Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Pareja
Pareja
En su página, leve de intensidades, repleta de evocaciones, siempre sugiriendo, siempre anunciando sin anunciar. En Luz en la Ventana (pero luz tras los visillos, ¡no persianas, no! blancos, luz de mesa, luz indirecta, mediante la cual un mirón bienintencionado puede alguna noche ver la silueta de una mujer y un hombre que trajinan por el espacio que la luz apenas ilumina hasta que en un punto de unión o de amor se llegan el uno a la otra, él la agarra por el talle y le besa dulcemente el pecho y ella -casi silueta- echa la cabeza hacia atrás y esa luz, esa luz en la ventana, ilumina un suspiro, ilumina un alivio, ilumina una escena que la osadía del ser humano fue convirtiendo en lo que hoy llamamos hacer el amor) invita Raúl a Rosa Montero para que nos entendamos nosotros y sugiere el texto una posible explicación sobre la relación entre un hombre y una mujer y elige una comparación en verdad hermosa, atrae con ella dos elementos en principio alejados como los inuis y las parejas. La pareja que se mantiene, la pareja que construye un espacio que los ampare frente al terrible mundo que afuera aguarda.

Yo ya no tengo una idea clara sobre ninguna de las relaciones humanas. Siempre he sentido el amor como una construcción (quizá sea la construcción del iglú) algo difícil de hacer sobre todo cuando no se conocen los planos, cuando no se sabe qué se va a construir, si saldrá un puente o una carretera o un precipicio o una mina. Amar es construir el presente. Amar es construir un diagrama de Venn donde la intersección de los dos conjuntos puede abarcar más o menos de cada uno de los conjuntos (y no sé si abarcar más es amar más o si quizá sea lo contrario el buen amar, es decir, cuanto menos necesidad de abarcarse más amplio será el amar). No sé si se puede equiparar amar con pareja. No sé si ese binomio Amar/Pareja es así de evidente. Tan evidente como parece.

Quedarse o irse no anticipa nada. No resuelve nada. Quedarse o irse no son sinónimo de victoria y fracaso (respectivamente). Hubo los que se quedaron y rompieron a llorar sin soltar una sola lágrima. Hubo los que se fueron y sintieron un grato cosquilleo en el estómago y ni siquiera tuvieron la necesidad de sonreír.

Si amar fuera una manera de construir (admito de antemano que puedo estar equivocado) pudiera ocurrir que uno de los amantes viera en lo construido un edificio de la Bauhaus y el otro viera el prototipo de un robot. O que los dos vieran lo mismo y les pareciera tan espantoso (que por ejemplo vieran una finca pantanosa, llena de arenas movedizas, habitada por serpientes y sapos) y decidieran vender la finca poniéndose en venta, de nuevo, ellos mismos. O pudiera ser que ambos vieran un hermoso iglú, llenos de comodidades, repleto de confort mientras fuera una ventisca arrasa el mundo desierto. O también pudiera ocurrir que la construcción los dejara ciegos, ciegos para siempre sin posibilidad de volver a construir a no ser palpando cada elemento de la nueva construcción.

La pareja tiene anchas las espaldas y oculto -en muchas ocasiones- el corazón.

Termino volviendo al principio, acogiéndome en la suave Luz en la Ventana. Yo soy el mirón y ahora veo a un hombre construyendo esperanzas.

Ensayo

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/03/2009 a las 18:26 | Comentarios {0}



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