Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Un día cualquiera sobre la mesa de entonces. Fotografía de Olmo Z. Noviembre 2014
Un día cualquiera sobre la mesa de entonces. Fotografía de Olmo Z. Noviembre 2014


Buscaron
más más allá
en la música

Supieron tendremos que volver
quitar de aquí
o añadir

No era lo definitivo
nunca es nada lo definitivo
aunque al ser lo sea para siempre

Al levantarse la tarde
partieron de nuevo
La casa

La tundra fantasmagoría
de hogar
o casa o casa

sollozaron en la danza
por los que se habían quedado
por las que habían dejado

paredes que acogieron
puertas que cerraron
ventanas que abrieron

Silva de febrero
escanciaron vientos
los atraparon en botellas

y allí murieron
al quedar presos
girando sobre sí mismos hasta la quietud

Valientes partieron
vacía la casa
sin calor

Ahora
miran hacia atrás
la casa se ha marchado por el horizonte

y escuchan sus últimas palabras
fui vuestra
dejaré encedida la luz en la ventana

 

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/01/2015 a las 17:46 | Comentarios {2}


Escenario de Tarkowski
Escenario de Tarkowski
Nostalgia es un compuesto culto formado con el griego νόστος 'regreso' y άλγος 'dolor'. Dice Corominas que el primer documento data del diccionario de Autoridades en su edición de 1884 y especifica que no en la de 1843 y a continuación añade que hay un ejemplo de 1869 en Campoamor. Quizás antes de introducir la nostalgia en el mundo de las palabras españolas, se dijera para ese sentimiento el término (o autoridad) añoranza  'recordar con pena la ausencia de persona o cosa querida' que proviene del catalán enyorar y éste del latín ignorare en el sentido de 'no saber (donde está alguien)' 'no tener noticias (de un ausente)'.
Νόστος  άλγος, me ocurre. Es una cuestión de la edad. Los adolescentes y los jóvenes reniegan de su pasado. No lo quieren ni ver. Recuerdo cuando mi hija iba a pasar del colegio al instituto que renegaba del instituto, ella quería quedarse en el colegio... hasta que meses después no quería oír hablar del colegio, no entendía cómo era posible que hubiera pasado tanto tiempo allí. También ahora le pasa con todo aquello que ya haya ocurrido. También a mí me pasaba. A pocos no les habrá ocurrido. Dejemos a algunos por mor de que todo lo que es posible decirse, es posible.
Yo siento la nostalgia desde hace unos años. Y siento la nostalgia de lo muy lejano. Regresar a los años 60, 70 y 80 me duele y me duele cuando me asalta un recuerdo de entonces (ahora por ejemplo: un día de 1968 que cruzaba la calle Juan Bravo con Lagasca camino del colegio e iba con las katiuskas blancas pisando la nieve y los charcos de hielo; mi hermano Antonio va por delante con su amigo Nacho) o cuando escucho músicas de entonces Jarcha, por ejemplo, o Quilapayun o Raimon o Victor Jara o cuando veo la serie Cuéntame me duele, suelo acabar (porque vivo solo y me lo puedo permitir) con los ojos llenos de lágrimas, no por lo que me cuentan (que suele ser flojo y mal urdido) sino por lo que me evoca y me dejo llevar por ese regreso que duele y me sirvo un vaso de vino mientras me duele el recuerdo de Elena Francis en la radio mientras Julia termina de planchar (me duele mucho el olor de la ropa recién planchada) y escucho sus comentarios a las cartas que las mujeres desdichadas le escriben a la consejera mientras yo termino mi merienda que es un bocadillo; regreso y me duele a la casa del Paseo de los Melancólicos, me veo en mi estrecha habitación, ante un tablero de formica blanca que hacía las veces de mesa cuando corregía un diccionario de esoterismo y hacía mucho frío y luego sabía que iba a salir y me iba a ir a La Rosa en la plaza del Dos de Mayo donde pasarían las horas bebiendo, riendo, fumando y mirando a la camarera de mis amores con la que quizás me iría a dormir... y a amar. Ayer mismo me pasó con Jarcha y hoy los he escuchado y he sentido la nostalgia y me he dado cuenta de que voy entrando, poco a poco, en el final de la madurez y que la vejez -para mí, desde siempre, ser viejo ha sido un anhelo- ya asoma con una sonrisa cariñosa, invitándome a entrar en ella y enseñándome con esta nostalgia que la última etapa ya llega y hay que hacerse fuerte en los cuarteles del invierno.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/01/2015 a las 17:10 | Comentarios {2}




