Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Anchas son mis manos, espalda de Hércules son. No pienso vomitar en el último instante porque reconozco mi negligencia. Sólo me entusiasma la calma en la mañana, la contemplación de las nubes que invaden el cielo con su apariencia gris y el verde que florece como si hubiera estado esperando su oportunidad al acecho del sol, soportándolo; tan sólo un pensamiento, un aire de jueves, una piscina bien iluminada, un libro que promete descubrir esencias nuevas, un poste, una articulación, la vida de una almeja sumergida en agua fría con sal; sólo me entusiasma la combinación y más su descubrimiento y el sudor una tarde jugando en el cuerpo de una mujer; me entusiasma decir, Hola, mi amor y también, Gracias, amigo y también, Hija mía; reconozco que no podré; reconozco que he de irme y que esta certeza me lleva a ponerme en forma, a caminar a buen paso, a sonreír a todo, a respirar con calma mientras intuyo que los buenos dioses me están esperando con su aliento fresco del alba en verano; confieso que no nací, me nacieron; confieso que no morí, me murieron el desgaste de los huesos, las muchas respiraciones, la lenta reproducción de las células, la cada vez más espaciosa cadencia de las horas, el tumulto, mi desesperación, mi incongruencia, mi desobediencia, mi anhelo y mi fe.
Anchas son mis manos, son palas del remo que surcan el ponto en busca del Vellocino de oro. Argonauta soy y mi nombre es Nada y no desfalleceré hasta superar la fuerza del Coloso de Rodas y no desfalleceré hasta convencer al artista Epeo que no construya el caballo que habrá de suponer la caída de Troya y lucharé denodadamente a favor de los jóvenes y su asistencia a los conciertos y lucharé, desde mis sueños, a favor de un beso en los labios dado con la intensidad propia de los recién humanos y lucharé también, hasta el último aliento, por la calma en la mañana, por la sábana fresca, por el respeto al dedo meñique, por la audacia del héroe y por la posibilidad -sagrada- de que no llegue a realizar su tarea y no por ello, nadie, nadie, le arrebate su condición de tal.
Anchas son mis manos y han sangrado hasta desvanecerse como tan bien hacen los pintores del renacimiento en sus sfumatos; anchas y pedigüeñas; anchas y fuertes; anchas y soledad alrededor de sí mismas; anchas y diosas de tres pechos; anchas y trote; anchas y alameda. Quizá cuando me ausente, eche de menos la anchura de mis manos o el relieve de la vena cefálica o el borde de las uñas que siempre me sugirieron las garras del ave de presa (o el buitre).
Reconozco que no he de pedir perdón porque desde hace tiempo no creo en él, tan sólo fío en el conocimiento de los otros la evidencia de que los agravios siempre causan remordimiento.
Hace frío. La grisura. A lo lejos se podría atribuir a un sonido la cualidad de olla sobre arena. Música. De espaldas al mundo. He vivido. Estoy.
Mano. Fotografía de Olmo Z. (2014)
Mano. Fotografía de Olmo Z. (2014)

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Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/09/2014 a las 10:37 | Comentarios {2}


Pequeña variación sobre el Libro XXXII de la Historia Natural de Plinio el Viejo


Prodigios del agua: sólidamente
Diferencias de las aguas desde lo oscuro en lo hondo ese abismo esa sima lenta y tarde
Remedios líquidos
Observaciones clásicas sobre la incontinencia de las horas
                              Cuáles son las aguas que benefician a los ojos
                              Cuáles dan la fertilidad. Cuáles curan la locura
                      Cuáles los cálculos
          Cuáles las heridas
                                          Cuáles preservan al feto
           Cuáles quitan la vitigilo (de la piel enfermedad)
                        Cuáles dan color a la lana
                                                                 Cuáles a los hombres
              Cuáles proporcionan memoria y cuáles olvido
                         Cuáles aguzan los sentidos; cuáles los embotan; cuáles aclaran la voz
            Cuáles infuden aversión al vino; cuáles emborrachan
      Cuáles hacen las veces del aceite
Cuáles son saladas y cuáles amargas

Aguas que repelen las piedras, aguas que provocan la risa o el llanto; cuáles tienen fama de sanar el mal de amor
Las que se mantienen calientes tres días después de su extracción
Prodigios de las aguas
En cuáles se sumerge todo y en cuáles nada
Aguas que matan, peces venenosos
Cuáles se petrifican o hacen petrificar
La salubridad de las aguas
Inconvenientes del agua

Comprobación de las aguas
              El Agua Marcia
              El Agua Virgen

Modo de encontrar agua
Señales de agua
Diferencia entre las aguas según las clases de tierra
Situación de las aguas según las épocas del año

Observación a lo largo de la historia de las aguas que brotan o se secan repentinamente
Modo de traer el agua
De qué modo hay que utilizar las medicinales y para qué clase de enfermedades
Lo mismo las marinas, remedios

Para qué sirve la navegación, remedios

De qué modo se puede obtener agua de mar en medio de la tierra, un remedio
De qué modo se obtiene el talasomiel, remedio
De qué modo el hidromiel, remedio
Remedio contra las aguas extranjeras
                         remedios procedentes del musgo
                         remedios procedentes de la arena

Observaciones sobre las clases de sal, su preparación y remedios procedentes de ella
                         Importancia histórica de la sal
                         La espuma de la sal
                         La flor de la sal. La salsúgine
Garo
Salmuera
Alece
Propiedades de la sal

Observaciones sobre las clases de nitro, su preparación y remedios procedentes de él
Las esponjas, remedios y observaciones
Remedios
Relatos
Observaciones

Marco Varrón Casio de Parma Cicerón Muciano Celio Celso Trogo Ovidio Polibio Sormacio Calímaco Ctesias Teofrasto Eudoxo Teopompo Políclito Juba Lico Apión Epígenes Pélope Apeles Demócrito Trasilo Nicandro Menandro el comediógrafo Átalo Salustio Dionisio Andreas Nicérato Hipócrates Anaxilao.
Herbstmeer de Emil Nolde (1910)
Herbstmeer de Emil Nolde (1910)

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Tags : Listas Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/09/2014 a las 10:21 | Comentarios {2}


Frase escrita en el artículo Sit ei terra levis -que la tierra sea ligera- por Jaime Botín tras la muerte de su hermano Emilio Botín.




