Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Porque vengo del confín de mí mismo he descubierto que tus labios se hinchan cuando me follas y he sabido, desligado de mí, que tus senos se vuelven un 20% más voluminosos cuando tienes el orgasmo
Porque vengo del confín de mí sé de la importancia del lóbulo de la oreja. Alguna vez quise desligarme de él, apartarlo de la sensibilidad que me produce una excitación que -tú bien lo sabes- me podría llevar incluso a llanto y risa simultáneos
Porque te he querido he visto el rubor sexual en tu rostro y en tu vientre y cómo las areolas de tus pechos se distendían hasta alcanzar un centímetro más de su diámetro habitual
Confín de mí el que me ha permitido observar tu cuerpo en el acto sexual

Ahora he atravesado la frontera y he llegado a una salina en pleno día; el reflejo del sol sobre la sal me ha obligado a mantener los ojos cerrados durante horas y en la ceguera del sol y la sal he recordado el brillo de tus ojos cuando iniciábamos las maniobras previas a la cópula; cómo se dilataban tus pupilas y tu iris verde y extraño parecía cubierto de rocío y había en una mácula una especie de sonrisa del color, de invitación a iniciar un recorrido ilimitado por tu piel. Piel tuya. Piel suave y ahíta de terminaciones nerviosas alrededor de tus genitales. Piel del interior de tus muslos. Piel mucosa de tus labios

Tras la salina me he hallado desnudo. También el paisaje lo estaba hasta el punto que podría decir -si no fuera físicamente imposible- que no había paisaje; tenía el espacio la cualidad de lo invisible y aunque pisara no veía el suelo y aunque soñara tus nalgas no veía su volumen (porque no había luz, pensaba, porque no había luz, pensaba, porque si no hay luz no hay paisaje, pensaba, porque si no hay luz, no existe el volumen de tus nalgas)

Cuándo encontré el río, no lo sé. Sólo entreveía la sucesión: salina/paisaje invisible/volumen de tus nalgas/río. Y el río me devolvió a la vida y me recordó de forma tan prístina tu vagina que llamé al río por tu nombre y me zambullí en él como lo hacía mi verga en los días alegres de nuestros encuentros sexuales

Ahora navego hacia el confín del río (hacia el confín de tu nombre). Para ello he tomado tres troncos no muy gruesos que flotaban perezosamente en la margen opuesta a a la mía -para llegar a ellos he atravesado a nado las aguas del río con tu nombre- y con lianas tomadas de los árboles he amarrado los troncos con nudos marineros y me he lanzado a atravesarte corriente abajo. La corriente es suave. El río ancho y caudaloso. Todo es vida. En las márgenes murallas verdes me protegen y acompañan mi navegar el canto de las aves, las llamadas de los insectos y la locuacidad del viento. Supongo -me digo- que llegaré al mar y al mar -no sé por qué- no me atrevo a ponerle tu nombre. O quizás este río sea afluente de uno mayor y si así fuera ten por seguro que desnombraría el río que ahora navego y bautizaría al mayor con el nombre tuyo para así llegar hasta el confín de ti, el confín de tu nombre

Narrativa

Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/08/2015 a las 11:18 | Comentarios {0}


Porque no sé, me esfuerzo en no saber;
tan sólo quiero morir sabiendo no saber
Puede, tan sólo puede, que ése haya sido mi empeño, querida amiga,
ahora que estamos tan lejos y hemos de alejarnos aún más
 
Sé que hay en este mar que ahora navego, bajo la superficie de las aguas, un mundo animal del cual desconozco casi todo; sé que en el universo, en nuestro pequeño e ilimitado universo pugnan dos fuerzas que se oponen, tan oscuras ambas que el azul no llega a ellas; sé que mis dedos reconocen las letras y sienten la pulsión de la música cuando aparecen reunidas en palabras y porque sé todo eso me esfuerzo en no saberlo...
 
