Estancia

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/03/2013 a las 18:40

Figuradamente va a abrirse la boca.
Luego le dirá, Déjame que empiece esto.
La lluvia habrá parado un poco y lo que antes era charco se convertirá en lodo.
Al abrirse la boca, figuradamente, saldrán al aire sus aires y se elevarán hasta más allá del éter (si el éter, si el éter)
La niña andará descalza.
La siega no habrá llegado.
El sarmiento y el tambor.
Luego le dirá, La brasa del hombre en el hombre. La terrible idea de la Idea. La tríada del fuego que nos consume. Acógeme en tu regazo y acaricia mi boca abierta, el velo que desvela mi paladar.
Sentada frente a la ventana se cepillará el cabello... rojizo. Hay una perla de sal en el cristal. Tras ella hay un altar con diosecillos regordetes y dioses hermafroditas y también una mano de madera para rascarse la espalda.
No nieva.
No es viernes.
Abierta la boca, figuradamente, se lamenta y ríe su lamento con estribillo antiguamente árabe.
Luego dirá, He cambiado las sábanas, corzo mío. La menta engalana la atmósfera del bosque y en la llanura se producirá, cuando la bajamar, la estampida de los corderos. Bésame la frente y al girarte muéstrame las manos, amor, muéstrame las manos.
Se calza las botas (que son recias, con la vieja reciedumbre de los humildes que no atienden a boatos ni coqueterías. Las botas obreras. Las botas de labor. Fuertes. Oscuras. De gruesa suela de goma). Se apañola el cabello para evitar la furia y la brisa y se echa por encima una pelliza. Llama a su perro y a su cría. Ambos acuden. Y con ellos comienza a caminar hacia la cumbre del otero donde el abuelo hila sus últimos recuerdos.
No es lunes.
La comba alegra el camino. La sierpe muestra en su reptitud la elocuencia y la memoria de manzana.
Luego dirá, ¡Árbol de la Vida! figuradamente abierta la boca en la que los dientes juguetean a ser nácar. Y ya en la cama, cambiadas las sábanas esa misma mañana, tras la visita al abuelo y sus miasmas, dirá también, Árbol del Bien y del Mal y mirará los ojos glaucos de su hombre como los de la renombrada Atenea, la de los ojos de lechuza y abierta la boca, figuradamente, dejará exhalar el hálito final de la vida de sus padres que el aire convertirá en mortaja. No habrá necesariamente llanto. Sí un planto que empezó con estas palabras, Vida de los hombres. Augusta majestad de la lenteja. Caricia del sol y primavera. Canto final. Cisne blanco. Lago con cañaveral. Soliloquio y manto. Idos, queridos míos. Ya os espera la barca y en vuestros párpados hemos depositado la moneda para el barquero. Si veis a Unapisthin decidle que esconda bien la planta de la eternidad y con el barquero guardad silencio que las palabras, donde vais, no se las lleva el viento.
Estancia de su corazón en la mano del amado.
Miscelánea | Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/03/2013 a las 18:40 | {1}