Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Ángel laudista. Albert Durero
Ángel laudista. Albert Durero
Quizá sea mañana y sin embargo es hoy (he traído a los ángeles conmigo en un libro; podría ser que muchos libros sean en sí mismos ángeles).
Dice Ramón Andrés en su Diccionario de música, mitología, magia y religión muchas cosas de los ángeles, habla páginas y páginas de los ángeles y yo no soy capaz de expurgar el texto y elegir lo que hoy me parezca más hermoso (adjetivo que es homenaje a la primavera).
También cómo se define el ser (Heidegger) podría ser una buena manera de terminar esta noche, de terminar este día que ha sido en todo semejante a un antiguo día de marzo lleno de vientos contrarios, nubes cargadas que en algún momento descargaban; he creído levantarme bien (ángel quiere decir, griegamente, 'mensajero', 'mensajero de dios -pondré a dios siempre con minúscula-' y también 'nuncio' y dice el maestro de lo que suena que el conjunto de los ángeles  constituye un todo armónico) pero tras conversar con C. me ha entrado una tristeza inmensa que no tenía nada que ver con C. sino más bien con un estado de ánimo que tiene mucho que ver con la ausencia. Algún día, quizá mañana mismo, rastree etimológicamente ese término 'ausencia' que tanto me ciñe el corazón (no sólo piensa el cerebro, también el corazón piensa y el estómago y el bajo vientre piensan. Me gustaría argüir que también las rodillas piensan; Wittgenstein sabía argüirlo muy enrevesadamente). Decía que esa tristeza no viene de C. pero un poco de C. sí viene, no emana de ella, emana de mí y mi conversación con ella y también emana de una obra de teatro que estoy escribiendo. Yo quiero decir algo que seguramente ya habré dicho: la labor de la escritura es una labor ardua y cuando esa labor tiene un sustrato dramático suele conllevar una vida igualmente dramática mientras se desarrolla el drama escrito. La verdad -que es lo que busca este escritor- duele sobre todo porque la verdad no conoce verdades. (Dice Ramón Andrés que las doctrinas angeleológicas forman parte de diversas concepciones cosmogónicas y religiosas, particularmente instauradas en la antigua cultura persa aunque será en el seno del judaísmo -en el que el ángel es denominado mal'akh, que significa mensajero, por más que originalmente refirió una expresión que podría traducirse como 'el rostro oculto de dios'- y el cristianismo donde alcanzarán un profundo sentido teológico). Después de C. he entrado en un vaivén algo histérico de emociones y he llorado y he gritado un par de veces y me he jugado, obsesivamente, muchos problemas de ajedrez y he acariciado a Nilo con cierta actitud enfermiza y luego he tenido un arranque de sentido común y me he ido a hacer la compra y al volver creía que ya había pasado lo peor y que la ausencia y la obra de teatro y mis propias decisiones vitales no iban a llevarme por el camino de la amargura porque no hay nada por lo que amargarse, me decía, porque todo está bien, me decía, porque no tienes nada que entender, no hay nada que entender, me decía y en esos pensamientos tranquilizadores me he ido quedando dormido en el sofá justo después de comer y he soñado (los iranios conocieron un ángel portador de la virtud llamado Vohu Manah -Espíritu del Bien- que reveló su mensaje a Zoroastro. Seres similares aunque con caracteres propios, se hallan en el universo budista y en el hinduismo, caso de los gandharvas...) algo que me ha devuelto al tormento como ocurre en los antiguos días de marzo que tras la aparente limpieza del cielo se oculta el chaparrón que está a punto de llegar junto con un descenso abrupto de la temperatura. No me daba tiempo a hacerme un café. Había dormido demasiado. Tenía que venirme a trabajar y prepararlo todo: la comida, los trastos de Nilo, mis libros, mis plumas y lápices y libros -hoy me he traído libros muy sesudos que apenas he mirado-, la obra de teatro -cuyo realismo me aterra y lo rompo de las mejores maneras posibles que soy capaz de idear- y los tabacos, mecheros, papelillos y filtros. Y he salido de casa con una tristeza inmensa como si todo el cielo fuera la tristeza mía y los campos fueran mis cuitas y las nubes fueran mis quejas y el horizonte fuera la muerte y la carretera pedazos de asfalto sin continuidad ninguna. He llegado a la Fundación. (la lectura bíblica los muestra -a los ángeles- como un enlace entre el cielo y la tierra unidos por una escala, la de Betel, la que vio Jacob en sueños, y por la cual, formando un orden y equilibrio divinos, ascienden y descienden). En algún lugar de este extenso lugar puse la imagen de la escala de Betel representada en la fachada de una iglesia -creo que centroeuropea- de cuyo nombre no me acuerdo. Ha sido bueno poner en orden mi rutina en la Fundación y también que mientras escribía pudiera ver los Campeonatos de Atletismo de pista cubierta de Portland, Oregon, Estados Unidos. Me gusta el atletismo. Me gusta escribir mientras veo a jóvenes corriendo, saltando y lanzando que es en lo que consiste el atletismo. Esa mezcla de esfuerzo físico ajeno y esfuerzo mental propio -también he seguido haciendo problemas de ajedrez- me ha ido equilibrando, sosegando y así puedo decir que en las últimas seis horas y media tan sólo me he fumado tres cigarrillos y no he llorado ni una sola lágrima y no he pegado ni un solo grito y no he vuelto a sentir que la vida pierde una gran parte de su gracia si no existe alguien a quien hacerle partícipe de ese placer de vivir. Quizá los querubines sean de oro, de oro macizo. Y el ánimo tenga que ver con el inconsciente que al contrario que el consciente -según Jung- abarca miles de años  y no está ceñido a las estrecheces del presente como le ocurre -y así ha de ser- al consciente. Y así en estas digresiones me va entrando el sueño. Voy a beber un poco de vino. Comeré una mandarina. Fumaré un cigarrillo. Y dormiré hasta mañana cuando temprano me levante y sepa que es domingo y que la ausencia tiene seguro una historia llena de interés.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/03/2016 a las 00:31 | Comentarios {2}



Comentarios

1.Publicado por el 22/03/2016 03:39
Leer sobre tus tristezas, calma las mías. A pesar que las siento diferentes (sin duda lo son). Porque como un pequeño taichi, se repiten las tristezas externas y ajenas en las propias.

Un abrazo calmado.

2.Publicado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/03/2016 13:12
Tambien al escribirlas parecen calmarse y se miran como un paisaje que hubiera sido pintado y estuviera colgado en las paredes de un museo.
Un abrazo fuerte.

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