Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Olmo en la planicie (Autorretrato) Junio 2015
Olmo en la planicie (Autorretrato) Junio 2015
Mira lo que se queda
Fue un salto prodigioso
La tierra misma se volcó
Hay en la ardilla algo de la gracilidad del primer encuentro
Mira la astucia
Mira, la loba gruñe
No sé cómo (esto es un secreto entre tú y yo) quitarme la capa de autocrítica que me impongo
Mira (te)
Será una cuestión de pensamiento
Mira la ausencia
Mírala de frente
Las horas son una pasión más
que tiene su tiempo de desintoxicación
Mira la furia
Mira las estrellas imposibles
Mira a la mujer inteligente cómo se llena de piedras los bolsillos y erguida se encamina al centro de la corriente del río
¡Oh. Ofelia!
Mira la pérdida
El amuleto tiene una constancia de totem
La plenitud se asemeja tanto al negro
Un laud
Una música arábigo-andaluza corretea por mí ahora
La duna se mueve
La espada reposa en su panoplia
El diablo se divierte en Moscú
Muy lejos unas tropas toman al asalto una fortaleza dos mil años antes de ti
Será la curva
El regato seco desde hace un par de meses
O el recuerdo que es materia aún no descubierta
Mira el horizontre que se ha disuelto
Toca el violín
Déjate llevar
Enzarcé un par de palabras eróticas
y las dejé dentro de mí
Eran musgo con un poco de bergamota (aroma de bergamota)
No luches
No te fatigues
Esa visión es un alero (sólo eso)
Camina y si tropiezas...
Túmbate y si cierras las piernas...
Sueña la boca abierta
Mira, no hay pecado
Nada merece la absolución
Vivimos entre hombres
eso es todo
Mañana mira
La mujer inteligente se ahoga con los bolsillos ahítos de piedras
Ha dejado escritos varios monumentos
también (puede ser) una confesión
No te arrepientas
Valga la redundancia: no te confieses
Un hombre vestido no entiende la luz
Mira
¡qué mal respiro!
Mira
¡qué bien respiro!
Mira
la cadencia de la nadadora
¿sabes que bajo su gorro de baño existe una cabellera castaña y larga?
¿sabes que sus brazos, tras el nado, no se sentirán cansados?
¿has visto lo bien que nada?
¿has visto la patada?
Mira
Mira
No juzgues
Mira
Es un día nuevo e igual
El caracol está húmedo
El escarabajo ha sido salvado por una muchacha de morir aplastado bajo la suela de un caminante
Y las hormigas (también entre tú y yo) son unas locas. No veas su trajín. Su trajín en fila de a una. Atravesando el camino. Sin importarles un ardite la forma del orden. Siendo orden en sí. Las hormigas son el orden. Las hormigas no son el beso. Son el orden
Mira el favor que te hago:
yo me escondo y nunca más salgo

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/07/2015 a las 13:21 | Comentarios {0}


1.- Cuando Poncio Pilatos recibió -para confirmar su sentencia de muerte- a Joshuá apodado Ga-Nozri tenía un ataque de hemicránea. El centurión Marco apodado Matarratas hubo de golpear a Joshuá para que no llamara a Pilatos Buen hombre sino Hegémono.

