Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Escrito entre el cuatro y el cinco del mes de marzo del año 2000
La composición sonora ha sido realizada entre el 22 y el 23 de septiembre de 2014


indagaciones.mp3 Indagaciones.mp3  (14.27 Mb)

 

Sobre la lenta y cariñosa urdimbre soñé de nuevo un esquema y una cautela. No vino la ausencia a decirme nada, ni las flores sorbieron del aire un polen apenas agradecido. Hubo cantos y largas letanías que sonaron como espejos casi salados y dramáticos. Pero en general las ínfulas y las sófulas se cubrieron de enredado ramaje, suave sarpullido, escueto son y algo de contraste. Las nociones, extrañas en cuanto a número, tuvieron un resultado salvífico y candente. Temblaron las miradas y se urdieron en sinforosa armonía, casi laustral, los armisticios y las murallas, los cogollos de las merluzas y las agallas de las lechugas. Vino en fin, un aparte, un candor, la cálida evocación de un remilgo y la nada desdeñable conflagración de un mundo. Y se elevaron por encima de las ínsulas y los amarillos ungüentos, unos ladrones de manos que hicieron inventario de todo aquello y quedaron luego exculpados de todo mal. Pero nada tenía que ver con la lenta crepitación de las estacas, lo húmedos lodazales del ensueño y un vigor facineroso, es cierto, pero también festivo que incubó en nosotros una costra de ausencias y también respeto. No quise darme por perdido, no sufrí lo indecible hasta perderte ni la letanía de un rebuzno ocultó a la noche su belleza, más bien el alma se entretuvo en unas cuantas estrofas y las lamias se escudaron en la ardora para pasar desapercibidas. ¿Díme entonces, cauteloso guardián de las nociones, si el viento este estuvo enfriado o si por el contrario la cálida y constante y tenaz esfera de las horas acabó con todo aquello? He de decir que el tiempo fue una balsa, una oligofrénica enredada de lamentos, que hubo árabes y cipayos y una larga lista de cometas paseó ante nuestras narices sin que nos diéramos cuenta. Pero ahora, pasado el duro trance, sin esquema que llevarme a la boca, más bien hambriento y por supuesto relajado he de reconocer que la aurora tuvo de lo suyo y que un instante de paz con colibrí mantuvo el cielo detenido (pero sólo un poco, ¿eh?). Vinieron Aquiles y pedazos de su tortuga y se cobraron su ración de olvido y las medusas, finas en sus filos, se hundieron para siempre en los abismos y dejaron un rebrillo de transpariencias apenas soportable para un ojo erótico.


Dime estrella si debo resarcirme de la figura tuya o si debo olvidar las cautelas, volverme insensible y atrevido y retornar de nuevo a tus nalgas, a tu hermoso espejo del mundo incorporado sin reservas a la luz de mi mirada; dime, sin cortarte un pelo, si las lonchas de jamón se esconden todavía entre tus huesos o si el alma se ha envenenado de verano. Los obispos han sido osados y las bolsas se comportan como si estuvieran vivas, han saltado de sus rincones, se han endulzado un poco, han creado remolinos en los túneles y se han hundido, sin almíbar, paradas. Pero aún con todo estrecho con mis manos la oscura vida, el tránsito infernal de los genomas que vienen y van inconsecuentes, miro las vestimentas y los pulsos que se pegan las mortajas en las calles (sobre todo en el Rastro cuando hace sol ) y no dejo de preguntarme si la estrofa se compone de varios metros o si los metros se inventaron para medir bajas estofas. Por ahí va un rubí y aquí se han escondido, hasta ayer, la cautela y los mejicanos que andan con sus pendejadas y sus medias mordidas. Una música y la mutación de las espadas en alzapaños para cortinones de puto terciopelo de Damasco.

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/09/2014 a las 23:10 | Comentarios {0}



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