Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Sí, buscaba
En la luz que cae en la mañana sobre las laderas buscaba
buscaba la huella
en un gesto de niña que ríe buscaba
buscaba sobre los recuerdos
en el dormir buscaba
buscaba en el paseo junto al amigo por un camino que nunca había recorrido

No pudo hallar
no sabía que hallar no estaba en su mano
no sabía que la teleología no es más que un afán más y tan humano
No halló, no se arriesgó a conceder
Era como los grandes maremotos que llegan en silencio a las costas tranquilas 
Era la serpiente que no fue consciente de su cambio de piel
El pacto sería, se decía, entre un azar, un destino y un carácter

Buscaba y la bondad
Buscaba y el anhelo
Buscaba y la guerra
Buscaba y la guirnalda
Buscaba en las fiestas de un pueblo pesquero en las que estuvo muchos años atrás
buscaba en ellas porque recordaba que una noche mientras la orquesta tocaba la canción de aquel verano sintió la dicha de vivir y amó la vida
Buscaba en el vacío
Buscaba en la tristeza del tiempo perdido

No hallaba
el hilo, pensaba, el hilo...
No hallaba el paso siguiente
ni ubicaba el momento donde empezó
No hallaba la música que hacía falta
Escuchaba aquí, se iba hacia allá, volvía, no hallaba

Buscaba
No hallaba
La clave
La llama
No hallaba
Buscaba
 

Ensayo poético

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/04/2024 a las 18:08 | Comentarios {0}


Me declaro libertino (en el sentido que a esta palabra se le daba en el siglo XVIII, es decir, en moderna terminología: librepensador). La reflexiones que voy a ir plasmando a lo largo de las próximas semanas tienen un carácter provisorio y se acogen a una de las características de uno de los métodos científicos: estas reflexiones son falsables. Incluso yo mismo, a lo largo de este periodo que hoy se inicia, podré mostrar la falsabilidad de algunas de ellas.
Estas reflexiones no pertenecen a ningún heterónimo. De cada una de las palabras que escriba en este libro el único responsable soy yo: Fernando García-Loygorri Gazapo. Por supuesto que cuando utilice citas facilitaré el nombre del autor y el título del libro o fuente de donde las haya sacado.



20.- La enfermedad que contraje a los seis meses de haber nacido. (m, e)

21.- El dolor y la culpa que creo que sintieron mi madre y mi padre por las secuelas de mi enfermedad. (m, e)

22.- Las operaciones a las que me vi sometido por lo mucho que costaron. Mi padre gritaba, ¡Hasta el último clavo venderé si hace falta! ¡Hasta el último clavo! (m, e)

23.-  Mis hermanos que no pudieron evitar tratarme como chivo expiatorio del drama familiar. (m, e)

24.- Haber estado tantos años a la defensiva. (m, e)

25.-  La parte que me corresponda en el alcoholismo de mi padre y la parte que me corresponda en la falta de amor hacia mí que viví de niño por parte de mi madre. (m, e)

26.-  Mi ira. (m, e)

27.- El amor que mi tata me ofreció que es el más hermoso junto con el de mi tío que jamás recibí en la infancia. (m, e)

28.- No creer en el perdón ni en el olvido. (m, e)

29.- Haber equivocado la necesidad con el gozo. (m, e)
 

Ensayo poético

Tags : Reflexiones para antes de morir Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/04/2024 a las 18:23 | Comentarios {0}


Me declaro libertino (en el sentido que a esta palabra se le daba en el siglo XVIII, es decir, en moderna terminología: librepensador). La reflexiones que voy a ir plasmando a lo largo de las próximas semanas tienen un carácter provisorio y se acogen a una de las características de uno de los métodos científicos: estas reflexiones son falsables. Incluso yo mismo, a lo largo de este periodo que hoy se inicia, podré mostrar la falsabilidad de algunas de ellas.
Estas reflexiones no pertenecen a ningún heterónimo. De cada una de las palabras que escriba en este libro el único responsable soy yo: Fernando García-Loygorri Gazapo. Por supuesto que cuando utilice citas facilitaré el nombre del autor y el título del libro o fuente de donde las haya sacado.