2.- Larga cita de Las uvas de la ira, novela escrita por John Steinbeck: Y por fin los enviados llegaban al fondo de la cuestión. El sistema de arrendamiento ya no funciona. Un hombre con un tractor puede sustituir a doce o catorce familias. Se le paga un sueldo y se queda uno con toda la cosecha. Lo tenemos que hacer. No nos gusta pero el monstruo está enfermo. Algo le ha sucedido al monstruo.
Pero van a matar la tierra con el algodón.
Lo sabemos. Tenemos que obtener el  algodón rápidamente antes de que la tierra muera. Entonces la venderemos. A montones de familias del este les gustará poseer un pedazo de tierra.
Los arrendatarios levantaban la vista alarmados. Pero ¿qué pasa con nosotros? ¿Cómo vamos a comer?
Os tendréis que ir de las tierras. Los arados saldrán por los portones.
Entonces los hombres acuclillados se erguían airados. El abuelo se cogió la tierra y tuvo que matar indios para que se fueran. Y Padre nació aquí y arrancó las malas hierbas y mató serpientes. Luego vino un mal año y tuvo que pedir prestado algo de dinero. Y nosotros nacimos aquí. Los que están en la puerta, nuestros hijos, nacieron aquí. Y Padre tuvo que pedir dinero prestado. Entonces el banco se apropió de la tierra, pero nos quedamos y conservamos una pequeña parte de la cosecha.
Ya lo sabemos, todo eso lo sabemos. No somos nosotros, es el banco. Un banco no es como un hombre, el propietario de cincuenta mil acres tampoco es como un hombre: es el monstruo.
Sí, claro, gritaban los arrendatarios, pero es nuestra tierra. Nosotros la medimos y la dividimos. Nacimos en ella, nos mataron aquí, morimos aquí. Aunque no sea buena sigue siendo nuestra. Esto es lo que la hace nuestra: nacer, trabajar, morir en ella. Esto es lo que da la propiedad, no un papel con números.
Lo sentimos. No somos nosotros, es el monstruo. El banco no es como un hombre.
Sí, pero el banco no está hecho más que de hombres.
No, estás equivocado, estás muy equivocado. El banco es algo más que hombres. Fíjate que todos los hombres del banco detestan lo que el banco hace, pero aún así el banco lo hace. El banco es algo más que hombres, créeme. Es el monstruo. Los hombres lo crearon, pero no lo pueden controlar.
Los arrendatarios gritaron:
- El abuelo mató indios. Padre mató serpientes, por la tierra. Quizá nosotros podamos matar blancos que son peores que los indios y las serpientes. Quizá tengamos que matar para conservar la tierra, igual que hicieron Padre y el abuelo.
Y ahora los hombres de los propietarios se encolerizaron.
Os tendréis que ir.
Pero es nuestra, gritaron los arrendatarios. Nosotros...
No. El banco, el monstruo es el propietario. Os tenéis que ir.
Sacaremos nuestras armas, como hizo el abuelo cuando vinieron los indios ¿Y entonces qué?
Bueno, primero el sheriff, después las tropas. Si intentáis quedaros estaréis robando, seréis asesinos si matáis para quedaros. El monstruo no está hecho de hombres, pero puede hacer que los hombres hagan lo que él desea.
Pero si nos vamos, ¿dónde vamos a ir? ¿Cómo nos vamos a ir? No tenemos dinero.
Lo sentimos -dijeron los enviados-. El banco, el propietario de cincuenta mil acres no se hace responsable. Estáis en una tierra que no os pertenece. Una vez que la dejéis, a lo mejor podréis recoger algodón en el otoño. Quizá podáis vivir del auxilio social. ¿Por qué no vais hacia el Oeste, a California? Allí hay trabajo y nunca hace frío. Allí te basta con alargar la mano y ya tienes una naranja, siempre hay alguna cosecha que recoger. ¿Por qué no vais allí?
Y los representantes de los propietarios arrancaron los coches y se alejaron.


3.- A jirones a veces la niebla se desvela. No hay por qué ir más allá. Fue y siempre es savia. Es luz que llega y hace crecer la estepa, el monte. A lo lejos un gemido se anuda en la garganta.

4.- Llegará el otoño. El fresco de la tarde se irá convirtiendo en frío. Y la luz. La luz.

5.- En una larga conversación los dos hombres -que recorrieron juntos una parte considerable de sus vidas- acabarán sonriendo y se quedarán callados. También entonces un gemido se anudará, a lo lejos, en la garganta.

6.- Hay muchas muertes, dijo Satanás y se murió una vez más.

7.- A jirones se desmembra. La herida -producida por la tierra seca, áspera- en la rodilla protesta. Pide agua fresca y una pomada. El hombre se ha levantado y ha visto la sangre. Sabe que aún está lejos la cura y que debe llegar. Hasta entonces se aplica, como los perros, saliva.

8.- Los sentimientos serán reducibles a cinco, ¿por qué no? Luego está el paso, la respiración, la vista, alimentarse, no doblegarse bajo el peso de la experiencia, recurrir si fuera necesario a la infancia, a aquel recuerdo que tiene algo de magia.

9.- ¿Es de valientes decir adiós?

10.- El estanque Ho-Shoon ardía; era tan profundo que los peces abisales jamás se aventuraron a su fondo; en la superficie los patos navegaban y los vencejos raseaban. Una golondrina -como ocurrió en la gran sala del palacio de Herodes el Grande durante el encuentro entre Poncio Pilatos y Joshuá Ga-Nozri- se lanzó sobre la pulida superficie del lago y dejó en ella una estría y un resto de pluma.

11.- La última caricia suele ser triste.

12.- Aquella mujer supo -descubrió- su vista cansada. Cerró el libro y no volvió a leer jamás.

