Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Estoy releyendo una novela que empecé a escribir hace ahora cuatro años. Es francamente buena. No desde mi opinión -que siempre lo sería- sino desde la distancia que permite juzgarla sin pasión. Tiene soltura, ritmo e interés. La novela se llama Yo no existo -si cliqueas sobre su nombre en verde podrás escuchar una grabación que hice del principio de la novela en mayo de 2012-. Tiempo después escribí a lo largo del mes de agosto del año 2014 un serial publicado en este blog cuyo tag es Colección -si quieres leerlo se encuentra a la derecha de la página en la sección llamada Seriales- cuyo protagonista es un personaje llamado Olmo Z. que siguió escribiendo en Inventario hasta que hace unos meses huyó del manicomio de Acra donde estaba recluido. Aquel serial lo reuní en relato largo -o novela breve- al que titulé El Guardés y la colección  y que dediqué a L. -una mujer que se lo merecía por lo mucho que me animó. Tanto que parecía Misery-. Este año 2016 he escrito una obra de teatro entre Febrero y Agosto que se titula La Campanilla y de la que hablé en este blog en un artículo llamado Apocalipsis de San Juan (reflexiones sobre preceptiva) -si cliqueas sobre su nombre podrás leerlo-.
Desde hace tres días vengo imaginando una fusión. Es la sensación de que tanto Yo no existo como El Guardés y la colección y La Campanilla forman -en distintas formas literarias- el todo que andaba buscando y cuyo título sería (se me ocurrió ayer por la tarde mientras paseaba) Yo no existe. Tú, no digamos ¿nosotros?
He paseado hoy por el campo intentando desasirme de un sueño de la tarde y la forma de conseguirlo ha sido volver a la construcción de esta novela. No, de esta novela no, de esta pieza que reúne géneros para crear una sensación hiperrealista como si la vida -si pudiera ser contada- se compusiera de muchos géneros, cada uno de los cuales tiene sus reglas, reglas que curiosamente no excluyen regla alguna de ninguno de los otros.
Luego he pensado regalarme un vino y me he ido hasta el Mercadona de Los Arroyos cuando el sol declinaba y unas nubes en todo malvas velaban la faz ya casi orgullosa de la luna. El vino se llama Dama de Toro. Lo he comprado también por el nombre y he pensado si alguna vez se hará un vino que se llame Caballero de Vaca.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/09/2016 a las 21:36 | Comentarios {0}








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