Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri


Olmo:
Deba o no esculpir un cristal en mi rostro; deba abrirme la cara tras los aplausos ha llegado el momento de resumirme. Desde la sensación de estar al final del alambre veo mi vacío lleno de una estupidez bien macerada, estupidez mía (porque el resumen es de mí), inacción acostumbrada veo en ese vacío estúpido, con las puntas de los pies (uno de ellos por cierto absolutamente inútil para el equilibrio y el otro apenas diestro en esas lides siendo además el siniestro) a punto de salirse de la fina anchura del alambre fiero.
Deba claudicar a ese cielo que no sé si es de amanecer o si es que anochece, intento por todos los medios que los que me quieren no sean testigos de este despeñarme, de este hacerme viejo y volverme de alguna forma inconsolable. Han sido muchas palabras para decir tan poco. Y muchos intentos -seguro que sí- de parecer lo que nunca he sido. En estas tiernas palabras, tan fuera de razón las más de la veces, tan quejumbrosas otras, cuando la única responsabilidad de la desgracia tiene como primer protagonista al que ahora escribe; dice una mujer que de joven un cura le espetó, Cuando necesites que alguien te eche una mano, mírate al final de tu brazo. También escuché ayer otra sentencia, ¡Anda, baja ya de la cruz que necesitamos la madera! Frases que son de aliento y fuerza y que muchas veces he opuesto, para defender mi debilidad, mi quebranto, mi queja, a ese lugar del ser humano en el que la indefensión es causa de tanta pesadilla, de tanta necesidad de deconstrucción, de tanto análisis como es, el lugar, la infancia. Sólo que yo, ahora, en esta hora fusca, tras haber sido joven y no tan estúpido, he llegado hasta esta cima de la extrema estulticia en la que he pensado que el Mundo me debía algo y que no tenía más que sentarme a esperar para que esa deuda se me abonara. No hay deuda ninguna. El universo no está para ser deudor de nadie y tampoco para ser acreedor. Estamos en paz. Tan sólo no estoy en paz conmigo y menos aún con mi cobardía. Porque ahora lo sé. Porque ahora lo puedo decir: ¡Cobarde! ¡Cobarde! ¡Cobarde! Y aunque me lo dijera mil millones de veces, no sería suficiente para aliviar mi cobardía, mi tenaz cobardía, mi cobardía generada hora tras hora en esta inacción macerada en el tiempo, en el maldito tiempo de la nada. Quizá deba esculpir un cristal en mi rostro o sajarme el saco lacrimal con la cuchilla de afeitar. Quizá debiera someterme a la vergüenza y renunciar definitivamente y buscar en la mendicidad la satisfacción a mi cobardía. Ser lo que nunca me atreví a ser: un vagabundo, un miserable, un marginado que no entendió el esfuerzo como meta, el trabajo como premio, la seguridad como perímetro vital y resumirme así, sarnoso, sentado en una esquina de una avenida de una gran ciudad y mostrando mis deformidades para avivar la caridad de los transeúntes. La mirada baja. Un sombrero que ocultara mi rostro. Y ya en la noche encaminarme a algún albergue donde me dieran una sopa y un jergón. Y esperar así la llegada de la muerte porque mi cobardía me impide por supuesto suicidarme y porque en última instancia he de reconocer que la vida aún me atrae. Por si el milagro será... por si el milagro...

 

Teatro

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 13/03/2015 a las 19:17 | Comentarios {3}