13.- Mira -le dijo- nuestros cuerpos. Un día, hace mucho, se reunieron en el único acto que trasciende la eternidad.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/07/2015 a las 12:57 | Comentarios {1}


Ir
Si fuéramos
Si alcanzáramos la higuera
(un huerto entre secretos, fértil y frágil como el amor)
Si supiéramos la fuerza del conflicto (lo que produce en nuestro interior, la generación de esporas, la caricia íntima del estómago, la mañana suave en que todo ha sido superado porque se ha dejado de luchar)
Si nos atreviéramos con la calma
Si en la tempestad viéramos con aliento supremo la llegada de la penúltima ola, su altura descomunal, esa contingencia que nos hace tan desvalidos y de repente -rayo que estalla; trueno ensordecedor; canto de voz prodigioso- sonriéramos y encaráramos el embate como si fuera el primero
Si nos volviéramos descomunales en la caricia, en el gemido, en la noche abrazada, en las canas, en la escucha atenta, en la paciencia, en la amalgama de piernas, senos, falos, pies; enredados como madreselvas; libres de acercarnos al otro, con la sonrisa de quien no tiene nada que perdonar, nada que discutir; fieles a este libro que se inscribe en una biblioteca universal sin archivos ni catálogo
Si nos acurrucáramos
Si nos calláramos cuando la luna se desparrama por el cielo y el sol sólo es una gota de luz
Si desandáramos una vez y otra vez y otra vez más, brincando por nosotros mismos, eternos payasos de nuestra gravedad y brindáramos por nuestro error; brindis de dicha; brindis sin veneno
Si esculpiéramos en escalas cromáticas toda la extrañeza de la música del mundo y supiéramos que abrazar es lo único importante, que nada eleva más el aliento humano que ese acto de juntarse en una sola masa y así desenredarnos, dejarnos lisos como la mar de un rincón tranquilo, si quieres una isla, si quieres un sueño
Si nos desveláramos por una vez y para siempre y mostráramos que nuestro miedo siempre tuvo la patas cortas, que apenas supo nunca escalar la montaña, hacer sagrado el árbol o fecundar tierra como se fecunda vientre
Ligeros iríamos
Ligeros a la muerte, alegre compañera, madre nuestra, madre buena, madre capital, madre que cercena, madre sin rostro y sin pecho
Ligeros iríamos y emocionados contaríamos nuestras miserias que un día parecieron grandes vertederos -húmedos, con el olor podre de lo que quedó estancado- extrarradio de nuestro propio corazón
Si nos diéramos la mano, por última vez
Si nos miráramos limpios de antiguas rencillas, abiertos al segundo que ahora atraviesa la espina dorsal de todo ser, seguros de que la espiga se desarrolla, el clamor no será unánime, el himno ha desafinado, la canción no tiene letra y aún así todo concuerda y se acompasa
Si dejáramos atrás la cuesta y enfiláramos la vereda (a nuestra izquierda está el agua y a nuestra derecha el fuego)
Si mantuviéramos la mirada al frente, recogidos y fuertes
Si desafiáramos la decepción
Si nos sometiéramos al dolor, una y otra vez y una vez más, con el orgullo propio de quien ya lo perdió todo

En la montaña
la tribu se ha reunido
y entona
Ve, quédate cerca
No te muevas, quieto, así, así

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 16/07/2015 a las 15:09 | Comentarios {0}


Si persigue no alcanza
lo bello quizá
o el camino y la sequedad
Si espera
(por ejemplo: llega y está y hay una sonrisa o el abrazo porque la serpiente huye y la sombra calma algo; entonces se van camino adentro y aunque seco es bosque y se toman de la mano y el sol declina suavemente su fuerza y el agua deja su aliento en la humedad del ambiente y los pájaros emprenden el vuelo para hacerse con los insectos; luego es el vino rojo y la cama cerca: lo humano, el gemido, la carne, el hueso)
no alcanza
Déjate ir, muchacho; vete camino arriba hasta la cumbre donde el sol descansa  y la luna arranca
No verá la hoguera
No verá la falda
No encontrará la huella de su sandalia
Cierra los ojos
Suda lo suyo
La oscuridad lo es todo
Sueña sus uñas, su boca, sus ojos, sus piernas y su voz
Sobre todo su voz, muchacho que camina en el silencio de un campo demasiado seco
Y así entre jaras y robles
entre romero y tomillo
entre tierra y musgo muerto
entre hileras de hormigas y arañas
entre llanura y montaña
Y también agua embalsada
Y muros de piedra vieja
Y fincas con servidumbre de paso
Y ganado
Y perdido
Muchacho con tu cayado
sin silbar nada
escucha su voz que no ha venido
atiende sus pasos tan lejos
no te inquietes por su desprecio de ti
no te altere en nada su ausencia
porque también es ausencia de color el blanco
y la noche de luna nueva
y el ovillo sin madeja
y la rueca sin hilo
y el espasmo
y la cadera desnuda
¡Ay de ti si no guardas las formas!
¡Ay cabeza loca!
¡Corazoncito repleto de entusiasmo!
¡Ay tu fe!
¡Ay tu escarnio!
Deja que muera
como lo harías si vieras la fiera con la pata herida
como quisieras para ti
que te dejaran morir
en la ensenada
la última tarde
cuando el sol desmayaba
Deja, deja que muera
corazón repleto de entusiasmo
juvenil en la vejez
alegre en el planto
saltarín y cojo
tonto y sabio
La tarde, muchacho, borró su pecho
Lejos aulló el lobo
Más lejos aún, apenas perceptible, boqueó el salmón
El mundo tiene su orden
No quieras conocerlo
Te mataría

