11 Me acuerdo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 09/03/2021 a las 17:13

El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.


Pinball Zoo
209
Me acuerdo de lo mucho que el vinagre calma el dolor producido por las quemaduras del sol. Me lo aplica mi madre en los días de verano, en la infancia.

210
Me acuerdo de girarme en una cama y no saber, en absoluto, qué cama es, en qué cuarto estoy, qué etapa del día es, qué calle, qué barrio, qué ciudad...

211
Me acuerdo del bajo de la calle San Nicolás. Es una casa que me deja Imanol. Es la casa a la que me mudo tras estar una temporada en el atelier de César.

212
Imanol no es amigo mío. Lo conoce César del ajedrez. Ha jugado alguna vez con él. Es farmacéutico. Es vasco. Se vuelve a su pueblo. Me deja la casa mientras la vende. Imanol es un buen hombre. Es un acto de generosidad.

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¡Qué oscuro el bajo! Sólo tiene dos ventanas a un interior que no se puede llamar patio. La bajante principal ocupa casi el cien por cien de ese espacio. ¡Qué húmedo el bajo! ¡Qué estupendo el barrio de la calle San Nicolás! En pleno barrio de los Austrias de la ciudad de Madrid. Calle del siglo XVI. Iglesia de San Nicolás.

214
Me acuerdo de un bar al que iba algunos días al caer la tarde. Había un pinball que me gustaba (o quizás era ya un video juego primitivo cuyos nombres nunca recuerdo). Creo que estaba en la plaza de Ramales.

215
Me acuerdo del bocadillos de pimiento y tortilla de patatas que me tomaba. Cenaba muchas noches un bocadillo del bar del pinball/video juego primitivo. Normalmente un bocadillo de lomo con pimientos verdes; a veces era de lomo frito con queso fundido; siempre le pido que me lo haga con pan tomaca. Cerca de la calle San Nicolás. Cuando tenía veinticinco años.

216
Me acuerdo de una escena muy extraña. Estoy en casa de Susana. Ambos hacemos un taller de teatro con Pierre Debauche que es, en ese momento, años 80 del siglo pasado, director del Centro Dramático de Reims. Susana y yo estamos preparando la primera escena de Esperando a Godot. Yo estoy haciendo un curso de actor porque quiero, como escritor, conocer su oficio. La ventana del salón está abierta a la calle Campomanes. Justo en la casa frontera, en el mismo piso, se encuentra la casa de su novio José Andrés. Él está escribiendo. Nosotros estamos ensayando. Susana lee la escena, tumbada en un sofá; está vestida con una camiseta vieja, con medias negras y bragas claras. Yo estoy en el extremo del sofá. El sofá está frente a la ventana. Y la ventana está frente a la ventana de su novio al otro lado de la calle. Susana me pone las piernas encima, coloca unos sus pies entre mis muslos, muy cerca de mi sexo. Confuso pienso si será un juego erótico entre ellos. Me quedo quieto.

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Me acuerdo de la librería de viejo de Julián. La tardes de porros y ajedrez y buenos libros a precios tirados.

218
Me acuerdo de una fiesta terrible en El Molar. En casa de Pepito.

219
Me acuerdo de los madrugones a las cuatro de la mañana. En la calle Calatrava. Vivimos María, Andrés y yo. Un taxi me espera. He de estar a las cinco en Prado del Rey, en La Casa de la Radio, para presentar el programa despertador de Radio 3, La Calle del Ritmo. 1989-1990.

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Me acuerdo de una Nochebuena en el Rastrojillo, una finca a las afueras de Palencia. Salgo para hacer un pis bajo el cielo raso y nunca, nunca he sentido frío semejante. 

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Me acuerdo de decir una de las frases más estúpidas que he pronunciado en mi vida en Las Merindades de Burgos. Fue una Nochevieja. Estábamos cenando Ester, su pareja Balín, Pedro, Pilar, Elena y yo. En casa de Ester y Balín. En mi exaltación exclamo, ¡Elena me quiere a morir! Recuerdo que la primera sorprendida fue ella. Los demás disimulan su vergüenza ajena. Por supuesto: No me quiso a morir... y así tenía que ser.

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Me acuerdo que es tal la humedad del bajo de la calle San Nicolás que tras varios meses descubro que por las mañanas me duele tanto la espalda porque al tener el colchón de gomaespuma directamente sobre el suelo del dormitorio, condensa la humedad y un día, al levantarlo, descubro un charco de agua bajo él.

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