Juliana:
¿Suena? ¿Es la llegada? ¡Dímelo por la mañana cuando el perro se asoma a la ventana y recuerda el milagro repetido de la luz! ¿Es el velero? ¿Es aquello la mar? ¿Y lo que veo es una huella de sandalia romana cuando aún no se hacía el calzado para cada pie? ¿Es la asonada? ¿LLegarán los bombarderos a herirme? ¿Alcanzarán sus misiles mi casa y así tú ya no sabrás dónde dirigirte cuando atraques, tras la tempestad? ¿Habrá después de mí...? ¡Dímelo antes de que cante el gallo, antes de que se inicien las negaciones! ¿Vendrá la retama hasta mi puerta? ¿Estaré desnuda de cintura para abajo, en el suelo, apoyado un brazo en el borde de la cama y con la cabeza inclinada hasta la extenuación? ¿Me dejaré influir por tus cartas? ¿Me llegará la noticia por otra voz? ¡Se irán! ¡Sola en medio de estos hombres que huelen a sudor tras la jornada, que se dirigen a la taberna para beber vinos y cervezas y alcoholes más fuertes mientras la rada los protege de la esencia violenta del mar y se mecen las barcas como si fueran huérfanas! ¡Sola en el marasmo que se ha abierto entre mi corazón y mi herida, sin saber por cuál decidirme, tomándome la temperatura cada tanto y soñando que todo es fiebre! ¿Podrá el alba? ¿Podrá la escarcha arrimarme un ascua de ti? ¿Mensajea el mirlo en mi balcón? ¿Arrulla la gata una canción compuesta muy lejos de aquí, en un altiplano, en otro continente? ¡Dímelo antes del Angelus por si voy al infierno desnuda y con calentura! ¡No quiera Satanás gastarme una broma! ¡No quiera Dios escarmentarme más! ¡Si Dios fuera pequeñito, un recién nacido que tan sólo hiciera como milagros travesuras! ¿Es tu vela la que veo? ¿Es tu remo el que abre las aguas? ¿Es tu canto el que vence a las sirenas? ¿Es tu aliento quien me alborota el pelo? ¿Es tu sonrisa la que alegra la distancia? ¿Son tus manos las que se agarran al palo de mesana? ¿Y ese cuerpo que escala es el tuyo? ¡Respóndeme que me vuelves loca! ¡La tarde quema en mi pecho y la noche arderá en el monte que circunda la Creación! Porque al recordarte todo es memoria del fuego. ¡No suene ahora esa guitarra! ¡No cante la mujer el fado! ¡No venga el helecho a secarme la almohada! ¿Son esas cuadernas? ¿Es esa proa linda un desliz de tu boca? ¡Dímelo que soy mujer y tuya! ¡No huyas que la bruja me ha dicho que la muerte te perdió al pasar el cabo de Buena Esperanza! ¡Llégate que aquí están mis brazos! ¡Llégate que aquí está mi vientre!  No hay espacio entre tú y yo. ¿Lo sabes? ¿Lo sueñas mientras la nave se bambolea? ¡Dímelo, amado, que está la tierra húmeda!

 

Teatro

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/03/2015 a las 19:39 | Comentarios {0}


El carro de Apolo de Odilon Redon
El carro de Apolo de Odilon Redon
He visto la ladera Mundo y me estremece la murria de un cordero que anda degollado en busca de su madre (porque el cordero fue degollado nada más nacer. Dice un cantar popular de Boyacá de Colombia: Yo no sé dónde nací,/ ni sé tampoco quién soy./ No sé de dónde he venío/ ni sé para dónde voy.// Soy gajo de árbol caído/ que no sé dónde cayó./ ¿Dónde estarán mis raíces?/ ¿De qué árbol soy rama yo?//. Fue degollado el cordero bajo la umbría de un sol, a la verita de un río, solitario su candor) . He visto la ladera Mundo y he escuchado de una vieja una oración. Estaba la vieja sentada sobre un hito del camino, cantaban las chicharras su ardor y la vieja se dormía en su propia oración. He visto la ladera Mundo y he leído en la piel de Dios -que así llamaban los indios chiriguanos al papel- que en otros pueblos se propagan los ecos, palabras que se hacen alaridos; y frailes y capitanes ruedan en sangre. Y en la ladera me he recostado. Mi espalda recostada. Mis enormes omóplatos sobre la piedra caliente, la piedra granítica, granito y radón. Y en la ladera he soñado el perdón y era el perdón una dama que llevaba prendida en el cabello una flor y en la mano izquierda me tendía una pieza de algodón y en la derecha portaba el cetro de algún reino en el que reinó; y era la su cara seria y eran los sus ojos verdes y era la su boca ancha y eran los sus dientes blancos de nácar blancos, de perlas sus dientes blancos, marinos sus dientes eran, sus dientes de mar océana. Y los senos del perdón lucían pezones de aguamarina. Y el sexo se abría en cuentos al compás de chirimías. Y así soñé yo en la ladera Mundo una suerte de perdón. Yo he visto la ladera Mundo preñada de trigo justo antes de la siega. Y he visto la hoz. Y he visto el martillo. Y he visto el terror en los bordes de un yunque, en la fragua de Vulcano, el Dios cojo, al que los griegos llamaron Hefesto y a quien Afrodita engañó y luego engañó de nuevo cuando Venus se llamó. Como también fue cojo Jesucristo y fue Judas quien lo descoyuntó, bajo el árbol saúco, para que cumpliera su sino de Salvador. En la ladera  Mundo desperté al levantarse Luna de sus amores con Sol. Blanca estaba la muchacha con manchas de su pasión y bostezaba muy fuerte, tanto que el cielo tronó y Sol rió con la fuerza de la hoguera y su pasión. En la ladera me he de quedar, mientras cuido del acéfalo cordero  y miraré su cima y vigilaré sus sendas y dormiré bajo piedras y me acurrucaré en ellas. En la ladera Mundo digo. En la ladera occidente Mundo digo. Para ubicarme digo, yo que no sé dónde nací,/ ni sé tampoco quién soy./ No sé de dónde he venío/ ni sé para dónde voy.//

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/03/2015 a las 10:50 | Comentarios {0}


Disquisiciones de S. que Isaac Alexander reproduce tras su lectura de Abaddón el exterminador más algunos pensamientos del propio Alexander.