...es el desierto si quieres o el terrible bochorno de un día con calima; me dijeron que nací en el desierto, me lo dijeron unos arrieros; otros me dijeron que nací en Albania y más allá mi padre no me dijo nada; otras me dijeron que era bello y besaron mis labios cada vez con una pasión nueva y yo me dejé besar como dicen que la tierra se deja mojar por la lluvia para engendrar; me dijeron que mis uñas eran las del águila –y yo lo creí-; me dijeron que mis pies eran deformes y al final supe que tenían todo la razón y quise convencerles (a quienes me lo decían) que la deformidad es naturaleza de las cosas vivas; otras me dijeron algo de la cadencia de mis caderas; alguna llegó a hablar de mi mente; yo, yo, querida amiga, me deslicé por la ignorancia como si buscara en ella la calma, el hurto de mi ser al ansia
 
Porque no sé me desenvuelvo en este espacio/tiempo -del cual casi nadie sabe nada del segundo- con la estrategia del escarabajo patatero: ruedo sobre la bola que he hecho yo mismo y al rodar sobre ella la muevo y al rodar sobre ella de ella me alimento; no soy nada sin la bola y la bola no sería sin mí pero ni yo escarabajo ni la bola que no es ella sabemos nada el uno del otro aunque yo ruede sobre ella y ella se mueva por mí
 
Porque no sé, me desarraigo
Porque no sé, me entristece...
Porque no sé, me alegra...
Porque no sé dónde estás, tengo fiebre
Porque leo libros apasionados no leo libros desapasionados y cuando me detengo –a la hora del sueño- y termino el trecho que recorrí con determinados personajes, tengo la misma sensación seca en la boca que tienen ellos y veo a mi alrededor la misma molicie, la misma injusticia, la misma tumba, el mismo abuelo
 
Porque no sé la luz, se apagará temprano y sonará más bien cerca una viola; los dedos de una tañedor de zanfoña se aligeran a la vera del Camino de Santiago y un velo en el rostro de una mujer recién casada no logra ocultar su dicha; todo es blanco; todo es naranja; no sé ni siquiera los colores del arcoiris y eso es bueno

Narrativa

Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/08/2015 a las 23:22 | Comentarios {0}


Vengo de Irlanda
Porque iba a contar una historia de garzas (una historia inventada) vengo de Irlanda
Esta tarde mientras ensoñaba al nadar a espalda que te bajo las bragas mientras tú subes y bajas mi prepucio, lubricado con tu flujo, en las cercanías de la corona y siento tu aliento caliente en el glande, tu aliento que se acerca, tu aliento que suspira, he recordado mis ancestros irlandeses
Quisiera nadar a tu lado alguna vez
No quizás en una piscina
Sí en una poza de un río grande
Sí también en algún océano
Después de nadar las endorfinas hacen su trabajo y has de creerme si te digo que mi forma de amarte tras haber nadado, supondría para ti el descubrimiento de la lentitud en el orgasmo
Vengo de Irlanda y nunca he estado y siempre he estado
En mi juventud, a lo largo de muchos años, soñaba que viajaba y soñando –es decir, viviendo- recorrí el mundo entero; en uno de mis viajes estuve en un bosque sagrado al norte de Hibernia y cerca de un roble te vi por primera vez; vestías una túnica roja, muy liviana, tus cabellos oscuros se ondulaban en tu espalda y tus ojos, verdes como el país en el que estaba, me miraban con cierta sorna como si supieras que habían de pasar más de veinte años para que te aparecieras en la vigilia, un día de verano en la ciudad de Madrid. Has de saber que te reconocí de inmediato y sentí la turbación propia del joven ante la aparición femenina en un bosque húmedo
Te hablaría de los druidas y del panteón celta; te hablaría de Cuchulain y de Dagda y de Ogme sólo que provengo de las grandes ciudades y sé que un panteón necesita un mucho de estudio y un poco de concentración
La noche ha llegado
Mi mente está a punto de cerrarse
Mañana será un día largo
La ronda de las doce se está acercando
Descansa en mí, descansa, descansa en mí 

Narrativa

Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/08/2015 a las 23:37 | Comentarios {0}


Provengo, has de saberlo si vas a amarme los próximos meses,
del alba escocesa
Fui criado en las Highlands
Hay en mi hígado un poso de whisky
Y bailo muchas veces al son de músicas prerromanas
 
Cuando te veo desnuda
surgen en mí mis ancestros y caigo en la marmita donde se fue cociendo poco a poco esto a lo que llamamos hombres
 
Cuando te veo desnuda
Cuando te desnudas siempre de espaldas, siempre, siempre de espaldas
se altera mi esencia escocesa y la apariencia de hombre de mi época se hace patente por la necesidad primera de abrazarme a ti, de besarte el cuello, de morderte, de entrar en ti con esa generosidad de las mujeres que a veces valoramos poco los hombres
 
