document.write(''); document.write('
Junto a tan alta autoridad como es Theodor W. Adorno, suscribo la idea de que a partir de Auschwitz toda la cultura es basura. Y por mi cuenta afirmo que desde inicios del siglo XX toda la civilización occidental lo es también y que como ya ocurrió en la época de decadencia de otras grandes civilizaciones su último petardazo es una glorificación del arte culinario.
- Característica propia de la especie es esa tendencia de las crías -que sienten que ya pueden volar por sí mismas- de abandonar a sus padres como se abandona lo que ya ha cumplido su función. Y antes de dejarnos llevar por emociones personales deberíamos cotejar esta actitud con las de otras especies y concluir a partir del estudio comparativo lo que fuere menester. Porque, señores míos, no es de recibo...
- ¡Y señoras mías!
- Y señoras mías, gracias señora por la duplicación a la que me aboca, pues como estaba diciendo, no es cosa baladí ese desprecio...
- ¿Y qué me dice usted, señor mío del desprecio que algunos progenitores sienten por sus crías?
- Señora mía, y señores míos y señoras mías, es que hoy debatimos sobre el problema primero no sobre el segundo. Del segundo si lo desea, podríamos hacer un ciclo pero terminemos lo que hoy henos venido a debatir.
Tú fuiste, Fernanda, espuma blanca sobre raíles de hierro.
Así no más. Una balada que llega de muy lejos (islas perdidas en un gran océano cuyos habitantes tocaran instrumentos de viento cuyos sonidos pudieran atravesar latitudes, así los mitos, en el viaje de ida y vuelta del Oeste al Este)
Veremos los pantanos como si fueran mares y los cielos vueltos del revés serán nuevos paraísos. No vengáis. Quedaos en casa. No hay nada que ver, como mucho unos pocos milagros de la primavera.'); document.write('
Yo sé, femme sans merçi, que pierdo el tiempo. ¡Ah, sí! ¡Cuánto lo pierdo! Esta mañana mismo, escucha, esta mañana, al levantar y sentir en mis riñones el aire matutino, he imaginado que ese aire, ese mismo aire fresco y limpio, era causado por tu mano al acercarse a mí, hacia mis nalgas... cuando tú, sí, terrible, inclemente, femme sans merçi, estás muy lejos. Has estado siempre tan lejos. Me he cegado tanto. He querido someterme a tus caprichos tanto que al final -así sois, ¡Oh, mujeres fatales que tanto me atraéis!- has dejado siquiera de querer hacerme daño con tu desdén.
Perseguida por el Duque busqué refugio en una ermita. Había caído la noche y gracias a eso pude ver la débil luz de un candil junto a una ventana; al acercarme observé durante un rato la silueta de un hombre vestido de hábito y tonsurado que, inclinado sobre la mesa, sorbía lentamente una sopa; la imagen de un fraile me produjo cierta paz en el cuerpo pues sabía, por boca de mi madre y de mis tías, que hombre como aquél tenía prohibido probar mujer so pena del infierno así es que me animé -también por el hambre y la sed- y llamé a la puerta. Me abrió el fraile y pronunció no sé que palabras en no sé qué lengua pero lo que sí entendí fue el gesto de la mano con el que me invitaba a pasar. Entré y lo primero que me asaltó fue un olor droga, acre, como si en aquella estancia habitara un animal venido de más allá de la muerte.
Porque ya lo dijo el poeta: el amor es una transacción comercial.
Con qué cuidado iba avanzando el hombre por la espesura. Sus golpes de machete eran rápidos y certeros como si el sonido de los tallos y las ramas al ser tronchados debiera durar lo menos posible para no delatarle a ningún depredador -o devorador de hombres- camuflado en la fronda.
Porque te mira no lo es, no, no lo es. Llegará ese día cuando no se hará la luz y en la tampoco oscuridad es casi seguro que dejará de sentir la gravedad de estar vivo. Sí, sí, se dice como si hubiera descubierto una razón para seguir, será levedad, será levedad. Cierra los ojos. Respira despacio. recuerda el Lexicon Imperfectum y quisiera tener la certeza de si Arnaldi se sintió satisfecho cuando pudo adjetivar su léxico como la existencia se percibe...
No puedo, damas y caballeros, terminar mi conferencia sin apelar, cariñosamente, a su generosidad y si el título de la misma es La desnudez bien pensante en las islas de Timor Oriental durante los primeros días de la Revolución Francesa, ¿por qué no nos despojamos de nuestros trajes y vestidos? ¿por qué no nos desprendemos de nuestras ropas interiores y nos quedamos en pelota picada y así, como nuestras madres nos trajeron al mundo, nos despedimos y damos por inaugurada la temporada nudista en nuestro querido y vetusto balneario?
No sé por qué siento tal relajación cuando leo y transcribo las elucubraciones de los etimólogos acerca de alguna palabra. Pienso si será por la seguridad que me proporciona el mundo hecho con letras que se llama Literatura porque también es literatura la escritura del diccionario -estos hombres son escritores- como también lo son los filósofos. La Filosofía debería ser ofrecida como un género literario. Miro muy concienzudamente las tipografías, las busco en la red, las transcribo y así pasan los minutos de esta mañana de julio mientras tras de mí escuchó las brazadas y las patadas de los nadadores olímpicos. A veces es tanta la concentración en la transcripción que me olvido de que estoy cociendo unos judiones de La Granja con los que haré una ensalada de verano. Me sienta bien creerme rata de biblioteca durante una mañana.
derramarse entera, querer huir de la celebración cuando es su hermana, su hermana gemela, la que está a punto de contraer matrimonio con ese puto chulazo al que nada más verle le han dado ganas de darle una patada en los cojones y cuando la ha agarrado por la cintura y le ha dicho a su hermana, Vaya, nena, no sabía que iba a tener dos por el precio de una y ha acercado su asquerosa boca a su mejilla, en ese momento ella sabía que tenía que derramarse, salir huyendo si no quería aguar una fiesta que no iba con ella. Así es que cuando el maromo la tenía por la cintura, estaba acercando su boca a la comisura de la suya (porque tenía la intención de besar parte de su boca) y empezaba a sentir la tela de su camisa en su pezón izquierdo, ella se pone de puntillas, acerca sus labios a los orejas de él y en un susurro le dice, Apártate ahora mismo de mí si no quieres que te vuele las pelotas y sonríe cuando me separe, cerdo asqueroso. El gañán lo hace.
Despídeme del mar ahora que me adentro. No quedará en la orilla huella alguna mía y los siglos pasarán por encima del momento en el que miré hacia atrás por última vez; el cielo estaba gris y una mancha muy a lo lejos se diría una nave. No quiero decir más. No me da el alma.'); document.write('
'); document.write(' Ensayo'); document.write('
'); document.write(' Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/08/2021 a las 17:16'); document.write(' | '); document.write(' '); document.write('