Club night de Georges Bellowz 1907
Club night de Georges Bellowz 1907
1.- El Profesor me desveló este secreto fundamental: el Antiguo Testamento no es la palabra divina […] Hay tan sólo una parte de verdad que se refiere a las etapas de la Creación. El resto es obra de Satanás. Jehová –o Dios- y Satanás son el mismo ser.
 
2.- También el Profesor dijo: […] este juego le ha sido posible a Satanás a partir del instante en que fue arrojado de la región celestial para convertirse en Dios de la Tierra. Tierra que viene gobernando por medio de nuestras pasiones, de nuestro egoísmo y de nuestra ignorancia.
 
3.- También el Profesor nos cuenta: Ahora verán lo que sucedió con la ganadería. Abel representaba el ángel custodio de la ganadería, así como Caín lo era de la agricultura. Jehová, es decir Dios, es decir Satanás, inspiró a Caín el asesinato de su hermano para que eliminada la custodia del ganado, éste sería fácil víctima de la matanza para consumo del hombre (hasta ese momento la carne animal sólo se utilizaba para ofrenda o sacrificio (sacer facere: hacer sagrado) al Divino Padre [el Verdadero]). Con este acto se anulaba la alimentación vegetal, instituida por el Divino Padre, sustituyéndola por los productos de la matanza.
 
4.- Confirma el Profesor: De modo que Caín viene a ser el protocarnicero. Sin él no existiría el negocio de las carnicerías. Y continúa el Profesor: El cambio –recordemos que promovido por Jehová que es Dios que es Satanás- tenía por objeto neutralizar el Plan Divino porque la alimentación vegetariana es conservadora de la salud y además favorece la espiritualización de la humanidad. La alimentación animal o cadavérica acarrea enfermedades, acorta la vida, embrutece la conciencia, embota los sentidos, fomenta las pasiones, acrecienta el egoísmo. Además de constituir un producto inmoral ya que todo lo que atenta contra la vida de un ser es una inmoralidad, un crimen.
 
5.- Me aparto de las teorías acerca de los dioses y sus impostores. Dejo a S. en su ceguera y en su terror. Y me regocijo con las heterodoxias del Profesor. Hay muchos terrores, me digo. Uno de ellos y no el menor es si hay que amar la vida para vivir; si hay que tener curiosidad por la vida para escribir (o para representarla de cualquier otra manera). O si tan sólo bastan la contemplación y las pequeñas acciones de cada uno para adquirir –eso sí desde la atención- una idea general sobre el vivir que valga tanto como la del mayor adorador de la misma.
 
6.- También digo: no creo que la democracia burguesa sea la mejor de las formas de convivencia; es más creo que la democracia burguesa es una de las formas más aviesas que los hombres –regidos, no se nos olvide, por la mente poderosa de Jehová/Satanás- se han dado para sentirse relativamente seres. Tras la Ilustración –y habría mucho que criticar de la Ilustración- hubo una Contrailustración burguesa que convirtió el siglo XIX en uno de los siglos más viriles y, por lo tanto, más reaccionarios de la historia de los hombres. La democracia burguesa es la victoria de los mediocres y éstos están invadidos por el egoísmo burgués del siglo XIX. Y no se nos olvide: egoísmo es antes yo que cualquiera otra cosa.
 
7.- Las mayorías son mediocres.

8.- Por lo tanto yo defiendo un sistema de gobierno que tuviera como máximos representantes a personas popperianas, con conocimientos de derecho natural, su miajita de sensibilidad, su mucho de cultura general, vegetarianos, laicos a más no poder, educados y llamados a formar a sus sucesores en un plazo no mayor a dos años (uno si insultaran a cualquiera). Estos seres podrían volver a la cosa pública –si fueran excepcionales- tras quince años formando a nuevas personas que pudieran desempeñar con honor los asuntos públicos.
 
9.- El epígrafe 8 es un boceto que necesita mejora y pide participación.
 