Entre los muchos recordatorios que de Emilio Botín se han hecho y harán, me ha llamado la atención, por lo obvia, la frase que encabeza el artículo. A Emilio Botín no le importaba nada el dinero. ¡Vaya, hombre! Al décimo banquero del mundo, el más poderoso de la zona euro el dinero no le hacía ni fú ni fá. Si es que ya te lo digo yo, Fulana, come todos los días jamón de Jabugo y te dejará de entusiasmar.
De todas formas -y aunque esta frase fuera cierta- da cierta repugnancia el airearla. Porque el dinero que acumulan el señor Emilio Botín y su familia, es el medio para poder vivir del que carecen muchos y al hacer -cuando menos- no aprecio de él, la supuesta humildad o desapego que parece anunciar, se me antoja más como el horror que el rey Midas tuvo cuando se dio cuenta de que todo lo que tocaba se convertía en oro.
Porque la alegría de un banquero se alimenta del dinero de los otros (recordemos que todas las fundaciones, ayudas, becas y apoyo al mundo civil desgrava al fisco y también que gente tan rica por supuesto que puede amar y ser filantrópica con el arte y la vida de forma desinteresada) y feo sería en esta relación transitiva ensalzar el dinero que tanto le cuesta entregar y tan poco coger a unos y a otros.
Tengo la sensación de que a veces los halagos contienen en sí una suerte de reproche.


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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/09/2014 a las 10:14 | Comentarios {2}


Monje con chelo. Corot 1870
Monje con chelo. Corot 1870
No sabría decir la minúscula. Aunque quisiera hoy. Aunque quisiera. Ten, te diría. Ten la brida. Detén la yegua. Que no bravuconee.
Parvo soy y no me duele.
No sabría defender la escarcha ni el material de la huella y aún así quisiera decirte, Detén la yegua. Detenla.
Por ese orificio me iría. Por ese temblor me iría. Por el caudal del río que cae. Por el agua que contiene en sí huevas de rana y se eleva y cae en renacuajos sobre la provincia de Ciudad Real.
¿Quién hablaba esta mañana de países? ¿Por qué hay países? ¿Quién defendía la búsqueda de la felicidad como deseo de todo humano? ¿Quién conoció la definición de felicidad? ¡Idea! ¡Pum!
El hombre hablaba ayer con una joven sobre el derecho de unos pocos a decidir sobre la esterilización de un 90% de la humanidad con la idea de que el planeta continuara siendo habitable sin consultar a ese 90%. Esterilizarlos sin más.
¡Detén la yegua que me espanta, a mí parvo, la cadencia del estómago!
O el piano que nunca tocó.

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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/09/2014 a las 18:12 | Comentarios {0}


No podremos saber qué sentían las mujeres del harén, los oficiales, los administradores, los eunucos -tampoco podremos saber nunca si eran realmente eunucos- cuando eran enterrados junto al faraón en una ceremonia en todo semejante al sati que se siguió celebrando en India hasta bien entrado el siglo XX. No podremos saberlo porque en aquella época -la de los faraones- el individuo no existía. No había conciencia de Yo.

Este civilización occidental que ya no es cultura (Spengler. La Decadencia de occidente) glorifica la existencia del Yo como un elemento liberador cuando es, justamente, lo opuesto. Yo es piedra. Piedra dura, nada maleable. Piedra diamante. Carbón puro. Yo nos arrastra con su pesado fardo de pasado. Una y mil veces creemos verdad lo que no es más que reconstrucción, asomo de reverbero. Yo nos impide quedarnos quietos, acomodados en nuestro asiento de viaje cósmico. No nos deja ver el paisaje, ajenos a él. Puros observadores.

Piedra y más piedra. Monolíticamente erigido en base a una manipulación de los grandes creadores de opinión: las fábricas. La industria manufacturera.

Abandonar la pìedra y sentir como ya expresó ¿Shakespeare?: Quitarse la vida es perder el miedo a morir (Recogida de la película Belle Époque cuando Manolo -Fernando Fernán Gómez- observa al cura -Agustín González- colgado de la clave de su iglesia y con Del sentimiento trágico de la vida de Miguel de Unamuno en sus manos). Yo Piedra nos ata a este suelo, a esta angustia diaria, a esa sensación que ocurre una mañana de que algo he hecho mal -lo dice Yo- y ese hacer ha repercutido en otro y ese otro que también es Yo Piedra se defiende con todo el derecho y el sol achicharra y ahoga la respiración que no es Yo. El perro no sabe Yo. El perro no lleva esa piedra, se libró de esa piedra. El perro sí sabe viajar. El perro es Buda. O Buda buscaba la NoPiedra de perro.

Piedra-septiembre.

Piedra de cuerpo con límites. De pensamiento propio. Pensamiento Yo Piedra.

Ensayo

Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/09/2014 a las 12:03 | Comentarios {2}


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