de que ambas se nos presentan como expresiones altamente potenciadas de aquello en que consiste la entera vida restante. Ésta no es ni más ni menos que un constante cambio  de la materia bajo la firme permanencia de la forma; y algo semejante es la imperdurabilidad de los individuos bajo la perdurabilidad de la especie. La alimentación y la reproducción incesantes no se diferencian sino en algún grado de la procreación, y la excreción incesante sólo en algún grado de la muerte. Lo primero se muestra de la manera más clara y sencilla en la planta. Ésta no es otra cosa que la constante repetición  de un mismo impulso, de sus fibras más sencillas, que se agrupan en hojas y ramas; es un agregado sistemático de plantas semejantes que se sostienen las unas a las otras, y cuyo único impulso es reproducirse sin fin; para satisfacerlo completamente, la planta asciende, por la escala de la metamorfosis, hasta la flor y el fruto, que son el compendio de su existencia y esfuerzo, pues de este modo alcanza, por el camino más corto, su único objetivo, y a partir de este momento conseguirá mil veces de una sola vez lo que hasta entonces había conseguido individualmente: la repetición de sí misma. Su inclinación al fruto se parece a la del escrito por la imprenta. Evidentemente, en los animales sucede lo mismo. El proceso alimenticio es una generación incesante, y el proceso generador es una alimentación altamente potenciada; el placer del acto generador es el bienestar altamente potenciado del sentimiento vital.
Por otra parte, la excreción, la constante eliminación y expulsión de materia, es lo mismo que la muerte, lo opuesto a la generación, sólo que en un grado menor. E igual que estamos siempre contentos de que la excreción nos permita conservar la forma sin tener que lamentar la materia expulsada, la misma actitud tenemos que adoptar cuando la muerte venga a cumplir, en una potencia mayor y en conjunto, lo mismo que sucede cada día y a cada hora en particular con la excreción. Igual que lo primero nos deja indifirentes, lo segundo no tendría que hacernos estremecer. Así pues, desde este punto de vista parece tan erróneo pretender la continuidad de nuestra propia individualidad, que es sustitutida por otros individuos, como pretender la permanencia de la materia de nuestro cuerpo, que constantemente es sustituida por nueva materia. Parece tan insensato embalsamar cadáveres como conservar cuidadosamente las propias heces.

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