10.- Hoy es el día de la mujer. No debería haber día de la mujer. La mujer es todos los días como el hombre. Hacer un día para la mujer significa seguir considerando que han de ser protegidas etc… (me aburre escribir lo obvio)
 
11.- Termino estas bocanadas de aire fresco volviendo al Profesor, el cual explica que Cristo es una de las jerarquías espirituales que asistían al Divino Padre (el Verdadero). Los medios de los que se valió Satanás para convertir al pueblo hebreo en su esclavo (a cambio de riqueza y protección) determinó al Padre Celestial a enviar a Cristo a la Tierra, corporizado en Jesús (de ahí el nombre Jesús-Cristo) para emancipar a ese pueblo de tan terrible tutelaje si bien los beneficios se extenderían a toda la humanidad.
 
12.- Hoy sabemos que Jesús-Cristo fracasó.
 
13.- Me dice Angelie, Fracasó de momento, mi amol.

Miscelánea

Tags : Sobre las creencias ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/03/2015 a las 18:12 | Comentarios {0}


Blu: Te digo y no me escuchas. Te lo digo del derecho y de revés. Y no me escuchas. No me escuchas. Si me hubieras visto. Si al menos me hubieras visto, hundida, los cabellos flotando...

Caf: Cabellos, dices. Antes hubieras dicho pelos. Antes hubieras dicho: los pelos flotando.

Blu: No tiene gracia. No es nada cómodo decir cabellos. Parece fácil y no lo es. Tienes que coger aire. Mucho aire. Y ser consciente del velo del paladar. Pero, tú, ¿qué sabes? ¿qué has sabido nunca? ¿cuándo te ha interesado a ti...?

Caf: ...siempre me interesó la gruta de enfrente y la gata del vecino, la gata verde no la gata negra; esa gata, siempre, siempre he pensado: gata verde frita mala es de guardar; también me interesa la baba sobre todas las densa que se arrima a la comisura de los labios...

Blu: Lo oirás aunque no quieras. Me escucharás. Me había ido a la cama. Y creo que me desmayé. Porque no recuerdo. Porque no sé por qué el libro apareció junto a mí, yo que siempre lo dejo encima de la mesilla...

Caf: No es mesilla...

Blu: Cajonera...

Caf: Si dices cabellos no puedes decir mesilla, tienes que decir cajonera, ¡hostias!

Blu: El lenguaje siempre te hizo daño. Las palabras que suenan como valbanera o zodiacal o egido o me desperté con bocarriba, ahogándome como si soñara -también soñar es una palabra dulce que te duele- que unas manos apretaban mi cuello y entonces no sé si la luz estaba encendida, la luz de la mesilla, de la cajonera, no sé si estaba encendida, fue entonces cuando no sabía si la luz de la cajonera estaba encendida cuando pensé por primera vez que me había desmayado y que mis cabellos flotaban y todo tenía el sabor del ácido y el tacto de la escama -cuánto te duele la palabra escama- y yo, aferrada a las sábanas, quería llamarte...

Caf: No hubiera ido.

Blu: ...quería saber qué había pasado, que tú me lo dijeras, tú que siempre me ves dormir y te la cascas en la butaca...

Caf: Soñabas manos alrededor de tu cuello y quizá fuera la polla en tu boca abierta, bocarriba, medio asfixiada, quizá fuera éso el tacto de la escama, el sabor a ácido...

Blu: Y a almendra.

Caf: Tirito con la palabra almendra.

Blu: Esta mañana he sentido fragilidad. Y si desmayarse es eso. Y si me he desmayado más veces. Y si no supiéramos que nos desmayamos. Y si me desmayo cogiendo la sal, ¿se vuelve sosa?

Caf: Nunca te la metería sin tu consentimiento. Lo sabes, ¿verdad? Lo sabes. En la butaca sí. Desde la distancia sí. Ha sido una boutade. Puedo decir boutade porque las palabras francesas no me causan terror. Permíteme ser para siempre francés. Si me dejaras, entonces, tus desmayos, quizás entonces, tus desmayos los soportaría, los escucharía mejor. Incluso yo diría cheveux. ¿Has oído? Digo cheveux y no siento arcadas. Mírame. No soy tan bestia. No es una cuestión de amar la ignorancia, es más bien el color de las palabras, mi estómago no aguanta el color chillón de las palabras que pronuncias y menos aún dormida, menos, menos aún.

Blu: ¿Te quedarás en la butaca?

Caf: Endormie.

Blu: ¡Oh! ¡qué agitado este océano!

Blu cae desmayada en la cama.
Caf se sienta en la butaca. Con calma se desabotona la bragueta y se hurga.
Lentamente se hace el oscuro

Teatro

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/03/2015 a las 20:03 | Comentarios {0}


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