19.- Antes hablé en voz alta y dije (para mí. Estaba caminando de mi pequeña sala a mi pequeño dormitorio. Estaba solo y casi descalzo. Acababa de llegar de un largo paseo bajo el sol de abril. Tras una cerca había un potrillo que se ha acercado y yo me he acercado a él. Hemos juntado su mejilla con mis manos. Hemos juntado sus crines con las yemas de mis dedos. Su madre, cerca, vigilaba. Me he acercado a ella a la cual ya conocía de otros años y a la que bauticé con el nombre de Orejas Cortas. Ella es más reservada pero tras un ligero tanteo, ha dejado que acariciara su testuz. El perro a mi lado husmeaba y atravesaba los charcos que aún quedan por los caminos desde las últimas lluvias. Cantaban los mirlos, los cucos, zorzales varios y las hormigas, hacedoras de hombres, trajinaban como siempre sin descanso): ¡Jóvenes, no os rindáis, no dejéis que los voceros del terror os manipulen; no permitáis que las poblaciones sean diezmadas sin protestas; encararos con un mundo perverso que avanza a marchas forzadas! No, no soy nadie. Bien lo sé y justo porque lo sé puedo pediros que os rebeléis porque si no el mundo se os echará encima y os devorará. Ya ha empezado a devoraros. ¿No os dais cuenta de que el ciclo ha variado? ¿No sois conscientes de que los totalitarismos llegan? ¿No sabéis lo que eso significa? Totalitarismo implica Terror. Totalitarismo implica negación y exterminio del Otro. Totalitarismo implica mucha más Injusticia. ¡Tenéis que levantar la vista de los smartphones! ¿No veis que con ellos os hacen inclinar la cabeza? ¿No sois conscientes de que los gestos del cuerpo imprimen carácter? ¡Jóvenes del mundo, alzad la voz, alzad los puños, alzad vuestras inteligencias, haced correr ríos de tinta en contra de los totalitarismos! Que por cada ser humano maltratado se alcen, desde el lugar que a cada uno corresponda, voces, puños, armas si fuera necesario y no necesariamente armas de matar sino armas de vivir: las armas de la voz, el arma de la fraternidad, el arma de la unión, el arma de la reunión analógica, en las plazas, en los pueblos, en las calles, en los bares también sí, también en los bares, en las universidades, en los institutos, en las escuelas de formación, en los acuartelamientos, en las prisiones, en los hogares, en las tiendas de campaña, en las riveras de los ríos, en las cimas de las montañas. ¡Luchad! ¡Luchad! Por los Otros, por Vosotros, Amores míos, Juventud bella, en Vos confiamos... así sea... (m, l, e)
 

Ensayo poético

Tags : Reflexiones para antes de morir Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/04/2024 a las 19:41 | Comentarios {2}



Déjame la belleza y unas pocas palabras [...] morir está tan cerca, el declive empezó hace tiempo y sueña con la estirpe que no deja, con la huella que se borra, con la pez de una embarcación que se olvidó de flotar [...] ¿le llorarás? [...] ahora es la noche y fuera ha caído una capa espesa de negro y queda en el aire de su habitación la estela blanquecina de la monotonía [...] ¡díselo! ¡anímale! serás si no animal [...] ¡puto mono malvado el hombre! [...] y se encumbraron y se contagiaron de sus propios silencios y quedaron genuflexos y llorosos como viejas beatas en un pueblo olvidado de Castilla la Vieja en los años en que los fascistas campaban a sus anchas y el crucifijo y la espada eran los amos de las mesetas y las montañas [...] ¡Música! ¡Música! ¡Música! [...] allí queda tendida y violada como la madre que la parió, ¡canallas! ¡mal rayo os parta! [...] Déjame describirte a primera hora de la mañana. Déjame descubrirte lo más hondo de mis ganas. Déjame peinarte como peinaban las damas de compañía a sus amas. Déjame tenerte entre mis brazos tras haberme dado a beber el elixir de la eterna devoción [...] la canción, ésa, otra vez, sí o el reflejo en el cristal de la ventana frente a la que escribe en esta noche de abril [...] en esta noche de abril
 

