Acto II. Cuadro III. Escena 6ª de El Labrador de más aire

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/05/2022 a las 19:15

Autor Miguel Hernández



Encarnación:
A solas vengo a manar,
como una fuente de enojos,
por la raíz de los ojos
un pequeño y largo mar.
En este quieto lugar
me quejaré quietamente,
y ante el silencio presente
que el agua puebla y mitiga,
la queja que yo no diga
la dirá por mí la fuente.
Quéjate ya, corazón,
de par en par malherido,
ciervo de muerte vestido
y de desesperación.
Aquí mi queja y su son
compañera transparente
ha encontrado de repente,
y entre fatiga y fatiga,
la queja que yo no diga
la dirá por mí la fuente.
Quiero deshogar el pecho,
donde mi vida se ahoga
oprimida de una soga
que el amor de esparto ha hecho.
Corazón insatisfecho,
en los pulsos de mi frente
tu movimiento se siente,
y como a quejas me obliga,
la queja que yo no diga
la dirá por mí la fuente.
Suena el silencio a lamento
sobre el agua descubierta,
que tiene rota la puerta
de su eterno nacimiento.
Suena a cristal triste el viento,
y mi corazón vehemente
suena cristalinamente,
y como el agua se amiga,
la queja que yo no diga,
la dirá por mí la fuente.
No quisiera, corazón,
fuente de sangre violenta, 
quejarme más, porque aumenta
con mi queja mi pasión.
Pero aunque de un empujón
se fuera con la corriente
el acento adoleciente
que mi sentimiento abriga,
la queja que yo no diga
la dirá por mí la fuente.
 
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