Yo vengo de las grandes ciudades, es cierto. Pocas veces he andado caminos del bosque y reconozco mi extrañeza a ciertos olores, mi temor a los sonidos que se escuchan tras la maleza o la cautela con que toco un tallo que en nada amenaza. Soy infinitamente uno y múltiple. Soy sagrado y profano y tengo un halo druídico que tan solo se oculta por ser barbilampiño y carecer de grandes sortilegios
 
Mírame porque sabrás apreciar lo que te espera
porque junto a mí los mercados y las aceras
los baúles y las catapultas
las misas sin sus maitines y las escaleras y los rosarios y las yuntas y el espliego y la azotea y el musgo y la hierba y el olivo y el pantano
serán versos en tus manos, besos en tus ojos, alma de mayo
 
Porque vengo de tiempos muy antiguos, de aquéllos de la espora, de aquéllos del final, de aquéllos de la peste y los juglares; yo fui trovador, has de saberlo si vas –tu Dios lo quiera- a amarme los próximos meses; yo escribía en mi castillo de Corella –en el corazón del Reino de Navarra- los más hermosos cantos para los juglares y eran ellos los que con sus voces y sus gestos los expandían por el orbe conocido y así mi nombre se fue haciendo inmenso y de tan inmenso cayó en el olvido y en el olvido se hizo eterno; si tus abrazos han de rescatar mi nombre; si tus abrazos me inflaman el verbo y el falo; si tu boca se acerca a la mía; si tus piernas se enredan quejosas con mi anatomía y al caer la tarde bebemos el vino que cantaron tantos; si me amaras los próximos meses verías mi nombre crecer hermoso como el geranio en un balcón de Andalucía y sé que tu esencia que proviene de la vieja Ausonia, renegadora de cobardes, fiera con los pusilánimes y vengativa con los aduladores, también crecerá, bella como tu voz, austera como tus creencias
 
¿Qué quiere decir –te preguntas- provenir de Escocia?
Te daré la respuesta: provenir de Escocia quiere decir aguantar el viento del norte en la cara, en lo alto del acantilado, sin pestañear hasta que la noche caiga y el viento se canse de azotar
 
Ahora recuerdo tu cadera
He de hacer la ronda de las doce. El deber también es alba... alba escocesa

Narrativa

Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/08/2015 a las 23:45 | Comentarios {0}


Sal
Estoy roto de sal
como si quedara en mi piel tu rastro de cristal blanco
Yo vengo desierto en la gran ciudad porque soy de la gran ciudad;
no lejos del lugar donde se derrumba un edificio y alguien llora;
no lejos de la cuarta letra;
cerca del café donde se hablaba y al fondo –en veladores de luz amarilla- los amantes primerizos se cogían de las manos y el mundo empezaba, con ese gesto, a funcionar de nuevo
Estoy con la mirada perdida en la pared de enfrente –distante de mí unos siete metros- para ver si descubro por qué la sombra de una silla me recuerda a tu pecho pero no a tu pecho siempre sino a tu pecho una tarde en la que el vino había hecho de las suyas y el tacto tenía la consistencia del tanino –tu pezón duro como la masa de los bizcochos a punto de horno-
Estoy tan lejos que te abrazo por dentro
Soy tan de ciudad que me entretengo contando intervalos de semáforos y coches rojos
Soy de tan ciudad que me parece extemporáneo dedicarte un soneto, a ti, perra, que me dejaste una tarde de julio cuando el calor agobiaba tanto que ni la pena supuso un jarro de agua fría
Soy tan de ciudad que me excita recordarte vuelta tú de espaldas, soñando con mis pies –era una tarde marzo-
Soy craquelado de sal
Cuando tú debes de estar caminando por el pueblo costero del sur y tu pelo ya se va ensortijando y el faro y su farero se mantienen a la distancia
Soy reverso de abril y capitán de nobarco; soy herético y juro que existe, en nosotros, el sistema circulatorio menor... sólo te pido que jamás me llames Miguel
Así me invade la gran ciudad
Así tu ausencia es una avenida a las cuatro y media de la madrugada un dos de enero
Ni las naranjas
ni las cámaras soportan mi escrutinio porque al ser antiguo hay en mi mirada lo profundo de los siglos y a las naranjas eso (y a las cámaras) les inquieta mucho
Perra te llamé, no lo tomes como insulto
Hoy tu abandono es más deslavazado
Intento tener la melodía de la ciudad como reclamo
Y sujetar con fuerza las imágenes automáticas
Ningún día es igual a otro
Y el arte nace hoy como murió ayer

Narrativa

Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/08/2015 a las 22:58 | Comentarios {0}


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