Ensayo poético

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/04/2024 a las 00:21 | Comentarios {0}



Fugaces y blancos como si fueran señales que tenían que llegar hasta el centro de esta aldea (abandonada de la mano de dios; abandonada por la Historia y por los yacimientos; abandonada por las miles de plegarias que se lanzan al aire cada día; abandonada como una perra vieja sin belfos y con las orejas mordidas; abandonada como la cruz tras la muerte; abandonada hasta la saciedad, hasta la risa, hasta el gozo, hasta la fiebre, hasta el abrazo; abandonada por las recuas; abandonada por los lexicógrafos; mi aldea por donde no pasa el Tajo); fugaces y tristes son los lamentos que lanza la mente por los caminos de las procesionarias; y vuelta; y vuelta y una vez más.

Fríos justo en el inicio de la estación. Habían florecido los tulipanes y por las veredas corría fresca el agua que se deslizaba desde las cumbres hasta el valle; en la metrópoli cercana rugían las masas un fervor absurdo, ¡idólatras! habría bramado Aarón y en justo castigo divino (debemos colocar la aclaración de divino porque si no ¿qué castigo es justo?) hubiera lanzado sobre las multitudes rocío de fuego o fuego helado.

Así quisimos callarnos. Darlo todo por perdido. Dejar que la vida corriera su curso y que unos rápidos aceleraran el proceso. Callados. Siempre callados. Colgados en ese silencio que tiene algo de estúpido y un poco de célebre. Mantenernos como estatuas. Acabar cubiertos por excrementos de aves que pasaron sobre nos sin ser conscientes. Así. Sí. Callados. Dormidos. Mutiladas las lenguas. Atrofiadas las palabras. Muérdago en la estación cálida. Mies en el más profundo invierno. Luz de enero. Muerte de junio. Peregrinación y frenesí.

Porque lo pudimos todo nos quedamos ciegos. ¡Qué hermosas entonces las manos tanteando! ¡Qué cuadro tenebrista habría sabido pintar Goya teniendo como modelos los restos de los dedos! Grandes momias fuimos. En inmensas moles nos convertimos y aún así flotamos como el universo en sí mismo, a la deriva de sí, abriéndose espacio en sí. De esa materia hablaba. De esta trascendencia hablaba y lo terrenal quedaba circunscrito a una emoción, la fría recogida de los enseres de un muerto, la mirada ciega de una vaga ilusión, la cera que dejó de arder, el cirio que introdujo en mi ano, la gloria de cristo, el pillar a trasmano.

Cuando llegan las oleadas y la calma se altera en una serie de notas sincopadas y el orbe se ordena como un tonto y callan los coros al unísono y se encienden los pábilos cortados y los narcisos navegan enamorados por las aguas de un río que no olvida y sangran los pies de la virgen y se llagan los culos de los viejos que no son movidos a su tiempo y se aceleran los torvos corazones de los viejos tramperos de Mark Twain y surca el cielo un presagio y lanza su saludo al sol el canario amazónico y sonríe la luna que nace y se apaga el alba con el sol y yo muero un día más y quedo sin entender un día más y vuela el buitre, sí, y canta un zorzal y las masas se mueven al ritmo de un tambor y se escucha muy lejos la canción a la muerte del amado y sonríen los soldados y se arman las constelaciones y abultan las preñadas y se aquietan las aguas de un mar que jamás se abrirá y sacuden sus labios los pawnees y huela a incienso y a sangre derramada.

Volatinero fui, volatinero.
 

Ensayo poético

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/03/2024 a las 17:50 | Comentarios {0}


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