1.- No leerás El oficio de vivir de Cesare Pavese si te encuentras al borde del abismo.
2.- Si estás a punto de escribir un poema, ni se te ocurra leer un ensayo de teoría literaria.
3.- Soflama es rescoldo de fuego.
4.- Sí, esfuérzate en encontrar la diferencia entre evocativo y alusivo.
5.- También en el núcleo de la barbarie hay un espacio vacío.
6.- Deja que juegue. Deja que se arriesgue. Deja que sienta en su pecho la miel de la victoria. Sólo así sabrá por oposición la hiel de la derrota.
7.- Contraste a 6: Si la derrota, sonríe. Si la victoria, llora.
8.- Las manos frías auguran la cálida sangre de las noches puras.
9.- No puedes mirar atrás para maldecir hoy lo que no quiere decir que atrás existió y que hoy está aquí.
10.- Apura la vida y no te apures por ella.
 

Miscelánea

Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/01/2015 a las 11:44 | Comentarios {4}


Se escucha. No lo pronuncies. No aconsejaría nunca. No me atrevo ni conmigo. Me lo ha recordado la niebla esta mañana. Al levantarme aún no había amanecido y mientras me hacía el café escuchaba. Ayer también se sucedieron los asuntos. La niebla hoy (al vestirlo todo turbio; la niebla que obliga a mirar de cerca; la niebla que es agua suspendida -y densa- ; la niebla que tiene otras palabras como nebladura o camanchaca o cejo o dorondón; la niebla que me recuerda a Jack el destripador) prolongaba cierto grado de estupidez que atesoro. Luego he pensado si veía demasiado la televisión. Me he tomado el café. Nilo y yo hemos salido a dar el paseo justo cuando la luz amanecía. Caminábamos entre jirones de algo. Nilo se volvía más que de costumbre. Hemo ido por la calle Bonita y nos hemos despistado con un matojo de hierbas. Nos hemos quedado quietos, mirándonos, sintiendo ambos la humedad en los huesos, la dificultad del tiempo para atravesar la niebla; nos hemos puesto en marcha y Nilo ha movido el rabo y al sentir cómo el aire penduleaba tras de sí, se ha puesto a dar saltos y a gruñir. Más tarde lo he de dejado en casa y tomado el coche. Todo era más difícil. Los campos de Castilla. La sierra de Guadarrama. Lo abromado. Se empañaba el aire frente a mí mientras me concentraba en las líneas (como una sugerencia al mundo he pensado tos ferina y sarampión y palabras relacionadas con la necedad como badulaque, zolocho, gansada, meliloto y he terminado esta serie -sin saber por qué- con una sensación cordial). En la amalgama gris de la mañana lo he escuchado y me he dicho, Escucha y no pronuncies. He sabido la teoría del tobogán (la cual he inventado en el momento) y he supuesto una alta montaña, dos piolets y una cuerda larga como el axis mundi. Nerviosamente he dado un suave volantazo. De inmediato he recordado el nacimiento de mi hija. La obstinación me ha empujado a seguir. He mirado el arcén. He pensado el triángulo y he supuesto una llamada que todo lo aclaraba (también la niebla). Tienes que seguir hacia delante, me he dicho. La imperfección lo es todo, me he dicho. Y luego dentro de un banco inmenso de niebla dura he repetido hasta casi enronquecer ¡Sotreta! Tan sólo he logrado calmarme cuando he recordado una frase de una novela de Gabriel García Márquez. Sí, la frase, Alguien apagó la luna. Estaba llegando. De nuevo lo he escuchado. De nuevo me he dicho, No lo pronuncies. La magnitud del tiempo se había quedado corta porque de repente estaba mirando a Nilo, en la esquina de calle Bonita. Nada de lo escrito había ocurrido aún y nunca podré asegurar si ocurrió realmente porque ahora es la tarde y la niebla ha levantado.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/01/2015 a las 17:07 | Comentarios {0}


