Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Como ante la inminente guerra de las galaxias. Un Hans Solo (ni siquiera sé si escribe así, espero que sí, como espero tantas cosas, tantas cosas de mí y de los demás y de las demás ya que me quiero poner estúpidamente correcto) que no quisiera y al mismo tiempo sí quisiera. Una vaga sensación de ala en el cogote, así espero yo las cosas y en ese aleteo entreveo algo de la picadura de un mosquito y también algo del polvo del ala de la mariposa y también la negritud del buitre en los albores de un mundo que quizá dejó de existir. Desde esa espera escribo de un mundo que quizá dejó de existir porque por un lado desearía que volviera y por otro sé que se ha ido (ésta sería para mí una definición buena de la espera desear que vuelva lo que se ha ido) porque desear que llegue lo que no ha sido yo lo llamaría ilusión. Espera en todo caso que desarraiga del presente siendo, el pobre, lo único que tenemos. Espera desangelada y espera con ángel. La espera provoca una sensación de muerte en mi tiempo. Siempre que espero siento que estoy muriendo. Por eso a ver si logro dejar de esperar el correo que no llega por parte de ella en el que me dice cosas hermosísimas y me pide que hablemos y me pide que lo volvamos a intentar y me dice que me echa de menos y todas esas esperas que de tanto esperar pudren el corazón; a ver si logro dejar de esperar la atenta respuesta de ese caballero todo conocimiento, toda puridad, todo acierto que por fin acierta conmigo; a ver si logro dejar de esperarme perfecto, sabiendo vivir, consciente, encantador (aunque sea encantador de serpientes) y marcando el paso de mi vida como si sonara a mi alrededor una marcha militar; a ver si no espero escuchar lo que no saben decir, es más no pueden decir; a ver si dejo de esperar las respuestas que no deberían venir sino de mí; a ver si dejo de esperar que haga fresco en el verano, en este verano de Madrid.

La espera son tiempos muertos.
La espera muerde mis zapatos y rompe sus suelas.
La espera es una muela sin juicio y sin hueso.
La espera alienta las canas y la hinchazón de los cojones (también llamado elefantiasis)
¡Quién espera menos que un elefante que cuando ve llegada la hora de morir se encamina él solito a su cementerio!
¡Oh, dichoso!

La espera es insomnio de vigilia

Te dices, No, no esperes más. No esperes nada.

Remedando a Spinoza podría escribir que la no espera es el goce del bien. No esperar nada es ser feliz.

Ensayo

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/06/2009 a las 16:00 | Comentarios {0}



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