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 13/07/2015 a las 23:48 | Comentarios {0}


Querida Liana: Todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar


Algo que te puede gustar Javier Krahe
LECHUZA, 'ave rapaz y nocturna de unos 35 centímetros de longitud, Strix flammea', antiguamente nechuza, es palabra en cuya formación colaboraron el lat. nŏctŭa 'lechuza' (de donde nuétiga en Santander) y el cast. leche, por la superstición antigua de que la lechuza gustaba de echarse sobre los niños de teta como si los amamantara; es dudoso dónde estuvo el punto de partida del vocablo, aunque por razones morfológicas lo más probable es que *nochuza fuese un derivado despectivo de *nochua (˂ noctua), después alterado en nechuza y, finalmente, por influjo de la citada superstición, lechuza. 1.ª doc.:  nechuza, S. XIII, en el ms, bíblico escurialense.
     Solalinde cita 12 ejs. de lechuza procedentes de La General Estoria, de la Biblia de Arragel (h. 1430), de la de Ferrara (1553) y de otras cuatro biblias conservadas en mss. de los SS. XIV y XV. Además aparece en Juan Manuel, en López de Ayala y más adelante en APal., Nebrija, Fray Juan de Lerma y muchos más, que no hay por qué citar extensamente, a no ser los siguientes, que aluden a características de la lechuza: su nocturnidad, de donde el adjetivo lechuzo 'nocturno', su mal agüero, o la creencia popular de que chupan el aceite de las lámparas.
     Claro está que esta no es razón para derivar su nombre del gr. λέχυθος 'alcuza', como hace Covarr., idea imposible por razones fonéticas, y además porque esta palabra griega no existió jamás en romance. Tampoco puede aceptarse que venga sólo de leche a causa de una hipotética superstición que atribuiría a la lechuza la costumbre de mamar o robar leche: la lechuza -mi querido Javier- no es el chotacabras.       
     Sé que estás cansado -morirse agota una barbaridad- y que te apetecerá echarte una partidita de ajedrez con el diablo pero antes de marchar déjame contarte tres breves que te harán sonreír e incluso te sirvan para componer una cancioncilla ultraterrena. Un antiguo dramático latino Titinio (S. I d.C.) preceptúa proteger con ajos los labios de las criaturas si la strix los oprime tratando de meterles sus tetas entre los labios; Ovidio dice que esta ave busca a los niños desamparados por su nodriza corrompiéndolos en sus cunas y lacerando sus entrañas a picotazos; Plinio, más crítico, después de resumir la superstición relatada por Titinio, comenta: "fabulosum, pues falta saber de qué ave se trata en realidad"; finalmente San Isidoro nos informa de que se le daba normalmente el nombre de amma porque se cuenta que da leche a los recién nacidos. He aquí, pues, por qué se le llama 'ama' o 'nodriza', y el nombre permaneció vivo en España y en Mauritania.
     Podría seguir pero no quiero, que debes de andar ya colocando piezas y hablando de la hembra que acabe de pasar. Fue un placer conocerte aunque tan poco (unas cuantas noches en un bar de la calle del Pez donde los lunes nos echábamos las partidas de rigor y cervezas). Ahora te escucho y me dedico tus letras que tanto deben a la cultura francesa y es, desde luego, una hermosa deuda, ¡quién no ha querido ser un Georges Brassens o un Jacques Prévert!
     Disfruta del Averno. Seguro que más de uno va a echarse unas risas contigo y más de una refocilgará entre tus brazos hasta más allá de la eternidad.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/07/2015 a las 17:35 | Comentarios {2}


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