A Raúl


Poemario de Raúl Morales García
Poemario de Raúl Morales García
Leo el último poemario de Raúl Morales García Pájaro Visitador editado por El Gaviero Ediciones y quisiera leer algunos de sus poemas en alto, leer por ejemplo El dolor/ sabe que no se tiene. Así lo hago, en mi casa, donde la poesía es más callada. Porque la poesía tiene que ser callada. La literatura escrita tiene que ser callada. Por eso hay que leerla, a solas, en alto.
Muchas veces ocurrirá en la batalla del cerebro contra los versos. Muchas veces la intuición vencerá y surgirán por ejemplo estos otros versos del pájaro que visita, bajan los perros,/ de sus pitas sangran,/ suben sedientos hasta el claro del bosque.
Yo no sabría decir qué es poesía; no sabría decir qué es nada de nada; lo bueno de seguir leyendo después de haber leído algo es que tan sólo se sabe lo malo en el sentido de que puede ser definido, analizado, desmenuzado; lo bueno siempre tiene algo de indefinido, imposible de analizar, imposible de separar en sus partes; lo bueno es como el agua: si se divide en sus partes deja de ser líquida.
Algo me entristece no alabar -porque sería alabanza. Porque la merece-  su libro en una reunión pública, en una librería, donde habría un público imagino que escaso para un acto casi incomprensible. Tenerle al lado, con su perfil de pájaro cantor, de pájaro que suele cantar en la enramada, cuando cae la tarde y se escuchan más los trenes que pasan. Tenerle al lado y con su libro en la mesa, una vez leído, sabiendo que cualquier palabra que diga será en exceso prosaica para los versos que avisa. Versos como éste al deseo que
Quizás hubiera intentado hacer diáfanos esos versos cortados como los farallones de los acantilados y habríame dejado llevar por un ensayo que leí hace demasiado cuando mi mente era otra y era más esclavo. Está mejor así, me digo ahora. Aunque  hubiera estado también mejor de la otra manera si así se hubiera dado. Es como si el mundo en sus dos caras me pareciera cada vez más el mismo mundo. No alcanzo a comprender. No alcanzo nada. Tan sólo me sostiene sentir en la columna una brasa cuando siento en qué vientre cae y se extienden sus hebras (que es otro verso de Raúl Morales García que así le gusta que le llamen: con los apellidos de su madre y de su padre). Tan sólo eso me sostiene: sentir brasas cuando leo versos. Lo demás va y viene, puede o no ser y que sea o no sea en nada nos atañe, no participamos de esa posibilidad porque somos la posibilidad en sí, lo que en sí mismo es ya una posición privilegiada porque si de posibilidad pasamos a realidad nos corporeizamos pero si en posibilidad nos quedamos seremos siempre anhelo, fantasma, algo que pudo ser, deseo entonces.
Sí hubiera querido. Pero también me es grato quedarme en nada; sentado no a su lado sino entre el público, orgulloso del encargo que nunca llegó a ser pero sabiendo que si hubiera sido, él se habría sentido tranquilo, los dos mirando al frente, con su libro ante nosotros, ese Pájaro Visitador que en su ala 15 nos dice, para volar, contrapeso en el pico, tesoro y timón, no miedo, no esperar nada. 

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/01/2015 a las 23:12 | Comentarios {2}


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